TV Ciudad - Informe Capital
Eduardo Bottinelli analiza los datos del Índice FACTUM, y explica por qué algunos de los candidatos a presidente y vicepresidente generan mayores rechazos que otros en la ciudadanía.
M.R.: ¿Qué nos vas a presentar hoy?
E.B.: Vamos a ver la Encuesta Nacional FACTUM, de Agosto/Setiembre. Veremos la imagen que la ciudadanía tiene sobre los candidatos presidenciales y vicepresidenciales de los tres principales partidos. Veremos dos indicadores, el primero, la respuesta directa a la pregunta “Independientemente de sus preferencias políticas y personales, ¿Qué opinión tiene de los siguientes candidatos presidenciales?”. Ahí vamos a tener unas respuestas, que agrupamos en positivas o negativas. Luego vamos a esta mirando lo que llamamos el Índice FACTUM de Imagen, que toma las opiniones positivas y no negativas mediante una fórmula que resume, en un único número, esas opiniones positivas, neutras y negativas, y el grado de opinión que tiene la gente. Cuanto menos conocida o menos grado de opinión haya, más bajo es el Índice. Esto nos permite, mirando un solo número, ver cuánto puntúa, cuánto es en la evolución, y comparar unos con otros de una forma más sencilla.
En el primer gráfico vemos qué imagen tiene la ciudadanía de los tres principales candidatos presidenciales, donde, en la barra verde, vemos las opiniones positivas, la amarilla es la neutra, la roja es la negativa, y la gris es la No opinión, que tiene que ver con desconocimiento de las personas.
Vemos que Daniel Martínez tiene un 55% de opiniones positivas, un 4% de opiniones neutras, y un 36% de opiniones negativas, por lo que nos queda un 5% de personas que no opinan.
En el caso de Lacalle Pou tenemos 47% de opiniones positivas, un 4% de neutras y un 48% de negativas, con un 2% de No opinión, y Talvi, un 52% de positivas, un 5% de neutras y un 34% de negativas, con un 9% de No opinión.
Con estos datos vemos que la figura de Lacalle Pou tiende a tener más polarización, con un grado de conocimiento y de opinión mayor, mientras que las figuras de Daniel Martínez y Ernesto Talvi tienden a tener más opiniones positivas y menos negativas. Lo que habitualmente se trabaja como un saldo neto tiende a ser positivo.
El siguiente gráfico es el mismo que hemos visto, pero con el número agregado por debajo, que es el Índice FACTUM de Imagen, la medida resumen que utilizamos para comparar los resultados en un único indicador. Ahí, debajo de las barras, tenemos 59 puntos Daniel Martínez, 49 puntos Luis Lacalle Pou, y 57 puntos Ernesto Talvi. Es la medida con la que podemos obtener un número que nos permite ver cuánto es el indicador de opiniones positivas y cuánto es el grado de opinión. En este caso, los tres son muy conocidos, el caso de Talvi un poco menos, pero el indicador muestra que, a partir de los 50 puntos, podemos estar hablando de calificaciones buenas. En los tres casos estamos en opiniones buenas hacia arriba. El caso de Lacalle Pou está bien en el límite, pero no tenemos figuras que tengan una imagen claramente negativa ni demasiado positiva. Están en un rango de entre 50 y 60 puntos, que podemos llamar Buena. No levantan grandes rechazos, tampoco levantan grandes pasiones. Esto es bastante entendible en el contexto que estamos.
Veamos la evolución que ha tenido este indicador y los contrastes que existen. El gráfico siguiente nos muestra la evolución que ha tenido el indicador. Vemos que Daniel Martínez, que es el que está por encima, ha oscilado entre los 59 y 65 puntos en todo el período, con un pico de 73, que fue en 2018, cuando empezó a manejarse su nombre fuerte como candidato presidencial, y con un avance en la gestión de la Intendencia de Montevideo. Cuando pasa a ser precandidato oficial vuelve a su nivel anterior, porque empieza a recibir una serie de resistencias por parte de los no votantes del FA.
Desde que empezamos a medirlo, a lo largo de este año, vemos que ha tenido un proceso descendente sistemático en su grado de imagen. Si bien no son caídas importantes, el indicador muestra que sistemáticamente viene con una caída.
El segundo nivel es el de Luis Lacalle Pou, por el tiempo en que lo venimos midiendo. Ya lo medíamos en 2017, tenemos el comparativo con 2018. En 2017 estaba en mejor posición que lo que estuvo después. Estaba en 57 puntos; luego, en 2018, comienzos de 2019, estaba en 51, 52 puntos, tuvo una leve mejora de cara a las elecciones internas llegando a 55 puntos, y pasadas las internas tiene una caída a los 48 puntos, y 49 ahora. Se ha mantenido en un rango entre los 48 y los 55 puntos. Sus picos tienen que ver con la previa de las elecciones internas, tenía un mejor posicionamiento cuando se acercaban, y una caída posterior a las internas, que se acompaña con la caída de la intención de voto del PN. En el caso del candidato tiene una caída en términos de imagen.
