Concierto Urbana FM – Después de Hora
¿Qué conclusiones pueden sacarse del primer encuentro en TV de Daniel Martínez, Luis Lacalle Pou y Ernesto Talvi. Coincidencias, dudas y certezas.
B.R.:: En el programa Séptimo Día se produjo el primer encuentro televisivo donde se vieron las caras los tres candidatos presidenciales que tienen posibilidades de ganar la próxima elección. Allí estuvieron Daniel Martínez, por el Frente Amplio, Luis Lacalle Pou, por el Partido Nacional, y Ernesto Talvi, por el Partido Colorado. Nelson Fernández, su conductor, le preguntó a los tres cuál sería la primera medida si ganan. Talvi respondió una reforma vareliana, del siglo XXI, y la creación de 136 liceos públicos. Lacalle, por su parte, dijo que va a presentar un proyecto de ley de 300 artículos de urgente consideración, que incluirían, entre ellos, la derogación de la inclusión financiera obligatoria, el monopolio de hidrocarburos y la legítima defensa policial para respaldo de los policías. Por su parte, Daniel Martínez dijo que las primeras medidas que tomaría serían capacitar o recapacitar en nuevas habilidades a 80.000 personas por año, 400.000 en el período, aumentar el porcentaje de liceales que terminan la educación básica obligatoria, modificar la política de cárceles y crear un plan de Ciencia, Tecnología e Innovación. ¿Qué te parecen las medidas que estos tres candidatos están impulsando?
O.B.: Por orden: Primero hago la advertencia que se observa como si el presidente, que va a ser elegido, fuera una especie de emperador. Que él es el que toma las medidas. Esto en general se da por la forma en que se presenta periodísticamente, pero también por la forma en que los propios candidatos van asumiendo lo que podría ser su rol presidencial. Esto genera un conjunto de expectativas sobre los candidatos, que luego tienen como correlato muchas frustraciones, porque no necesariamente el gobierno siguiente va a hacer, automáticamente, lo que diga el presidente de la República. Es mucho más complicado, porque el gobierno es el Poder Ejecutivo, con su Consejo de Ministros, y el Parlamento. La última vez que tuvimos un gobierno sin mayoría de un solo partido, el gobierno de Jorge Batlle, con esa actitud exultante que tenía, un hombre muy motivador, convencía de reformas realmente fuertes, y el primer año generó muchísima frustración, al punto que renuncian siete cargos de primera importancia que había nombrado. Estos siete tenían en común que no venían del cerno de la lucha política de la Lista 15, sino más bien políticos periféricos, más técnicos, y todos decían lo mismo: “la gente eligió a Jorge Batlle y no lo dejan hacer lo que prometió”. La gente eligió a Jorge Batlle de presidente, a un Partido Colorado que tenía la tercera parte del Parlamento, que tuvo que hacer una coalición con el Partido Nacional, y no todo el PC estaba de acuerdo con lo que hacía Jorge Batlle. Entonces, primero pongamos paños fríos a esto.
Segundo: empecemos a analizar a cada uno de los tres candidatos. Como cosa común, a esta altura parece un dato de la realidad, que lo puede cambiar algo mágico, es que ningún partido per se tiene mayoría parlamentaria. Por lo tanto, todo aquello que implique modificaciones legislativas, e incluso mantener al Gabinete sin ser censurado, requiere negociaciones, acuerdos, consensos.
Por un lado, Daniel Martínez anuncia ideas, medidas, y por otro lado, él es el candidato de un partido que aprobó un programa en un congreso de más de mil personas. Las prioridades de ese programa no necesariamente coinciden con las que maneja el candidato presidencial, y eso genera una primera duda. La segunda duda es cómo van a quedar adentro los partidos. Por lo que se ve hoy, no da la impresión de que Daniel Martínez quede con una mayoría de senadores y diputados propios dentro del Frente Amplio. Podrá articular, pero, en principio, no parece que senadores y diputados “danielistas” sean la mayoría. Por lo tanto, sus ideas van a tener que ser articuladas con Astori, con Mujica, con Andrade. No como personas, como sectores políticos.
