El País
Considera que desde el regreso a la democracia, los gobiernos se equivocaron al no formar de manera adecuada a los militares. El politólogo, director de Factum, habló de la crisis en el Ejército y en el Poder Ejecutivo.
Es politólogo, dirige la empresa Factum y fue secretario político del general Líber Seregni hasta 1987. Considera que desde el regreso a la democracia, los gobiernos se equivocaron al no formar de manera adecuada a los militares. “¿Qué están enseñando y qué valores transmiten las escuelas militares? ¿Qué implica el honor militar? ¿Cuáles son los límites de una acción militar respecto a civiles o combatientes enemigos?”, preguntó Óscar Bottinelli, en una entrevista con El País, donde habló de la crisis en el Ejército y en el Poder Ejecutivo.
Tras esta crisis, ¿podemos decir que la forma de pensar de la mayoría de los militares que están en los lugares de decisión es la misma de hace 40 años?
No, creo que ha cambiado mucho. Hoy no tienen esa visión de hace 40 o 50 años de sentirse la garantía moral de la nación, la fuerza que defendía a la patria, con una visión muy poco democrática. Hoy hay un apego institucional de la oficialidad. Ahora, ellos no han logrado captar que una cosa es que haya condenas y gente presa, y otra es la verdad. Hubo un empecinamiento de muchos en no dar información, en ocultar lo que pasó.
Hace pocos días supimos que José "Nino" Gavazzo confesó que arrojó el cuerpo de Roberto Gomensoro al río Negro. Pero, según confirmó una investigación del periodista Leonardo Haberkorn en El Observador, el Tribunal de Honor y un Tribunal de Alzada entendieron que solo se afectó el honor del Ejército por haber permitido que el coronel Juan Carlos Gómez permaneciera tres años preso por ese asesinato, siendo inocente. ¿Cómo lo interpreta?
Los generales que participaron en los tribunales piensan que la defensa corporativa es lo más importante. Esa es una inversión de los valores, es entender que deben protegerse las cosas que se hagan, aunque sean delictivas. Una parte de la oficialidad superior debe entender que no es aceptable para la sociedad que consideren que la tortura y la muerte no afectan al honor militar. Desde que terminó la segunda guerra mundial queda claro que la guerra tiene límites y existen crímenes de guerra.
¿Usted considera que esto fue una guerra?
Es muy discutible si se estaba en guerra, muy discutible. Pero aun suponiendo que fue una guerra, considerar que haber cometido crímenes de guerra no es un deshonor para el Ejército muestra que hay un despiste de los oficiales superiores que intervinieron en este y otros casos.
Todos estos militares cuestionados estaban recién empezando su carrera militar al final de la dictadura.
Hablemos claro: es gente que no tiene nada que ver con esos acontecimientos. Y han sentido una defensa de la institución militar que no corresponde a los principios de una República democrática, a principios humanitarios, a la convención de Ginebra. Lo grave desde el punto de vista militar es que ellos están inspirados en la defensa de la institución militar. Cosa que uno lo entiende, pero ellos creen que la defensa de la institución militar es proteger a personas que han cometido violaciones, torturas y muerte.
¿Y los gobiernos deberían haber hecho algo para cambiar esta concepción?
El poder político sin duda tiene un déficit: en todas estas décadas, en 34 años desde el regreso de la democracia, no anduvo bien la formación militar. Hubo un error en la educación de los militares que se formaron en democracia, desde el momento que no entendieron todo esto.
¿Esta misma forma de pensar sigue estando en los militares que hoy se forman?
No conozco. Yo me limito a los que participaron en los tribunales de honor. Hoy lo que importa desde el punto de vista político es que haya una debida atención a cómo se está produciendo la formación en las escuelas militares, las que forman los cadetes o las de los altos estudios. ¿Qué están enseñando y qué valores transmiten? ¿Qué implica el honor militar? ¿Cuáles son los límites de una acción militar respecto a civiles o incluso a combatientes enemigos?
¿Esos valores hoy no se están enseñando?
No sé, yo digo lo que reflejan los fallos del tribunal especial de honor y del tribunal de alzada. Cuando alguien lo escribe es que está convencido de lo que dice. Y si está convencido hay un problema serio de entendimiento.
En cuanto a la búsqueda de la verdad, parece claro que recién con Jorge Batlle en el año 2000 los gobiernos empezaron a presionar para que se supiera más de lo que sucedió.
Era un tema muy delicado en los primeros años de la democracia...
Estaba todo muy tenso.
Sí, las transiciones no se hacen de un día al otro, las aguas deben asentarse y la ley de caducidad fue respaldada por el 57% de la ciudadanía.
Pero la ley tenía un artículo que ordenaba investigar lo sucedido.
Exacto, establecía la búsqueda de los desaparecidos. No era un tema fácil. Pero, 35 años después, son cosas casi históricas. Hay un pacto de silencio que impide investigar. Sin duda ha faltado colaboración de mucha gente. Este episodio marca un antes y un después: si Gavazzo dijo lo que dijo y se lo calló 45 años, hay muchas más cosas que puede hablar.
A nivel político, ¿cómo afecta al presidente Tabaré Vázquez y al secretario de Presidencia Miguel Ángel Toma este episodio?
Toma queda en una posición muy débil y hasta un senador cabeza de un sector (por Rafael Michelini) pide que se vaya. Sobre el presidente, hay dos lecturas: por un lado, los errores sobre los dictámenes del tribunal y por el otro, la actitud dura de eliminar toda esta cúpula militar.
Pero el presidente no llegó a cesar a Toma.
Hay que ver qué pasa en los próximos días, no creo que el tema esté del todo cerrado. Pero queda claro que no fue feliz la remoción del ministro de Defensa, que fue el que intervino con mayor lucidez. Me refiero a Jorge Menéndez.