25 Set. 2019

La construcción de mayorías parlamentarias y el desafío del fin de la campaña

Oscar A. Bottinelli - Diálogo con Pilar Teijeiro y Martín Rodríguez

TV Ciudad - Informe Capital

“Hasta ahora, el Uruguay fue gobernado, desde la restauración institucional, con un primer gobierno que tenía un gran espacio. […] Pero luego hubo tres gobiernos consecutivos, con el nombre que sea, de coalición PN-PC. Y luego tres gobiernos consecutivos de partido con mayoría propia. Son seis períodos consecutivos de gobiernos con mayorías parlamentarias, directas o construidas".

P.T.: ¿Cómo está la campaña electoral en estos momentos, cuando falta un mes y nada para las elecciones?

O.B.: Formalmente, uno diría que la campaña electoral empieza en dos días, cuando empiece la intensificación de publicidad en los medios electrónicos, radio y televisión, que va a ser un alud fenomenal de publicidad, y que capaz que algo impacta. Yo creo que impactan más las cosas de larga duración que estas. Estamos en una carrera electoral en la que cada vez se está tomando más conciencia de que la Presidencia es una elección, pero hay otra tan importante como es el Parlamento, cómo van a quedar las bandas parlamentarias. Se tomó mucha consideración, algo en 2009 y, sobre todo, en 2014, si el Frente Amplio tenía mayoría parlamentaria o no. Y ahora tenemos claro que nadie va a tener mayoría parlamentaria por sí solo, por lo tanto es un escenario de gobierno bastante interesante, donde todos van a tener que construir alianzas parlamentarias, alianzas políticas, o pretender gobernar por sí solo a la búsqueda de votos legislativos cada vez que se necesiten.

Lo que se observa del FA es que, hoy por hoy, tendrá entre 39 y 41 bancas de diputados y mucho mejor en el Senado. En el Senado se ve que va camino a tener cuatro partidos, salvo que haya algún repunte importante del Partido Independiente, o del Partido de la Gente, y cuatro partidos hace que sea más fácil distribuir las bancas. Si esto se mantiene, saldría el PI y entraría Cabildo Abierto, y el FA estaría, entonces, entre 13 y 14 senadores, a una banca de la mitad. Se sabe que el que gana la Presidencia tiene la presidencia del Senado. Con 15 senadores, como en la actualidad, desempata el vicepresidente, en el caso de que gane la elección. Al Partido Nacional lo vemos entre ocho y nueve, el Partido Colorado entre cinco y seis, y CA dos; en la encuesta anterior daba tres. En la Cámara de Diputados va a depender mucho de los partidos chicos, porque pueden entrar todos, excepto el Partido Digital y el de los Trabajadores, pero hablamos del PI, PdlG, Unidad Popular, Partido Ecologista Radical Intransigente y Partido Verde Animalista. Podrían ser siete diputados. De repente entran muchos menos, con menos bancas, y tenemos tres o cuatro diputados de partidos chicos, y eso repercute en la mayor ganancia que pueden tener todos los grandes. No es cuestión de pensar que beneficia al más votado: a veces beneficia al segundo o al tercero.

Pero el FA está entre 39 y 41; va a quedar lejos de la mayoría parlamentaria, aunque con bastante oxígeno. El PN con 26, 27 bancas, el PC más bien en 18, CA en ocho, la vez anterior en nueve. Acá hay que destacar que lo de CA fue un cambio fenomenal en el sistema político. En 1910 fue la última vez que se fundó un partido político que ingresó al Parlamento. Fue el Partido Socialista. De entonces a hoy, todos los partidos que podemos llamar “nuevos” han sido transformaciones de los anteriores. FA: fusión del PS, el Partido Comunista, ex Unión Cívica, Partido Demócrata Cristiano, más desprendimientos colorados, más desprendimientos blancos. Nuevo Espacio: desprendimiento del FA. PI: desprendimiento del NE. Unidad Popular: desprendimiento del FA. En el medio hubo desprendimientos blancos y colorados que luego volvieron al redil. Este no tiene raíces, como tal, en los partidos, más allá de que los dirigentes sí pueden haber estado militando o votando en algún partido, pero no es ningún desprendimiento.

M.R.: ¿Cómo lo explicamos?

O.B.: Lo explicamos desde muchos puntos de vista. Desde el punto de vista ideológico, es un partido claramente posicionado en una derecha popular, social, conservadora, profundamente católico, con una visión del artiguismo social, que lo aproxima mucho a la visión del artiguismo de la izquierda, más que a la visión tradicional. No es, siendo de derecha y conservador, liberal en lo económico, sino más bien con una visión muy positiva de la ganadería, la agropecuaria, por un lado, y es partidario de que el Estado controle las fuentes de energía, las comunicaciones. En ese sentido es bastante distante del pensamiento liberal, y además, en lo geopolítico, bastante distante de lo que pueden ser los grandes bloques de poder, con una idea muy regionalista, claramente contraria a la visión norteamericana de que los Ejércitos se transformen en Guardias Nacionales. Es un partido personalista, y yo lo definiría muy rápidamente con un líder que tiene muchos matices ideológicos, producto de una construcción de pensamiento de larga data.