Sin duda va a tener mucho apoyo la idea de crear consensos en políticas de Estado sobre seguridad, educación y empleo, en la medida que lo que maneja son los temas, y no los contenidos. Ahora señalemos otro dato con respecto a Daniel Martínez. Como candidato ya está manejando qué pasa con el Parlamento y qué pasa con un partido político que tiene, aprobado como tal, un plan de Gobierno. Pero el FA, como partido, es el oficialista. En el mundo entero, un partido oficialista va a las elecciones con el gobierno atrás, con lo bueno y lo malo, salvo que el candidato hubiera sido producto de una renovación interna, en el sentido de rebelión, donde hubiera un candidato opositor a lo que había hecho su partido, y hubiera derrotado a quienes ejercen en el Gobierno. No es el caso. Él viene del oficialismo. No hubo una campaña de Martínez hablando mal del Gobierno y su gestión. Por lo tanto, va a ser, en gran medida, relativamente prisionero de lo bueno y lo malo de este Gobierno.
Entonces, se plantea el tema de la seguridad. Es muy importante saber, cuando está hablando de un pacto de seguridad, o de educación, o de empleo, cuánto está rectificando, corrigiendo o ratificando el rumbo de lo hecho en esos tres temas por los tres gobiernos del Frente Amplio. Sobre todo en seguridad, donde hay una continuidad de dos gobiernos consecutivos bajo la misma conducción. Y en materia de educación diría que prácticamente los tres gobiernos del Frente Amplio, sobre todo los últimos dos, han tenido una gran continuidad. Y en materia de empleo, desde el Ministerio de Trabajo, globalmente, no ha habido cambios tan significativos. Esto, para mí, es una de las incógnitas más fuertes que deja la intervención de Daniel Martínez respecto al planteo sobre el FA. Por ejemplo, si se puede recapacitar a 80.000 personas por año. Viene funcionando, desde hace más de una década, el Inefop, Instituto de Empleo y Formación Profesional, que tiene recursos muy grandes, de decenas y decenas de millones de dólares. Se supone que tiene más de 10 años de actividad en esta materia, y un candidato presidencial del oficialismo, que ha hecho esta inversión en formación, de alguna manera, lo que tiene que manejar es cuánto considera que ha habido éxitos, fracasos, cuánto debe continuar y cuánto ajustar lo que ya vino encarado por el Gobierno.
Lo de Talvi parece bastante importante en cuanto a que él ya, con su posicionamiento previo a la candidatura oficial, cuando sale un poco de su rol de analista, de think tank, y empieza a recorrer el país con un proyecto educativo, y luego con la elección de Robert Silva como candidato a vicepresidente, queda bastante claro que se posiciona en la reforma educativa como centro del gobierno, en caso de conducirlo. Requiere, naturalmente, acuerdos por una mayoría que conforme con los otros partidos, básicamente el Partido Nacional y el Partido Independiente, que serían los llamados a conformar una coalición de gobierno. Pero también estaría el caso de Cabildo Abierto, porque no se sabe si PC, PN y PI, solos, alcanzan la mayoría parlamentaria. Ahí es muy importante saber qué sintonía va a haber entre los partidos. Es muy importante lo que dijo Talvi, en el momento que despeja una de las grandes dudas que venía de las giras que realizaba antes de ser candidato.
