16 Jul. 2022

En la hora de la despedida

Oscar A. Bottinelli1

El Observador

El no involucramiento del investigador con el objeto de estudio, la aceptación plena de la diversidad, la mirada pluridimensional, el uso del matiz constituyen los elementos clave de la concepción epistemológica que presidió estas casi tres décadas de análisis político, unos de coyuntura y otros de carácter estructural.

En 28 años y 5 meses se publicaron 1226 artículos de análisis político

El 14 de febrero de 1994 se publicó el primer artículo de este autor en El Observador. Hoy, al cabo de 28 años y 5 meses, se publica el último. En total fueron 1226 artículos, 262 de los cuales fueron recopilados en dos libros, ambos en 2015: “Los juegos de poder”, prologado por el entonces presidente de la República José Mujica, y “La comarca, el vecindario y el mundo”, prologado por el ex presidente Julio Ma. Sanguinetti

Estos artículos son una mezcla de investigación académica y extensión universitaria, en algunos casos análisis de coyuntura, en otros de carácter estructural. La postura de este analista es ser un investigador científico que no se involucra con el objeto de estudio. La pretensión es la de objetivar, salir de escena y mirar los acontecimientos desde el otro lado del mostrador.

Esto implica una serie de supuestos clave:
Uno. Tratar consciente, deliberadamente, de reducir al mínimo posible la contaminación con los propios valores.
Dos, la aceptación de la diversidad ideológica. Partir de que no hay posiciones en sí mismas buenas o malas, correctas o incorrectas, sino que todas las posiciones sobre lo político, sobre lo público, corresponden a distintas formas que tiene el ser humano de ver y sentir el mundo. Los partidos se diferencian esencialmente porque son conjuntos de personas que ven el mundo, la vida, la sociedad de manera diferente o con matices significativos. Por tanto, a partir de esa aceptación de la diversidad, resulta absolutamente natural y lógico que la gente y los actores expresen posiciones divergentes y hasta irreconciliables.
Y tres, que el analista, para poder analizar a un actor político, trate de ponerse dentro de su cabeza, adoptar sus valores y sus cosmovisiones, actuar como debería actuar quien piensa y siente así. De esta manera y solo de esta manera, se puede entender; entender sin juzgar.

Hay sin embargo una parte valorativa en el análisis, en lo que se puede ver como la observación del juego de poder. Es cuando se analizan las estrategias, tácticas y movimientos. Cuando se observa si el jugador acierta en seguir el camino para obtener su objetivo, el suyo propio, no el objetivo que a uno le pudiere gustar; o si por el contrario yerra en la búsqueda de ese camino y conspira contra su propio objetivo. Lo que no cabe valorar es el objetivo en sí mismo, porque eso corresponde a la escala valorativa de cada jugador.

También corresponde descubrir cuáles son las reglas de juego, si los actores políticos las respetan o si por el contrario se mueven por fuera de ellas, o buscan salirse de las reglas sin ser vistos por los árbitros. Y avizorar cuáles son las consecuencias, para cada actor, para el sistema político, para la sociedad, que el juego se juegue dentro de las reglas, al borde de ellas o directamente sin reglas.

Otra postura epistemológica es el culto al matiz, rechazar la observación unidimensional y apostar a la visión en tres dimensiones; rechazar el blanco y negro para mirar el mundo en toda su paleta de colores. A vía de ejemplo: La política no se expresa únicamente en el eje izquierda-derecha, que es muy válido, en el que se ubican 9 uruguayos de cada 10 y utilizan los académicos en todo el mundo. Porque además de en el eje izquierda-derecha, la política se expresa en múltiples ejes políticos, geopolíticos, económicos, culturales, axiológicos y muchos clivajes puntuales o específicos de un lugar y de un tiempo.

La visión unidimensional y la visión en blanco y negro conducen necesariamente al maniqueísmo. El maniqueísmo impide ver al otro tal cual es; se traza una caricatura suya y a partir de allí se juzga esa caricatura. Pero además el maniqueísmo lleva de la mano a la intolerancia, a creer que hay un lado bueno y un lado malo de la historia, que quien piensa como uno solo puede estar en la verdad, y el que piensa diferente necesariamente debe estar en el error, el que piensa como uno lo hace por buenos motivos y el que piensa diferente lo hace por malas razones.

Para tratar de entender la política es necesario tratar de entender a los actores políticos y a los ciudadanos. Y para entenderlos hay que partir de la base que la decisión política de cada quien –actores y ciudadanos- es producto de la razón y de la emoción, de lo que aflora en la conciencia y de lo que subyace en el inconsciente. Que la relación de los ciudadanos con los actores políticos, de los ciudadanos entre sí y de los actores entre sí, es el producto interactuante de la simpatía y antipatía, de la empatía y la no empatía, de la proyección y la retroproyección, de la confianza y la desconfianza, de la aprobación y la desaprobación, de la comunión de visiones y la no comunión. Porque es fundamental comprender que cada persona es producto del lugar en que nació, del hogar en que se formó, del barrio, de su clase social, de qué educación recibió y dónde, de sus relaciones familiares, laborales, sociales, lúdicas. Eso determina la conducta personal hacia lo individual y hacia lo colectivo.

El análisis tampoco puede ser parte de operativos políticos, de campañas en favor de algo o alguien, ni tampoco en contra de algo ni de alguien.

El no involucramiento con el objeto de estudio, la aceptación plena de la diversidad, la mirada pluridimensional, el uso del matiz, tienen mayor recibo cuando hay una sociedad en que predomine la tolerancia, cuando se acepte la existencia de campos neutrales. Cuanto más crece la intolerancia, menor espacio hay para este tipo de conductas científicas. Porque la intolerancia no solo es que de un lado no se acepte al otro, se lo acose y agreda, sino aun más que no se acepte que pudiere existir la pretensión de equidistancia.

En tiempos como éste, es necesario que esta concepción epistemológica encuentre los espacios para expresarse en plenitud.


1 Profesor Titular Grado 5 de Sistema Electoral y Régimen Electoral Nacional de la Universidad de la República, en calidad de Docente Libre