P.T.: Si pensamos, con estos datos, cómo quedaría conformado el Parlamento, ¿A quién se le complica más, pensando en que nadie va a tener mayoría, crear alianzas?

O.B.: Hasta ahora, el Uruguay fue gobernado, desde la restauración institucional, con un primer gobierno que tenía un gran espacio. No había una coalición de gobierno, pero el FA aportaba mucho en la transición desde lo institucional, además del PN, que tenía ministros no políticos. Pero luego hubo tres gobiernos consecutivos, con el nombre que sea, de coalición PN-PC. Y luego tres gobiernos consecutivos de partido con mayoría propia. Son seis períodos consecutivos de gobiernos con mayorías parlamentarias, directas o construidas. Ahora, lo más fácil para una mayoría parlamentaria es por el lado opositor, PN, más PC, más PI, y eventualmente PdlG. ¿Pero le dan las cuentas? En principio no. Podrían llegar a los 15 senadores, aunque los estamos viendo en 14. Para que queden 14, una de dos: o CA saca tres, o el FA saca 14. En Diputados tendrían que llegar a 50, algo que hoy no parece tan claro. Y existe una buena probabilidad de que CA termine siendo el partido decisor de la construcción de una mayoría parlamentaria, que abre muchísimas interrogantes.

El FA tiene el problema que le falta una cultura de coalición. Incluso hemos visto, en el candidato presidencial, declaraciones en cuanto a que el FA podría buscar acuerdos legislativos para aprobar leyes. ¡Cuidado! Acá no se nombra un solo ente autónomo si no hay mayoría en Senadores. A veces creo que hay una visión simplista en la izquierda, de que con cargos se consiguen los votos. La cosa es más complicada. Porque si además la oposición se pone furiosa y se forma una coalición opositora mayoritaria, que pueda llegar a tener 58, 60 diputados, y empiece a voltear los ministros. Empezaríamos a tener una inestabilidad de Gobierno. Para evitarlo hay que, por lo menos, evitar una coalición opositora mayoritaria. Que la oposición esté algo dispersa y tener una parte “amigable”.

M.R.: ¿Identifica sectores con ese perfil, como para acercarse a un eventual gobierno del FA?

O.B.: Esto se empieza a ver el 25 de noviembre, después del balotaje. Y hay que ver cómo queda el Parlamento. Una banca más o menos facilita o no un acuerdo. Por eso el diseño que quede la noche del 27 de octubre es muy importante, para la futura gobernabilidad, y para el balotaje. No es lo mismo si el Paramento queda de una manera o de otra. Imaginar hoy el balotaje es muy ilusorio, si todavía no tenemos el Parlamento de por medio, y la cómo será la actitud de los partidos que no van al balotaje. ¿Reaccionarán con fuerza, como Luis Alberto Lacalle la noche del 31 de octubre del 99, llamando a votar a Jorge Batlle? Esa es una. Otra es 2009, 2014, donde lo que hubo fue algún apoyo individual de Pedro Bordaberry, pero no un apoyo formal del PC. Todo esto condiciona mucho el balotaje.

P.T.: ¿De qué manera puede llegar a reaccionar CA, con una bancada de ocho o nueve diputados? Porque hoy no conocemos a los legisladores que podrían llegar a asumir…

O.B.: Es un bloque, claramente. Primero: Uruguay tiene una altísima disciplina de partidos. Tanto es así que lo que es noticia es cuando no hay disciplina. Y un partido personalista, con un líder de impronta caudillista, como Guido Manini Ríos, mucho más va a ser un partido altamente disciplinado. Probablemente tenga dificultad para tener buenos operadores políticos en el Parlamento, porque no hay ninguna figura que tenga antecedentes en la materia.

M.R.: ¿Cómo se analizan estos chisporroteos de las últimas horas entre Talvi y Lacalle Pou, porque el primero no estará en el debate con Martínez?

