05 Ene. 2003

El secretario del intendente

Oscar A. Bottinelli

El Observador

El año 2002 entre las cosas que marcó es la existencia del primer escándalo por denuncias de corrupción al interior de la izquierda. Este no es un análisis sobre la veracidad o falsedad de las denuncias, ni sobre la honestidad del secretario particular del intendente municipal de Montevideo; es un análisis sobre los efectos de la corrupción y las denuncias de corrupción sobre la izquierda gobernante.

El año 2002 entre las cosas que marcó es la existencia del primer escándalo por denuncias de corrupción al interior de la izquierda. Este no es un análisis sobre la veracidad o falsedad de las denuncias, ni sobre la honestidad del secretario particular del intendente municipal de Montevideo; es un análisis sobre los efectos de la corrupción y las denuncias de corrupción sobre la izquierda gobernante.

Desde el punto de vista del análisis político hay tres elementos significativos:

Uno. El bloqueo de toda investigación. Como en el título de aquella película de Elio Petri, la izquierda gobernante se sintió “al di sopra de ogni sospetto”. En trece años de administración municipal rechazó toda denuncia y bloqueó toda investigación. Hasta que la denuncia parte de donde no puede ser desechada: desde la misma izquierda, desde un semanario que durante largos años publicó denuncias de todo calibre contra figuras coloradas y blancas, las que por la sola formulación fueron tomadas como válidas por la propia izquierda. No se podía descalificar de un plumazo. El intento en tal sentido profundizó la fuerza de los atacantes, sobretodo ante la más elemental de las preguntas: ¿por qué el semanario Brecha pasaba a ser “periodismo chatarra” de la noche a la mañana, cuando el denunciado no era blanco ni colorado, sino la persona más estrechamente ligada a Mariano Arana? El “caso Areán”, como se lo ha denominado, ha adquirido la categoría de “leading case” en tanto significa descorrer el velo sobre la administración frenteamplista, y abrir la posibilidad de que se tire de la cuerda y aparezcan más hechos. Como toda denuncia política, como todas las que ha habido, habrá un puñado que serán probadas y una gran cantidad que nunca serán probadas. Pero en trece años son muchos los rumores sobre distintos ámbitos municipales que jamás dieron lugar a investigación alguna. El Frente Amplio podrá descubrir que no hay mejor campo de cultivo a la corrupción que sentirse por encima de toda sospecha. Desde Darío en Persia, pasando por la Roma imperial y la Roma de la Iglesia, no hay poder en el mundo que no sepa que su solidez radica en el permanente control y la constante sospecha.

Dos. El rumor ha crecido como arma política en el país en los últimos lustros. El rumor como tal, de boca en boca, y el rumor con la forma de denuncia periodística. La izquierda se ha beneficiado de esos rumores y publicaciones, dando crédito a todos y siendo partícipe en la ejecución de sentencia, en la consolidación de la sanción social. Ahora, a raíz de este caso, es cuando en la misma izquierda se levantan voces para señalar lo peligroso del rumor, de las denuncias sin pruebas, de las reputaciones mancillables por mera presunción.

Tres. En la observación política siempre hay que preguntarse por qué surge una denuncia, qué hay en el cómo, el cuándo, el dónde y el para qué de la denuncia. Y en este caso aparece como un doble cobro de cuentas, a Arana y a la Vertiente. Mariano Arana ganó sin apelación el conflicto municipal y el gremio fue el gran derrotado, y con él los sectores más radicales o combativos de la izquierda. Los viejos sajones dicen que cuando se piensa ejercer el poder con toda su fuerza, hay que cuidarse de que no haya esqueletos guardados en los armarios, porque se los puede encontrar y hacer salir. Esta sabia precaución fue olvidada. Y desde hace ocho años la Vertiente domina plenamente en la Intendencia, cuyo poder es desproporcionado a su fuerza electoral y a su fuerza militante; y tarde o temprano ejercer un poder más allá de la fuerza propia para sostenerlo, lleva a que se pida que las cuentas se rindan. En este doble caso, las cuentas se cobran en el momento y lugar oportuno para cobrarlas, cuando hay que compensar la derrota gremial y el sobrepeso Arana, su sector y sus amigos. Ninguno de los hechos atribuidos a Mario Areán ocurrieron en las últimas semanas y pudieron ser denunciados meses y hasta años atrás.