09 Mar. 2003

El debate sobre lo profundo

Oscar A. Bottinelli

El Observador

Es la hora de repensar el país y la sociedad. De ver cuál es la inserción en el mundo, de qué viabilidad tiene la región y ante todo cuál es esa región, cuáles sus límites y sus componentes. De cuál es el papel que cabe a Uruguay en la economía regional y mundial, el producir qué y para qué. Cuáles son sus falencias y necesidades”. Así se resumía el análisis del 1° de setiembre, en medio de los sucesivos shocks provocados por la crisis emocional del presidente, la devaluación, la crisis bancaria y el pasaje del país a la categoría de deudor de riesgo.

Es la hora de repensar el país y la sociedad. De ver cuál es la inserción en el mundo, de qué viabilidad tiene la región y ante todo cuál es esa región, cuáles sus límites y sus componentes. De cuál es el papel que cabe a Uruguay en la economía regional y mundial, el producir qué y para qué. Cuáles son sus falencias y necesidades”. Así se resumía el análisis del 1° de setiembre, en medio de los sucesivos shocks provocados por la crisis emocional del presidente, la devaluación, la crisis bancaria y el pasaje del país a la categoría de deudor de riesgo. En los seis meses transcurridos poco se ha debatido sobre estos temas: la acción de gobierno, comandada por el ministro de Economía, se ha concentrado en la labor de bombero y el debate político en líneas generales ha tenido como eje la coyuntura, que en tanto grave y urgente, impide dedicarse a lo profundo.

Un intento de provocar el debate sobre el repensar el país lo ha hecho el ex-presidente Lacalle, con eje en el modelo de Estado, la extensión del sistema político en ese Estado (la propuesta de “ajuste político”), el papel del mercado. Su desafío apunta esencialmente a un gran eje de la discusión política de fondo de la última década.

Ahora el ex-presidente Sanguinetti realiza otra provocación al debate nacional, al identificar los diez sectores productivos que a su juicio deben ser el puntal del relanzamiento del país. Para el líder colorado el país debe apostar en cinco líneas de acción derivadas de la producción de la tierra: forestación, lechería, productos cárnicos de alta especialización, algunos productos de granja, industrias complementarias de las tres producciones históricamente básicas del país (carne, lana, cueros). Agrega dos tipos de servicios que siempre estuvieron presente en su acción de gobierno, como el turismo y los servicios portuarios más tres actividades que podrían catalogarse de nuevas: software, cinematografía y productos del reciclaje medioambiental. En estos diez sectores no aparece el sector privilegiado en las últimas dos décadas, el sector financiero, en el que el país invirtió considerable cantidad de recursos. Por omisión da la impresión que el ex-mandatario da por agotado el ciclo.

Es de resaltar el poco impacto que tuvo en los medios de comunicación este planteo. En general el periodismo recoge con más énfasis el debate propiamente político, la competencia entre personas, fracciones y partidos, que las propuestas de fondo. Y una vez en el ruedo esas propuestas, no se genera un verdadero debate. Porque el planteo de Sanguinetti da para que unos apoyen y otros objeten la lista, para que se discuta si es el momento de dar por terminado el ciclo del sistema financiero (sobre lo que parecería que hay acuerdo), el por qué no figura el arroz, si no hay otros servicios que Uruguay debería impulsar y podría tener ventajas comparativas.

A dos años del recambio de gobierno, cuando al actual se lo ve agotado y solo se le pide que mantenga el barco a flote (y se le pide nada menos que eso), parecería llegado el momento de abrir ese gran debate nacional. Debate en el que deben participar todos los actores políticos, pero además los empresarios y los actores sociales.

El gran debate nacional debe tener tres grandes componentes:

Uno. La inserción en el mundo y en la región, y cuál es la región, cuáles sus límites, y asociada con quién.

Dos. El modelo de Estado, el papel del mercado, el nivel de apertura del país y de la región.

Tres. El apostar a producir qué y para qué; en definitiva, discutir la lista de las actividades rurales, industriales y de servicios a las que el país piensa volcar su esfuerzo prioritario.

La gente teme al adelantamiento de la campaña electoral, lo cual es lógico si por campaña se entiende la discusión de candidaturas y escenarios electorales. Y en general manifiesta un creciente rechazo a esas discusiones. Pero es probable que un adelanto de la campaña electoral, entendido como debate sobre lo profundo, lejos de molestar provoque gran aceptación. Porque la única forma de salir de la incertidumbre es empezar a bucear en el futuro, confrontar propuestas, aproximar consensos y definir dónde van a estar los disensos.