Luego, en el caso de Ernesto Talvi, empezamos a medirlo en 2018. En 2018 y el arranque de 2019 tiene niveles muy bajos en términos del Índice FACTUM de Imagen, asociados, principalmente, a temas de conocimiento. Era poco conocido, el que se largaba a competir contra Sanguinetti, alguien que no aparecía en los primeros planos, y que fue mejorando con el paso del tiempo, al punto que antes de las internas llega a 59 puntos. Entre estos tres, queda en el segundo lugar, posicionado, en términos de imagen, por encima de Lacalle Pou. Y después de las internas tiene un mejoramiento de su imagen, pasando a los 61 puntos. Ahora tiene un pequeño retroceso, a los 57 puntos.
P.T.: ¿Qué puede influir en la opinión para la construcción de esta imagen positiva, o negativa?
E.B.: Hay distintos elementos que van moldeando la imagen que tiene la gente. La primera es, si alguien no es candidato y es simpático, tiene buena llegada con la gente, tiende a tener buena imagen en el conjunto de la población. Cuando se va posicionando, empieza a tener chances, empieza a ser criticado por los adversarios. Después, el posicionamiento mediático ayuda, y el propio desarrollo de la campaña nos va marcando cuánto impactan positiva o negativamente la actuación de los candidatos en los medios, los actos, la arena política. Eso va afectando la imagen de los candidatos.
M.R.: ¿Por qué a Lacalle Pou le cuesta un poquito más?
E.B.: El primer elemento explicativo bien directo es que los votantes frenteamplistas lo quieren poco y nada. Es donde tiene peor performance. Despierta mucho más rechazo que Talvi. Puede haber características personales, políticas, o puede estar también que es el principal contendiente del FA en la actualidad. Es un combo que hace que la reacción, desde los votantes del FA, los actuales pero también entre quienes votaron al FA en 2014, sea de un rechazo más importante. También pasa cuando miramos el espectro ideológico, cuanto más a la izquierda, mayor es el rechazo a Lacalle Pou.
Lo mismo sucede, pero con gradientes distintos, en Daniel Martínez con los votantes de los partidos tradicionales, o Talvi con los votantes del FA, pero en menor medida. Es mucho mayor la opinión negativa que tienen los votantes del FA sobre Lacalle Pou que sobre Talvi. Algo similar sucede entre los votantes del PN: son mucho más críticos hacia Daniel Martínez que los votantes del PC. La confrontación entre votantes del FA hacia el FA y votantes del PN hacia el FA es más dura que la que se está dando entre votantes del FA y del PC.
P.T.: Si esto lo queremos llevar a otras elecciones, ¿Puede tener una incidencia, pensando en la posibilidad de una segunda vuelta?
E.B.: Sí, pero sin necesariamente tener una incidencia sobre el resultado del balotaje. Tabaré Vázquez despertó, a lo largo de su historia política, menos resistencias que las que despertó, por ejemplo, Mujica. Los dos participaron en balotaje, los dos ganaron. Sin embargo, en la imagen de la ciudadanía, era mucho más parteaguas Mujica que Vázquez. Más allá de las figuras individuales, para un balotaje también hay un peso sobre lo partidario, por más que las banderas partidarias no juegan. Para empezar, tenemos la fórmula. En el caso de Mujica tuvo un peso importante para poder levantar algunas barreras hacia su figura, con Astori como compañero. Por otro lado, está la comparación entre las dos candidaturas que compiten en el balotaje. En el caso de Mujica, con Lacalle Herrera, ambas eran figuras que despertaban grandes pasiones y grandes rechazos, como no sucede con los que están compitiendo ahora. Estos tienden a tener un apoyo grande dentro de sus partidos, tienen a tener un rechazo mayor fuera de sus partidos, pero, dentro de los grandes bloques, no hay grandes diferencias en que sean figuras extremadamente polarizantes, como pasaba en el caso de Mujica, por poner un ejemplo.
P.T.: Seguimos avanzando, porque la fórmula siempre es de a dos.
E.B.: Exactamente. Las fórmulas pueden ser complementarias por características personales, por características, elementos o definiciones políticas, y también de perfiles en términos de opinión pública. Cuando vemos, en el gráfico que comparamos, la imagen de las tres candidaturas a vicepresidente, tenemos, acá sí, alguien que despierta un poco más de rechazo, como es la candidatura de Graciela Villar, que tiene un 38% de opiniones positivas, un 2% de opiniones neutras, un 42% de opiniones negativas, y un 18% de No opinión. En muy poco tiempo se hizo muy conocida. Por las buenas o por las malas. En tiendas del FA tiende a recibir un apoyo importante, aunque crítico en algunos sectores, pero levanta resistencias inmediatas fuera del FA, sobre todo en los sectores más decididos del PN y del PC.
