29 Ago. 2020

Una elección de medio periodo

Oscar A. Bottinelli

El Observador

Las elecciones departamentales de 2020 podrían verse como “elecciones de medio periodo”, pues ya transcurren con un gobierno con alto rodaje […] por la intensidad política, económica y social que implica la pandemia. En la memoria de todos los uruguayos, febrero es un mes lejano, de otro mundo, como podría ver un mundo en paz un habitante de un país que estuviese en su séptimo mes de guerra

El 27/9 cabe observar si hay permanencias o cambios entre los bloques.

En estudios electorales se denomina “elecciones de medio periodo” a las que no son elecciones en que se define la titularidad del gobierno y ocurren entre una y otra elección en que sí se define esa titularidad. Es decir, se realizan durante el periodo de ejercicio del gobierno. Las elecciones en que se define la titularidad del gobierno pueden ser de tipo presidencial (en regímenes presidenciales y semipresidenciales) o de tipo parlamentario (en regímenes parlamentarios)

Los dos modelos más clásicos de elecciones de medio periodo son:

Uno. La elección legislativa por renovación parcial de alguna cámara (caso Argentina, en que la mitad de los miembros de la Cámara de Diputados se elige sincrónicamente con el presidente de la Nación y la otra mitad se elige a los dos años, exactamente a la mitad del periodo presidencial) o por diferencia de duración del periodo legislativo (caso Congreso de los Estados Unidos, que dura dos años, la mitad de la duración del periodo presidencia)

Dos. Diferentes tipos de elecciones subnacionales, es decir, regionales, provinciales, departamentales, municipales, comunales o similares.

En ambos casos, una real elección de medio periodo es cuando el derecho al voto corresponde a la totalidad del electorado nacional, al mismo universo que puede participar en la elección de definición de la titularidad del gobierno. Es decir, una elección geográficamente nacional en que se elijan los gobiernos o administraciones de la totalidad de las provincias, de los departamentos o de los municipios que cubran la totalidad del territorio del país.

Un efecto discutido son los efectos de las elecciones de medio periodo, porque pueden producir impactos muy fuertes sobre la gestión gubernativa. Un gobierno puede quedar reforzado o puede quedar debilitado en función de los resultados de esas elecciones, en que técnicamente no se vota nada directamente relacionado con el gobierno; mucho más si se trata de elegir intendentes o alcaldes.

El caso más impactante que registra la historia son las elecciones municipales españolas del 12 de abril de 1931. El resultado, especialmente por lo registrado en las capitales de provincia y en los municipios más poblados, dio una nítida ventaja a los republicanos. Cabe repetir: se elegían alcaldes y concejales. Pero el líder republicano Niceto Alcalá Zamora proclamó (la frase no es textual): España votó por la República, cayó la Monarquía. Y el rey Alfonso XIII marchó al exilio y sólo abdicó diez años después. Corresponde añadir un dato fáctico nada insignificante: el jefe del Ejército y de la Guardia Civil dio el apoyo al líder republicano. Como quien dice, venció la jurisprudencia más contundente e inapelable.

Sin este dramatismo, sin acostarse en Monarquía y despertarse en República, muchos países han visto en las elecciones nacionales cambios sustantivos o, a la inversa, reforzamiento del gobierno. Es decir, el voto a alcaldes y concejales derivado en plebiscito sobre la gestión gubernativa. Esto es lo que llevó sistemáticamente al Partido Colorado a rechazar la separación de las elecciones nacionales de las departamentales y luchar por la conservación de las elecciones sincrónicas. Cuando en 1996 no tuvo fuerzas para resistirse, ante la conjunción del Partido Nacional y el Frente Amplio en pro de la separación, logró evitar su transformación en “elecciones de medio periodo” al quedar fijada apenas producida la instalación del gobierno, más o menos unas diez semanas después. Con ese lapso entre la inauguración gubernamental y los comicios, aparece poco sensato pretender inferir pronunciamientos de tipo plebiscitario sobre el Gobierno.

Tan fue así, que en mayo de 2015 pasó inadvertido un hecho trascendente. Mientras en octubre el Frente Amplio derrotó a los partidos tradicionales sumados, en mayo el resultado fue a la inversa, perdió el Frente Amplio. En octubre de 2014 el FA logró el 47,8% y la suma de Partido Nacional y Partido Colorado, el 43,8%. En mayo de 2015, el FA alcanzó el 43,2% del total de votos contabilizados por la Corte Electoral en la elección departamental, mientras que la suma de Partido Nacional, Partido Colorado y Partido de la Concertación (en Montevideo) arrojó 47,5%. Un swing fuerte.

Las elecciones departamentales de 2020 podrían verse –no puede afirmarse con absoluta claridad- como “elecciones de medio periodo”, o al menos aproximarse algo a esa definición, pues ya transcurren con un gobierno con alto rodaje, no solo porque va a estar culminando su séptimo mes, sino por la intensidad política, económica y social que implica la pandemia. En la memoria de todos los uruguayos, febrero es un mes lejano, de otro mundo, como podría ver un mundo en paz un habitante de un país que estuviese en su séptimo mes de guerra. Ese antes queda muy lejos de este después.

Además de lo que impacta en cada departamento y en cada localidad, toda jornada de elección departamental separada de la nacional permite ver algunos resultados significativos:

Uno. Cuántos departamentos gana cada partido y cuántos pierde (en el sentido de logro o pérdida de los cargos de intendente y de la mayoría de la Junta Departamental)

Dos. Cómo es el desempeño en los departamentos de mayor alternabilidad, que en esta elección son fundamentalmente Rocha, Salto, Paysandú, Río Negro y quizás, muy quizás, Florida.

Tres. El mantenimiento de largas hegemonías como la del Partido Colorado en Rivera y las del Partido Nacional en Cerro Largo, Tacuarembó, Treinta y Tres, Lavalleja, Durazno, Flores, Soriano, Colonia y San José.

Cuatro. En especial la conservación de la también larga hegemonía del Frente Amplio en el departamento capital

A ello, se agrega el componente de “medio periodo”. Cuánto se mantiene y cuánto cambia la correlación habida el 27 de octubre de una Concertación Multicolor ampliada (incluido el PERI) en el 55,4% y un Frente Amplio en el 39,0%. Si realmente se produce algún cambio verdaderamente relevante en favor de uno o de otro bloque.