O.B.: No tengo claro si los argumentos de Talvi son valederos. No sé si esto beneficia a Lacalle Pou y a Daniel Martínez; todo depende de cómo les vaya a los dos en el debate. Si los dos hacen un muy buen debate pueden ser ganadores los dos. La idea de que en un debate hay un ganador y un perdedor se demostró en el mes de junio, cuando Andrade y Talvi fueron dos ganadores. Ahí ninguno perdió. Y de repente no es tan bueno el desempeño de uno, o de los dos, y eso beneficia a Talvi. A veces quedar afuera está mal, uno sufre, y a veces el que queda afuera es el gran beneficiario de los errores de otros. Creo que el gran problema que le veo a la oposición es que el PN fue girando, desde diciembre, sobre todo Lacalle Pou y su grupo, desde una posición muy acuerdista del sistema político y de escasas transformaciones, “evolución”, una cosa muy suave, a una línea mucho más fuerte, de una oposición más dura. Uno diría en una línea entre conservadora y de derecha, que no es lo mismo. La conservadora es cuando lanza una idea de una agenda pro vida. Ahí tiene un referente claro, que es tratar de que el aborto, sin derogar la ley, se aplique lo menos posible. Eso está ligado a otra serie de mensajes de que no le gusta la Agenda de Derechos. Y de derecha en cuanto a que se fue sumando, cada vez, a posiciones más duras. Últimamente pasó, con la figura de Talvi en el PC, que, habiendo creado un gran estallido, apareciendo como una gran figura mágica, prácticamente en los 60 días anteriores a las elecciones internas, con una impronta que la gente entendió como “batllistizada”, que fue bastante complicado para el FA, le empezó a morder mucho por ese lado, y siguió en ese trillo, pero desaparece diez, once días, de la campaña electoral, y reaparece otro Talvi. Más peleador, menos conciliador, pero además que vuelve a sus raíces de pensamiento como técnico, más afín al liberalismo económico. Hemos visto en la última encuesta, que fue antes de este giro, que esto generó una baja en la adhesión a Talvi, y la misma cantidad de adhesión, aunque hay que tener cuidado porque son números muy chiquitos, de crecimiento del FA. ¿En dónde? En la clase media y alta, y en la gente más interesada en política. Es precisamente el sector en que Talvi fue el gran arrollador de un FA que fue un poco arrollado. Ahora nos parece que la reaparición, como actor político, de Danilo Astori, fue fundamental, aparece del lado del FA una figura que puede pelear ese electorado, más allá de que uno es renovación del elenco político, y el otro es más la continuidad. Apunta a que hay una disputa de electorado entre el FA y Talvi.

Estamos viendo que un FA que no está haciendo bien la campaña electoral, uno ve que hay distintos comandos, con estrategias distintas, discursos distintos; creo que está amparado por los dioses del Olimpo, que han puesto alguna computadora para que promedie las cosas distintas que dice el FA. Porque las estrategias son todas diferentes, y, de repente, sale una línea que le va bien, que no la trazó nadie.

M.R.: ¿Qué ejemplos identifica?

O.B.: Desde que existen, por ejemplo, dos comisiones de programa, o dos referentes de programa, uno en torno al candidato presidencial, otro como presidente de la Comisión de Programa del FA. O cuando aparece el candidato presidencial diciendo que haría determinada cosa, y por otro lado, un libro inmenso, lleno de capítulos y subcapítulos, aprobado por el Congreso del FA, por la Comisión de Programa, y parece que lo uno y lo otro a veces no se tocan, e incluso cuesta interpretar.

P.T.: ¿Martínez está trabajando su candidatura al margen de la estructura del FA?

O.B.: Sí. Es bastante claro eso, y es bastante claro que los grandes sectores están manejando la estrategia por su lado. Uno ve que hay una estrategia del MPP, la de Andrade, ahora aparece una del astorismo, Bergara, Michelini, en fin… No se ve una conducción central del FA como se vio en otras oportunidades. Sin embargo, pese a esto, está teniendo la ventaja de que la oposición está compitiendo entre sí, y para hacerlo están alejándose del electorado dudosamente frenteamplista, en propuestas más de competencia entre ellos, más hacia la derecha, conservador. Eso beneficia al FA.

M.R.: ¿Identifica también al PI en esa actitud?

O.B.: Entre el PI de 2014 y el de hoy ha habido un giro muy grande. El de 2014 era “la otra izquierda”, el partido que iba a construir una mayoría parlamentaria, y con mayor equidistancia, el partido bisagra. Hoy es un partido que proclama que el elemento central de esta elección es sacar al FA del gobierno. Hay un giro bastante importante, con pocas coincidencias con el FA. En el FA encuentro que, si al sistema político lo vemos como una sucesión de placas, donde cada una se apoya en la anterior y la posterior, se solapa con las dos, un conjunto de votantes puede ir deslizándose de derecha a izquierda, de izquierda a derecha, sin obstáculos. Yo veo que las placas se están separando, las de los partidos opositores, dejando de lado a UP y al PERI, es están superponiendo entre sí, y están dejando un vacío con el FA. El tema es que el frenteamplista desconforme, enojado, desilusionado, tiene dos opciones: o pega el salto o no tiene adónde ir. No tiene primos hermanos, el FA sigue siendo lo que está más cerca o menos lejos de lo que le gusta. Esto, al FA, como geografía política, lo ha beneficiado.