07 Set. 2003

La cruz de los caminos del 2004

Oscar A. Bottinelli

El Observador

Las elecciones nacionales del 2004 son la cruz de los caminos en la historia uruguaya, precisamente a cien años y dos meses de disparado el último tiro en una guerra civil convencional. En esa cruz está de un lado la prolongación del camino de los partidos tradicionales y del otro lado el camino de lo nuevo, con todo lo que ello implica, con la esperanza y el miedo que genera lo desconocido.

Las elecciones nacionales del 2004 son la cruz de los caminos en la historia uruguaya, precisamente a cien años y dos meses de disparado el último tiro en una guerra civil convencional. En esa cruz está de un lado la prolongación del camino de los partidos tradicionales y del otro lado el camino de lo nuevo, con todo lo que ello implica, con la esperanza y el miedo que genera lo desconocido. Cuando faltan quince meses para llegar a la cruz de los caminos, la coalición del Encuentro Progresista-Frente Amplio y el Nuevo Espacio concita una adhesión del 49% del total del electorado, frente a un 35% del resto de los competidores sumados y un 16% de indefinidos puros (*). Así planteado parecería como un hecho cierto el triunfo de la izquierda, con lo cual resultaría que es una elección sin incógnitas, ante un gobierno sin incógnitas desde el punto de vista de la arquitectura política. En realidad las incógnitas hacia el 2004 son muchas y vale la pena hacer un inventario:

Uno. ¿Puede considerarse un hecho el triunfo de la izquierda? En los altos niveles empresarios hay una convicción generalizada que sí. Curiosamente en la opinión pública no existe ese convencimiento. Ni siquiera la totalidad de los votantes frenteamplistas están seguros de su propio triunfo. Es obvio que existen las mayores probabilidades de ese resultado, pero faltan quince meses de gobierno y además la definición del cuadro de precandidaturas en ambos partidos tradicionales. Lo que abre lugar a dos grupos de incógnitas, uno por cada partido tradicional.

Dos. ¿Cuál va a ser la fórmula presidencial del Partido Colorado? Lo que resultará de cuatro paquetes de preguntas: La primera es ¿qué carta va a destapar Julio Ma. Sanguinetti, la del “soy candidato” (como está convencido casi todo el medio político) o sorprenderá con un “no corro esta vez”?; y si Sanguinetti dice que no, quién será su vicario y cómo se resolverá ¿Hierro, Stirling, Opertti? La segunda tiene que ver con la 15, el quién y el cómo de una precandidatura ¿Atchugarry?¿qué hace ese fuerte entorno presidencial que empujó bastante para el relevo en Economía? ¿conseguirá un nombre como para competir y volver a desplazar al hoy senador?. En tercer término ¿hay espacio para una precandidatura alternativa, fuera de los dos grandes bloques?; en ese caso ¿quién tiene esa fuerza?. En cuarto lugar estará la incógnita del resultado de las elecciones preliminares del 27 de junio.

Tres. El herrerismo impulsa nuevamente al anterior presidente Lacalle; es un dato. En el no herrerismo es candidato al firme y fuertemente despegado Larrañaga; pero se lanzan al ruedo otros nombres, como Abreu, Gallinal, Heber (Arturo) y Ramírez ¿Llegan todos a las elecciones preliminares de junio? ¿Se retira alguno, la mayoría, todos? Los que se retiran ¿lo hacen en pos de uno de ellos; acuerdan o no con Larrañaga? Finalmente también vendrán las elecciones preliminares, su resultado y en el caso del nacionalismo lo que es más importante aún, la administración del resultado por ganadores y perdedores, lo que en otras palabras quiere decir aprender del mal manejo de 1999, así como el coloradismo aprendió de sus errores de 1989.

Hasta aquí los tres grupos de interrogantes referidos a la competencia interpartidaria. Si en la cruz de los caminos se produce el cambio histórico que hoy se avizora, las incógnitas electorales no se terminan, sino que recién empiezan. Sigue el inventario:

Cuatro. ¿La izquierda obtiene mayoría absoluta en ambas ramas del Parlamento (lo que le permite gobernar con sus propias fuerzas) o no llega a esa mayoría absoluta y debe pactar?

Cinco. Para el caso de tener que pactar, no es nada menor la composición de la representación parlamentaria del resto: ¿cuántos colorados, cuántos blancos? ¿hay o no un cuarto partido en el Parlamento, cuál, con qué fuerza, en una o en las dos ramas y con qué predisposición a negociar y acordar con un gobierno de izquierda?

Seis. ¿Cuál es la distribución interna de las bancas en el Partido Nacional? ¿Qué peso tendrá el herrerismo, cuál el no herrerismo de fuerte corte estatista (es decir, el larrañaguismo), cuál el no herrerismo de corte más libremercadista? ¿Qué disposición tendrá la izquierda para acordar con los blancos o algunos de los sectores y cuál disposición tendrán los grupos blancos para ello?

Siete. ¿Cuál es la distribución interna de las bancas en el Partido Colorado; habrá alguna disposición de la izquierda y de los colorados para negociar entre sí?

Parecería que estas incógnitas solo importan a partir de un triunfo de la izquierda sin mayoría absoluta. Pero resulta que si hay mayoría absoluta, aparece otra lista de incógnitas. Sigue el inventario:

Ocho. ¿Cuál es la correlación de fuerzas entre los diferentes bloques de la izquierda, en particular entre Astori, los socialistas y la constelación que pacientemente teje Mujica? Sin duda una cosa es un gobierno de izquierda con un peso dominante de los socialistas y otra cosa si ese peso lo ejerce Mujica; y también cuál es el alcance y extensión de esa constelación que teje. Nada indiferente es cuál será la fuerza de Astori y Asamblea Uruguay, aunque quizás tanto o más importante es si exhibe la decisión de jugar ese peso respecto al gobierno. Pero además de estos tres elementos que hoy dominan el juego de la interna frenteamplista, aparece la interrogante sobre el rol y la fuerza de la Vertiente, de Nin Novoa y como incógnita mayor, la adhesión que demuestre ese flamante asociado del EP-FA como lo es el Nuevo Espacio de Rafael Michelini, así como qué es lo diferente que aporta al conjunto.

Como se ve el inventario de incógnitas es elevado y no es un mero ejercicio académico, sino que según la respuesta a cada pregunta será diferente el futuro del Uruguay. Los navegantes y observantes encontrarán que deben atender tres señales:

-la evolución de la intención de voto entre los partidos

-la competencia presidencial en el Partido Nacional y el Partido Colorado

-(y muy especialmente) la competencia entre sectores y bloques al interior de la izquierda


* Ver VOTO04, El Observador, 9 de agosto de 2003