El caso de Beatriz Argimón muestra una imagen más positiva. 54% de opiniones positivas, 3% de opiniones neutras y 27% de opiniones negativas, con un 15% de No opinión. Si bien tiene muchos años de actividad política, ha estado como presidenta del Directorio del PN durante un par de años, igual tiene niveles de conocimiento y de opinión en el nivel de Graciela Villar que, en términos de opinión pública es más nueva. Esto tiene que ver con la exposición, con el momento en que aparece, con los impactos que va teniendo. Eso le fue dando una visibilidad que no tuvo Argimón en este contexto específico.
El caso de Robert Silva tiene un 37% de opiniones positivas, un 3% de opiniones neutras y un 28% de opiniones negativas, con un 32% de personas que no opinan, que es un porcentaje elevado para una candidatura a vicepresidente, a casi dos meses de las elecciones. Es un hándicap importante, porque todavía tiene terreno para hacerse conocer, si quiere apalancar de forma efectiva a la fórmula presidencial.
Cuando comparamos estos resultados mirando el Índice FACTUM de Imagen, vemos que, en el caso de Graciela Villar obtiene 43 puntos, tiende a ser más negativo, y si lo comparamos con los presidenciales está por debajo, porque el más bajo es Lacalle Pou, con 49. Robert Silva queda en 46, también por debajo de los 50, pero, sobre todo, más allá de que despierta una opinión negativa interesante para la cantidad de gente que opina, tiene un grado de desconocimiento importante, que lo que hace es tirar hacia abajo el indicador. Y Beatriz Argimón, si comparamos entre presidenciables y vicepresidenciables, es la que termina teniendo mejor imagen, con 61 puntos, porque Daniel Martínez esta en 59.
P.T.: La candidatura de Argimón aporta a la fórmula blanca lo que no aportan los otros dos candidatos a vicepresidente.
E.B.: Lo que pasa es que la función de la candidatura a vicepresidente puede ser distinta. La de Graciela Villar tuvo una primera función que fue la de apuntalar a la militancia, que venía un poco con las banderas bajas. Una militante de años, puesta en un lugar de privilegio dentro de la estructura, potenciando esa base, para reactivarla. Lo de Beatriz Argimón pasa a ser más una cuestión, primero, de fórmula paritaria, de equilibrios dentro del PN, porque, si bien no pertenece a un grupo fuera del de Lacalle Pou, al haber estado en la presidencia del PN y haber tenido que laudar temas internos, era la representante de un arco un poco más amplio que solamente dos sectores dentro de la fórmula presidencial. Más consensuado, sin ser impulsado fervientemente por todos los sectores.
El caso de Robert Silva aporta novedad, que a lo que apunta Talvi es a una renovación de elencos que vienen de perfiles distintos. Cada uno, en su función y en su propio contexto político o partidario tiene elementos que aportan diferenciales.
M.R.: Hay un afiche callejero del PC muy interesante, que dice “Talvi-Silva”, y abajo desglosa “el economista, el educador, Montevideo y el interior”. Hay pistas de lo que buscó Talvi o quiere mostrar el PC en ese hombre que todavía la gente no conoce.
P.T.: Vamos a la evolución.
E.B.: El gráfico de evolución muestra dos momentos: la primera encuesta, de Julio/Agosto, y la actual, porque las fórmulas se definieron ahí. Lo que vemos es que no hay grandes movimientos, pero hay una pequeña caída de Beatriz Argimón, en términos de imagen, una caída un poquito más pronunciada de Robert Silva, que pasa de 50 a 46 puntos, y una leve mejora de la imagen de Graciela Villar, de 41 a 43 puntos.
Hay cuestiones que apuntalan a unas y otras candidaturas. Claramente, Graciela Villar está sostenida en su imagen por los votantes del FA. Fuera del FA despierta resistencias importantes, al nivel de las resistencias que despierta Lacalle Pou en los votantes del FA. Vemos también que, en el caso de los candidatos presidenciales, el interés en la política no es un elemento que distinga sustancialmente la imagen que la gente tiene de los candidatos. En cambio, en el caso de las vicepresidencias, sí. Tienden a tener mejor imagen en los más interesados, y peor imagen en los menos interesados. Esto es porque hay menor grado de conocimiento. Tiende a opinar menos sobre los candidatos a vicepresidente la mayoría de la población que no le interesa la política.
El otro parteaguas importante que estamos viendo en el caso de las vicepresidencias es la autoidentificación ideológica. A medida que uno recorre la autoidentificación ideológica, de izquierda a derecha, Graciela Villar tiene un fuerte anclaje en la izquierda; Beatriz Argimón del centro hacia la derecha, y Robert Silva más hacia el centro.