30 Dic. 2001

Liberalismo y populismo

Oscar A. Bottinelli

El Observador

El presidente Rodríguez Saa en la CGT en mangas de camisa cantando la Marcha Peronista, las invocaciones a la "revolución peronista", los gritos de "Perón! Perón!", la resurrección de Evita, son señales que aparentan el retorno del peronismo originario, ausente de la Casa Rosada desde los albores de 1976.

El presidente Rodríguez Saa en la CGT en mangas de camisa cantando la Marcha Peronista, las invocaciones a la "revolución peronista", los gritos de "Perón! Perón!", la resurrección de Evita, son señales que aparentan el retorno del peronismo originario, ausente de la Casa Rosada desde los albores de 1976. Porque a lo largo de los años noventa, en la Presidencia estuvo una variante atípica del justicialismo, el menemismo, que ganó las elecciones con un discurso populista y gobernó de la mano del liberalismo ortodoxo (al menos en su primer periodo). Los anuncios del presidente provisional se encuadran en el populismo, y corresponden a las expectativas populares: cobro en fecha de pasividades y salarios públicos, retiro de los bancos de la totalidad de los haberes por sueldos y jubilaciones, fuerte plan alimentario, significativo seguro de desempleo y, más vagamente, medidas que apunten a la reactivación productiva. No se sabe si son los anuncios de un gobierno producto de una crisis institucional, de un presidente que acaba de ganar las elecciones, o de un candidato en el arranque de la campaña electoral. Porque la asunción de Rodríguez Saa aparece como una rara cruza de gobierno de emergencia ante una debacle institucional, un gobierno que se instala para gobernar largo rato y un presidente que inicia su campaña para quedar en el cargo más allá de su escueto término de noventa días. Es probable que esa escena en la CGT y sus posteriores presentaciones persigan un único objetivo: asegurar la continuidad de su mandato por todo el 2002 y el 2003; asegurarla mediante su reelección el 3 de marzo o mediante la no convocatoria a elecciones. Pero si lo que el presidente provisional persigue no es únicamente sentarse más tiempo en el Sillón de Rivadavia, entonces Argentina se encuentra a la vuelta de esquina del populismo. Para Uruguay los sucesos argentinos generan y van a generar un conjunto de impactos sobre el debate político, o más precisamente sobre la opinión pública y su posicionamiento en relación a las diversas ofertas políticas. En cuanto a la debacle institucional y sus causas, en principio hay tres líneas interpretativas:

Una, que el éxito económico durante los primeros seis años de Menem no fue otra cosa que la recaudación fabulosa por la venta de las empresas de todo tipo: telefonía, correos, electricidad, agua, gas, armamentos; en consecuencia, que no hubo éxito económico alguno y se estuvo ante un gobierno ineficiente y despilfarrador

Dos, que el problema es el modelo y no al mero despilfarro; no sólo el Estado se desprendió de todos los grandes bienes públicos con las privatizaciones, sino que además destruyó el aparato productivo con la apertura indiscriminada de la Economía. Lo que hubo fue el fracaso del modelo neoliberal

Tres, que las privatizaciones generaron un gran capital para invertir y fue mal invertido o dilapidado, pero el éxito económico de los primeros años de Menem fueron el producto de una economía dinamizada por las desregulaciones, la desburocratización, la competencia y la apertura de la economía. En consecuencia, lo que fracasó no fue el modelo, sino la falta de continuidad del mismo: apenas se dieron los pasos iniciales, la primera generación de reformas, y luego se estancó.

A cuál de estas interpretaciones adhiera en mayor medida la opinión pública uruguaya es sustantivo para ver cómo afecta a las diversas ofertas políticas. Lo fundamental es cuánto se considera como responsabilidad del modelo y cuánto no. Y en caso de considerarse que es responsabilidad del modelo, cuánto consideran los uruguayos que hay de similitud y cuánto de diferencia entre el modelo argentino y el modelo uruguayo.

Pero, además, si Rodríguez Saa continúa más allá de marzo y camina hacia soluciones populistas, también es otro impacto de consideración hacia Uruguay el éxito o el fracaso que tengan en estos dos años por venir, cómo resulten el cambio de rumbo y las medidas del nuevo gobierno argentino. Lo que resulta claro es que el futuro uruguayo y las varias elecciones del 2004 estarán influidas por lo que ha ocurrido y lo que va a ocurrir en la vereda de enfrente.