El Observador
Esas capas medio altas los ciudadanos se han sentido los más perjudicados o los menos beneficiados por los gobiernos frenteamplistas […] Contra esta percepción centrifugadora de votos al Frente Amplio, aparece un primer antídoto: las oposiciones no tienen un discurso que sintonice con esos malestares, que demuestre que los comparte y que les ofrece cambio […] Otro factor de retención que encuentra el Frente Amplio se observa en el plano político y en el plano de los valores.
El FA se juega entre el descontento económico y el apoyo en los valores
Los estudios demoscópicos indican que el Frente Amplio afronta una erosión muy grande en las capas medias*, uno de sus grandes fuertes en la etapa fundacional: la burguesía y pequeño burguesía**, es decir, los profesionales universitarios y los técnicos de nivel terciario, los ejecutivos, los pequeños y los medianos empresarios que gestionan su propio capital, y los trabajadores independientes o por cuenta propia. Allí es donde se concentra una parte significativa del voto débil del Frente Amplio (potencialmente perdible y ganable por la oposición). Al Frente en estas capas le va la mitad de la vida (la otra, en el subproletariado) y consecuentemente le va buena parte de su suerte a la oposición.
Cuando el Frente Amplio se constituye, el 5 de febrero de 1971, lo hace basado en una alianza de clases entre las capas medias y los sectores asalariados (empleados y obreros). Así la declaración constitutiva refiere como elementos inclusivos “a trabajadores, estudiantes, docentes, sacerdotes y pastores, pequeños y medianos productores, industriales y comerciantes, civiles y militares, intelectuales y artistas, en una palabra, a todos los representantes del trabajo y la cultura”. Hoy, las capas medio altas frenteamplistas sienten dudar del mantenimiento de esa alianza.
En esas capas medio altas los ciudadanos se han sentido los más perjudicados o los menos beneficiados por los gobiernos frenteamplistas. Al respecto cabe señalar como elementos de afectación: Uno, el sentir que son quienes pagan los mayores impuestos y contribuciones en términos relativos, y a su vez ven como grave injusticia las exoneraciones tributarias a las grandes inversiones extranjeras, e inclusive a los proyectos de interés nacional tanto de capitales extranjeros como uruguayos. Más aún, en el sector de profesionales con ejercicio liberal surge el enojo de la carga tributaria y rigurosos controles, mientras colegas suyos de alto porte reciben importantes exoneraciones o devoluciones tributarias.
Dos, sentir —especialmente los que trabajan en relación de no dependencia— que sufren los efectos de una administración cada vez más burocrática y controladora, con mayores trámites e inspecciones, donde rige el principio opuesto al del derecho liberal y garantista, la presunción de culpabilidad: todo contribuyente es culpable hasta que demuestre lo contrario. Inclusive con una inflexibilidad hacia los ciudadanos que contrasta con la flexibilidad con que la administración elude sus propios errores y falencias. Tampoco entienden cómo puede haber deudores con deudas varias veces millonarias y propuestas de reducción de por ejemplo el 90% de esas deudas. O asisten perplejos a ver en el ámbito previsional el persistente desconocimiento de la jurisprudencia del Tribunal de lo Contencioso Administrativo y hasta el desconocimiento de las prescripciones legales; solo quien tiene la capacidad para esperar los largos años de recursos y juicios encuentra amparo legal. Se enfrenta a una concepción burocrático-autoritaria de la administración, donde ningún jerarca tiene idea de qué es el riesgo económico, el sube y baja de la actividad económica, la pelea del día al día sin retribución asegurada, sin la comodidad económica del funcionario.
Tres, ver que estas capas medias son consideradas como “el enemigo de clase”, el que debe pagar las políticas sociales y además compensar con sus tributos la reducción o exención de impuestos a los grandes capitales, los cuales a su vez no son fáciles de gravar dada la volatilidad territorial de sus inversiones o la protección internacional de la inversiones de radicación.
Cuatro, sentir la acción del BPS por un lado y al IRPF (y la DGI) por otro como los símbolos del descontento. Y ver además como una parte no menor de la dirigencia sindical y de la administración enfoca sus cañones contra estas capas sociales.
Toda fuerza política tiene derecho a estar en contra de ese sentir de las capas medio altas y considerar que es de toda justicia lo que hace. Lo contradictorio es llevar adelante esas políticas y a la vez pretender obtener su voto. O lo uno o lo otro. Las dos cosas juntas no van.
Contra esta percepción centrifugadora de votos, al Frente Amplio le aparece un primer antídoto: las oposiciones no tienen un discurso que sintonice con esos malestares, que demuestre que los comparte y que les ofrece cambio; carecen de una actividad militante en esos sectores, no cuentan con referentes, no tienen un relato de sus dificultades. Es lo contrario de lo que ocurre en Argentina, en que el drama de las pequeñas y medianas empresas es un tema constante en la campaña electoral.
Otro factor de retención que encuentra el Frente Amplio se observa en el plano político y en el plano cultural, el plano de los valores. En esas capas medio altas se concentra la población que más valora la despenalización del aborto, la memoria histórica del periodo militarista, la laicidad del Estado en la concepción uruguaya del término, los derechos humanos, la agenda de género, la equidad de la mujer, el combate al femicidio y también la legalización de la marihuana y el control estatal de su producción y comercialización. En líneas generales, estas capas medias identifican al Frente Amplio como el gran propulsor de estos cambios y piensan que es el que más lucha por igualdad, libertades y garantías.
Entre la decepción y la falta de una propuesta alternativa, entre la decepción en lo económico y la conformidad en el plano de los valores, está el dilema que cada quien discernirá de aquí al domingo 27, y de ese discernimiento resultará cuánto en definitiva va a perder el Frente Amplio y cuánto va a ganar la oposición, cuánto va a retener uno y cuánto va a dejar de ganar el otro. Esta batalla en estas clases sociales es un combate cuasi decisivo para el vuelco de los que faltan volcarse hacia el oficialismo o hacia la oposición.
* Segunda de tres notas. Ver como primera nota, “El voto en las clases sociales”, El Observador, octubre 12 de 2019, en Portal FACTUM
** Clasificación de Erikson, Goldthorpe y Portocarero, reelaborada por Maraffi, Shadee, Vezzoni y Ballarino