26 Feb. 2006

Razones a prestar atención

Oscar A. Bottinelli

El Observador

El análisis correcto supone ponerse en la posición de cada uno de los jugadores, entrar en su cerebro, conocer su lógica, aprehender su sicología; y además evaluar correctamente todos los elementos objetivos que rodean una situación. Solo así se puede ver correctamente el juego desde afuera, y solo así cada actor puede apreciar correctamente a su adversario.

El análisis correcto supone ponerse en la posición de cada uno de los jugadores, entrar en su cerebro, conocer su lógica, aprehender su sicología; y además evaluar correctamente todos los elementos objetivos que rodean una situación. Solo así se puede ver correctamente el juego desde afuera, y solo así cada actor puede apreciar correctamente a su adversario. En el caso del conflicto argentino-uruguayo por las plantas de celulosa, aparecen tres razones del lado argentino que es necesario entender, lo que no quiere decir justificar ni compartir, pero que si no se comprenden mal se puede aspirar a una solución. Inclusive, si no se comprenden mal se puede operar. Elegir un camino u otro, apostar lo máximo al diálogo o jugarse por la confrontación en organismos internacionales, son decisiones a partir de una evaluación del otro; en nada juega el corazón ni las ideologías.

En el proceder argentino se destacan tres razones fundamentales, que se exponen sin que impliquen ordenación de importancia (hay otras accesorias; y además otro tema es evaluar oportunidades, tácticas y elementos objetivos). Una de ellas la puso sobre el tapete Mario Benedetti: aquí hay venganza por coimas denegadas o presión para lograr las coimas pedidas. El escritor uruguayo enfiló contra el gobernador entrerriano. Hay otras insistentes versiones que circulan en ambas orillas que apuntan mucho más arriba y mencionan montos muy significativos. De ser así, aparecería una diferencia sustancial de lógicas de uno y otro lado.

La organización Transparencia Internacional lleva anualmente el Indice de Percepción de Corrupción. Más allá de defectos metodológicos, es una aproximación bastante correcta a determinados elementos de corrupción, sobre todo a lo relacionado con las adquisiciones, contratos, concesiones, permisos, adjudicaciones y decisiones estatales en relación a las empresas. Los países son calificados de 0 punto (corrupción total) hasta 10 puntos (ausencia total de corrupción). Analizado el índice 2005 se perciben los siguientes resultados para países de la región significativos para Uruguay:

PUNTOSLUGARQUINTIL*
Chile7.521
Uruguay5.932
Colombia4.055-58
Cuba3.859-61
Brasil3.762-64
México3.565
Argentina2.897-102
Venezuela2.3130-137
Paraguay2.1144-150

* Quintil quiere decir en qué franja se ubica cada uno, dividido el total de países en 5 franjas

Más allá de lo cierto o incierto de las expresiones de Benedetti o las versiones circulantes, el Indice muestra con mucha claridad, y sin tomar para nada en cuenta valoraciones éticas, sin que implique que uno tiene abierto el camino al cielo y el otro al infierno, que se está en presencia de códigos de conducta diferentes, seguramente muy arraigados y de entendimiento por cada sociedad. Eso sin duda llevó al gobernador Busti a no encontrar otra razón en la defensa cerrada que Tabaré Vázquez hace de las inversiones, en que el presidente debía haber recibido incentivos. Es lo connatural a esa lógica. tomar esta premisa no es un tema ético, es un tema de entender las lógicas del que está enfrente jugando su juego.

Otro tema es muy relevante. Cierto o no, con mayor o menor peso en la postura argentina el tema mencionado, es peligroso quedarse en la anécdota. Hay también un juego de poder económico, que en líneas generales consiste en mostrarle al mundo: no se metan a invertir en un país chico, que es una inversión de alto riesgo. Un país chico debe contar con el aval de los poderosos, de sus vecinos relativamente más poderosos que él, o al menos de algún vecino. Si no cuenta con ese agreement, de nada le sirve a ese país chico la estabilidad política y social, la integración social, la seriedad de los gobernantes y de la sociedad, la seguridad jurídica, la independencia del Poder Judicial y hasta el investment grade cuando se tiene, si no cuenta con la venia de alguno o ambos vecinos mayores. Uruguay juega a demostrar su actitud pacífica, su adhesión a la primacía del derecho sobre toda forma de fuerza, a la seriedad en su conducta política, diplomática, económica y financiera, a sus ventajas internas. Argentina juega a decir algo así como ¿y qué? ¿dónde hay más capital, dónde más recursos, dónde más mercado? Y además la propia aparente irracionalidad e inestabilidad hacia adentro y hacia fuera, le sirve a Argentina para tener a los países inversores a raya ¿Por qué España tiene una actitud tan tibia en defensa de su inversión en Uruguay? ¿No es acaso una opción entre apoyar la empresa celulósica en Uruguay o proteger a Telefónica en Argentina?

Y como tercera razón, quizás desdoblamiento de la anterior, es un claro mensaje sobre las asimetrías. Las asimetrías son en esencia diferencias de poder y cuando las papas queman solo cuenta la opinión de los poderosos. La Unión Europea sancionó a todo país que incumplió las estrictas normas de Maastricht, hasta que Francia y Alemania fueron los incumplidores, y ahí se terminó la aplicación del derecho.

A partir de estas dos últimas razones es que Uruguay debe analizar detenidamente (y hay muchos apresuramientos políticos que van contra ese análisis detenido) cuáles son los elementos de fuerza política real que cuenta para contrabalancear el poder de los vecinos poderosos. Y ahí está evaluar cuánto le cuesta a los poderosos, y cuánto gana y cuánto pierde Uruguay si patea el tablero del Mercosur.