30 Oct. 2005

¡¡Festejen uruguayos, festejen!!

Oscar A. Bottinelli

El Observador

Hace un año menos un día, a las 21:03 del 31 de octubre de 2004, correspondió a Factum llegar a la conclusión y asumir la responsabilidad de comunicarle al país “Tenemos presidente”. Minutos después, el virtual presidente electo salió a los balcones frente a la Plaza Fabini a decirle a la gente: “¡¡Festejen uruguayos, festejen”!!”. Desde entonces transcurrieron cuatro meses de transición y ocho meses de gobierno ¿Qué ha pasado en ese tiempo?

Hace un año menos un día, a las 21:03 del 31 de octubre de 2004, correspondió a Factum llegar a la conclusión y asumir la responsabilidad de comunicarle al país “Tenemos presidente”. Minutos después, el virtual presidente electo salió a los balcones frente a la Plaza Fabini a decirle a la gente: “¡¡Festejen uruguayos, festejen”!!”. Desde entonces transcurrieron cuatro meses de transición y ocho meses de gobierno ¿Qué ha pasado en ese tiempo?

El Frente Amplio y sus aliados fueron un poquito más de la mitad del país y siguen siendo más o menos lo mismo. Sin embargo, la sensación térmica es de un país en que el pensamiento dominante es el frenteamplista y el debate político se da entre las diferentes corrientes y opciones del nuevo oficialismo. El debate sale de la interna de la izquierda cuando se traslada al plano corporativo y entonces pasa a ser un debate entre empresarios y sindicalistas. Los partidos tradicionales no han logrado acomodarse a la nueva situación, actúan con reflejos desactualizados y no atinan por donde deben reposicionarse. Por lo pronto, incurren en una gruesa contradicción al acusar a la izquierda de hacer desde el gobierno lo mismo que combatió desde la oposición, pero a su vez blancos y colorados combaten a un gobierno por hacer lo que blancos y colorados hicieron en el gobierno. Por reiterado no puede estar fuera de este mini-balance: el país carece de oposición y ese hecho puede transformarse en una debilidad para el propio gobierno.

Este segundo cambio histórico fue mucho menos traumático que el anterior (quizás por mucho más anunciado), el ocurrido en 1959 cuando se puso fin a casi un siglo de predominio colorado y asumió el gobierno el Partido Nacional. La primera alternancia de partido habida en la historia moderna del país, en la vida civilizada y democrática del país. El Frente Amplio llegó al gobierno con menos temores en la sociedad y en el empresariado que el que existente cinco años antes; es que después de la crisis del 2002 quedó en la sociedad la sensación de que no cabía esperar nada peor. Fue pues, un gran punto de partida para el gobierno. El otro gran punto de partida es la enorme cuota de confianza de que hoy goza la izquierda en general, pero muy en especial el presidente de la República, el ministro José Mujica Cordano y por encima de todo el ministro de economía Danilo Astori. Cuando hay confianza es mucho lo que la gente está dispuesta a esperar y a tolerar, y además está dispuesta a soluciones más estatistas o más mercadistas, más expansivas o más restrictivas, porque está dispuesta a aceptar lo que digan los líderes en quienes deposita la confianza. Esto, así de sencillo, es lo que explica que el Frente Amplio pueda hablar de asociación de empresas públicas con privadas, o de pasaje de empresas públicas al derecho privado, o de no incremento de sueldos, o de restricción de gastos, y obtener el apoyo donde ayer ni blancos ni colorados lo obtenían; más aún, blancos y colorados lograban críticas aún por incrementos de sueldos o gastos mayores a los que este gobierno da. Lo que no es fácil desentrañar es otra tema: cuáles son las razones que llevan a dar la confianza a unos y negársela a otros; aparecen muchas causas, algunas racionales y otras emocionales, que exige un gran esfuerzo de valoración y ponderación para arribar a resultados.

Un hecho relevante es que Vázquez inició la transición caminando hacia un entendimiento con los otros tres partidos y terminó en el exclusivismo. El Partido Nacional no aceptó integrar el gabinete, decisión que a esta altura da la percepción de haber sido decisiva para el actual rumbo del gobierno y para la asfixia en que se encuentra el nacionalismo. Hacia el fin de la transición, el oficialismo generó un par de hechos que determinaron la inexorable marginación de colorados y blancos de los entes autónomos y servicios descentralizados.

El estreno en el gobierno ha sido más complicado de lo esperado por la propia izquierda. Nueve elementos para resaltar:

Uno. La cantidad de cuadros gubernativos y administrativos sin experiencia ni conocimientos para el gobierno y la administración, resultó mucho mayor a la esperada. Las dificultades de gestión y el ser aplastados por la burocracia es un elemento dominante en la gran mayoría de los ministerios y buena parte de los entes. Dos. La izquierda llegó con un gran bagaje de ideas, propósitos y objetivos, pero con escasos planes y hasta con diagnósticos insuficientes. Esto explica una buena parte de la inacción que afecta al gobierno

Tres. El equipo económico se centró casi exclusivamente en la macroeconomía, incluido allí la recaudación fiscal, y apostó a una línea económica de la mayor ortodoxia liberal y monetarista, al punto que quizás se esté asistiendo al gobierno de mayor liberalismo económico de los últimos tres cuartos de siglo. Por otro lado, el resto de la economía ha quedado sin una conducción económica centralizada.

Cuatro. Contradictorio con lo anterior, hay un fuerte afán regulador, inquisidor y centralizador, que se observa en ideas relacionadas con la salud, la justicia, la seguridad social, lo laboral y los poderes de fiscalización impositivos

Cinco. En lo laboral y la seguridad social, además, se expresa con fuerza el imaginario tradicional de la izquierda, en una visión regulatoria y con fuerte desconfianza hacia todo lo que huela a empresa y capital

Seis. Hacia organismos internacionales y grandes inversores, el gobierno apuesta a la continuidad, a la seriedad del país. Ahí está por ejemplo el combate en pro de las plantas de celulosa.

Siete. En materia social el Plan de Emergencia fracasó como nave insignia y los resultados que viene obteniendo no son diferentes ni mayores que otras políticas sociales públicas y privadas aplicadas hasta ahora (jornales solidarios, Plan Caif, acción de rotarios, leones, grupos religiosos, ONGs)

Ocho. Tabaré Vázquez sigue con su impronta zigzagueante e impredecible, y como se observa con el tema derechos humanos, continúa la construcción de la política mediante el método de ensayo y error, sobre la marcha, con idas y vueltas. Unas tantas veces así encontró el camino y otras tantas no lo encontró.

Nueve. La generación de anuncios de profundas transformaciones y la postergación de los planes concretos es una constante del gobierno que se traduce en generación de incertidumbres. A lo que se suma la gran incertidumbre que genera la inestabilidad cambiaria.