Alguna pista dio en el momento que nombra a Robert Silva, un hombre de la estructura de la enseñanza oficial estatal, un hombre elegido por los docentes para el Codicen, cuando habla de la creación de 136 liceos públicos modelo, en la órbita de Anep. Esta es una de las cosas que me pareció central en el discurso de Talvi, porque la palabra “liceo público” venía un poco confusa en la discusión de los últimos años, yo diría lustros. Hay una concepción que viene de Estados Unidos, de que público es aquello que se brinda al público de forma gratuita, sin que tenga por qué ser estatal. En el caso uruguayo, para no entrar en una cosa tan teórica, es en esta concepción en la que entra el Liceo Jubilar, el Liceo Impulso, o Los Pinos. Desde la consideración norteamericana son públicos, porque son gratuitos, con más del 80% de su financiamiento desde el Estado, por deducción de impuestos, pero gestionados privadamente. Acá Talvi está hablando de que sea en el marco de la Anep, que es una distinción muy importante. Por ahí va a haber un centro de discusión de la reforma educativa, y, de alguna manera, plantea un desafío. Da la impresión que aquí sí, por lo que se ha visto, el planteo de Talvi es un planteo de todo el Partido Colorado. El tema es cómo apunta, en una coalición de gobierno, con lo que viene del lado del PN, que todavía está tratando de ajustar su propuesta educativa, donde tiene mucho más claro el tema Todos Hacia Adelante, el conjunto de sectores que respaldan personalmente a Lacalle Pou, con Pablo Da Silveira a la cabeza, un hombre que es de los mayores especialistas en educación en el Uruguay.
En cuanto a Lacalle Pou, lo que queda claro son algunas cosas como la pérdida de obligatoriedad de la inclusión financiera. Pero, en general, en esta ley de urgencia que parecería muy omnicomprensiva, falta que se termine la elaboración del propio PN. Da la impresión de que ha avanzado mucho el sector de Lacalle Pou en relación al partido como tal, donde están trabajando, intercambiando ideas, afinando, los sectores de Lacalle Pou con el grupo de Larrañaga y los de Sartori. Faltaría que decante eso.
Me parece, como resumen, que lo que está bastante claro es que, dejando de lado algunos temas como inclusión financiera, o regla fiscal, no me dio pistas lo que dijo sobre el monopolio de hidrocarburos. Por ejemplo, el Banco de Seguros tiene una serie de monopolios, y ha tenido desmonopolizaciones parciales, caso Seguro de Automotores. Antel tiene el monopolio de la telefonía, pero ese monopolio queda en la telefonía fija. Es decir, no necesariamente es todo o nada monopólico. Hay que ver, cuando habla de monopolio de hidrocarburos, que no dio mucha pista, en qué está pensando exactamente. En general, ya vienen, desde la época de Luis Alberto Lacalle, ideas que no son exactamente iguales siempre. Porque una cosa es que se desmonopolice el refinado, que se abra la importación a productos refinados en otros países, que se desmonopolice la distribución, o que se libere el precio. Son muchas medidas completamente diferentes, y algunas de ellas contradictorias. Se requiere mucha explicación. Lo que tiene claro es una sola cosa: que no quede como está ahora.
Ahora, no apareció tan fuerte en Lacalle Pou como sí en Daniel Martínez y en Talvi, que el tema educativo pase a ser un tema prioritario. No le vi a Lacalle Pou la fuerza en el tema educativo que, en general, venía poniendo a lo largo de los meses y los años. Lacalle Pou tiene como número dos “pensante”, no político, a Da Silveira. Me resultó extraño que no hubiera manejado con esa fuerza el tema educativo, mucho más cuando aparece de sus socios, colegas, competidores. Porque el programa fue la antítesis de un programa que uno pudiera esperar en Perú, en Centroamérica, y aún en España. Nadie fue a la yugular del otro, sino que todo fue planteado en términos altamente civilizados, entre gente que puede sentarse a conversar y a buscar consensos, entendimientos, denominadores comunes.
Si observamos lo que pasó con la campaña hacia las internas, en que, desde el lado de algunos sectores del PN le atribuyeron a Sartori determinado tipo de prácticas incorrectas, esas prácticas, si son sucias, fueron de guante blanquísimo. Hay que seguir las campañas electorales en toda América Latina y en España, para ver que lo que acá consideramos duro, allá es imperceptible. Es inimaginable un programa como el del domingo. No importa que recién empiece la campaña electoral. Lo que pasa es que cada país, cada sociedad, cada pueblo, juzga de acuerdo a sus propias costumbres, y no a las ajenas. En Uruguay, si alguien se va un poco de mambo, rechina mucho. Recordemos que el debate Andrade-Talvi fue de gran altura y de guante blanco. Tiene un poco que ver con ciertos valores, cultura uruguaya.