14 Jul. 2002

El efecto Lula

Oscar A. Bottinelli

El Observador

Efecto Lula es un término acuñado por analistas financieros y medios de comunicación oficialistas para describir el crecimiento de los indicadores financieros negativos, fundamentalmente el riesgo país y la cotización del real. Parte de dos hipótesis: que son muy elevadas las probabilidades de triunfo presidencial de Luiz Inácio da Silva (Lula) y que su gobierno supone un serio riesgo para las inversiones y la estabilidad del país.

La primera hipótesis aparece sobrevalorada. De la lectura atenta de las encuestas publicadas, y sin ningún otro elemento adicional, surge que Lula tiene el mejor escenario de cuantos ha tenido en sus cuatro presentaciones presidenciales, pero que tiene tantas posibilidades de ser electo presidente como de no serlo. Todavía faltan varios meses para la definición electoral y las encuestas revelan una alta volatilidad en las intenciones de voto. La segunda hipótesis está basada en las presunciones y perspectivas ideológicas de los analistas y no en el programa y las declaraciones del Partido de los Trabajadores. La experiencia uruguaya demuestra que las premisas de los analistas financieros en materia política y electoral no son del todo verificables; todos supusieron que el triunfo de Batlle implicaba la estabilidad de la moneda, la reducción de la inflación hasta llevarla casi a cero y el mantenimiento o baja de los impuestos; y muchos advirtieron que esos riesgos se encontraban en el triunfo de Vázquez, ya fuere como consecuencia deliberada de su política o producto de su impericia. Pero además, la lectura detenida de los informes de importantes bancos internacionales y calificadoras de riesgo, informes que han impactado de manera significativa en los mercados, revelan un bajo nivel analítico, un alto desconocimiento político (no sólo de Brasil o de la región, sino de la política como tal, como ciencia y como praxis); todo ello teñido de un elevado grado de ideologización que supone un cristal cuyo grosor y curvatura deforman la realidad.

Lo que se observa en Brasil, como en Bolivia y Argentina, es el surgimiento o resurgimiento de una fuerte intervención externa en las campañas electorales, ya fuere de forma abierta (como las declaraciones del embajador norteamericano en La Paz o las del subsecretario Otto Reich a propósito de varios países) o de forma indirecta, a través de la presentación de análisis de riesgo de inversión.

Todo indica, y el tema es de economistas y no de politólogos, que la crisis de Brasil es muy profunda, y poco o nada tienen que ver con ella las perspectivas electorales. También, que gane quien gane, va a tener un margen reducido de maniobra (como en Uruguay y Argentina); ese margen de maniobra es muy importante a favor o en contra de ciertos sectores económicos, del agro, la industria o la banca, de Minas Gerais, San Pablo o los estados del Sur, y también es más grande o más chico en cuanto a papel del Estado y a políticas sociales, pero ese margen es extremadamente estrecho en lo macroeconómico y lo financiero. Fuere quien fuere el próximo presidente, todas van a tener el realismo de moverse dentro de los márgenes posibles, sin extralimitarse; y los tres posibles están dando señales claras en ese sentido.