22 May. 2005

Ilusión óptica y realidad

Oscar A. Bottinelli

El Observador

Los resultados electorales tienen distinta forma de ser valorados. Uno es el efecto sobre el sistema político, medido en términos de poder y representación. Otro es como termómetro de la sociedad, como indicador del comportamiento social.

Los resultados electorales tienen distinta forma de ser valorados. Uno es el efecto sobre el sistema político, medido en términos de poder y representación. Otro es como termómetro de la sociedad, como indicador del comportamiento social. En términos de poder, el ciclo electoral 2004-2005 generó un gran avance para el Encuentro Progresista-Frente Amplio-Nueva Mayoría, fuerza política conocida por los uruguayos de a pie como Frente Amplio. Ese avance se mide en términos de obtención de la Presidencia de la República, la mayoría absoluta en ambas cámaras y, consecuentemente, libre disponibilidad para la designación del gabinete y de los directorios de los entes autónomos y servicios descentralizados, así como ocho gobiernos departamentales, entre los cuales se encuentran cinco de los seis más relevantes en términos de población y renta. Este balance ha generado la sensación de que el Uruguay entero se ha volcado a la izquierda, sensación más fuerte en los tres mayores departamentos, como lo son Montevideo, Canelones y Maldonado. En términos de la sociedad hay que mirar con detenimiento los números. ¿Qué dicen? Lo primero es definir el universo, que bien puede ser el total de votantes habidos el 31 de octubre de 2004, al que cabe calificar como el electorado real, dado que el padrón está inflado fundamentalmente por los electores inscriptos que no residen en el país. Con todo, el electorado real puede tener una inflación de entre 16 y 20 mil individuos, que es más o menos la cifra de quienes viajaron a votar en aquella oportunidad. Lo segundo es precisar que los datos van a ser producto del estudio comparativo y combinado de las elecciones nacionales del 31 de octubre pasado y de las elecciones departamentales del 8 de mayo de este año. Lo tercero es elegir una forma de medición, que será el tomar conjuntos departamentales por lema, es decir, estudiar la variación de votos habidos en relación a cada lema en cada departamento. Por otro lado, se toman cuatro bloques políticos. Uno es el Frente Amplio y adyacencias, bloque al que se denomina “Izquierda”. Dos, el conformado por los partidos tradicionales y los partidos menores que pueden ubicarse globalmente a la derecha del Frente Amplio (es decir, todos menos el Partido de los Trabajadores), al que se denomina “Tradicional” (denominación que no es del todo pertinente para los partidos menores. Tres, el conformado por los votantes en blanco y anulado, más el PT, al que se denomina “Refractario”. Cuatro, el conjunto de ciudadanos que entre octubre y mayo cambiaron de bloque o pasaron a la abstención, al que se denomina “Volátil”. De esta combinación de variables surge la posibilidad de, expresado en votos y en porcentajes sobre el total del electorado real, determinar el voto básico, es decir, el mínimo registrado por cada bloque. Ese voto básico, el que no varió de macro comportamiento electoral entre las nacionales y las departamentales, puede considerarse el núcleo firme de cada uno de los bloques políticos, el que expresa con mayor nitidez el alineamiento político de la sociedad. El electorado real asciende a 2.230 mil personas

Expresado en votos, el ciclo-electoral 2004-2005 permite determinar que el voto básico de cada bloque es el siguiente (expresado en miles de votos redondeados):

IzquierdaTradicionalRefractarioVolátil
TODO EL PAIS1.02099453163
Montevideo5163312056
Canelones16299835
Interior Puro*3425642572

* Interior puro comprende a todos los departamentos con excepción de Montevideo y Canelones

Expresado en porcentajes sobre el total del electorado real, el voto básico de cada bloque arroja:

IzquierdaTradicionalRefractarioVolátil
TODO EL PAIS45.7%44.6%2.4%7.3%
Montevideo55.9%35.9%2.2%6.0%
Canelones53.2%32.6%2.7%11.5%
Interior Puro*34.1%56.2%2.5%7.2%

De estas cifras surgen algunas conclusiones fuertes. La primera es que no hay ningún bloque político mayoritario, ni en el sentido de representar a la mayoría absoluta de la sociedad ni en el de sobrepasar al otro bloque por una diferencia significativa. En segundo lugar, que la superioridad de la izquierda sobre el Bloque Tradicional en términos estadísticos es muy pequeña, del 1.1% del total del electorado real, que significan 26 mil votos. En tercer término, que la décima parte de la población votante, 216 mil personas, no ha tenido una conducta firme en relación con los dos bloques político-partidarios: o ha actuado en forma refractario (mediante el voto en blanco o el voto nulo) o ha tenido volatilidad. La volatilidad, que abarca 163 mil individuos, se expresó de dos maneras: mediante el voto a un bloque en octubre y al otro bloque en mayo, o a través del voto a un bloque en octubre y la abstención en mayo.

Como se observa, la sociedad uruguaya está lejos de dar la preeminencia a un bloque, es una sociedad dividida en dos conjuntos políticos equilibrados, con una de cada diez personas independientes de la pertenencia a un bloque político en particular.