21 Ene. 2007

Las capas (¿clase?) media

Oscar A. Bottinelli

El Observador

Parece que no hay demasiadas dudas en que hay tres grandes sectores sociales que se han beneficiado colectivamente de las acciones de este gobierno, o al menos se han visto beneficiados o protegidos en el tiempo transcurrido de este gobierno: los asalariados (con claridad los privados, aunque sin duda por debajo de sus propias expectativas), los pobres y más aún los indigentes, y los grandes empresarios (particularmente las empresas multinacionales).

Parece que no hay demasiadas dudas en que hay tres grandes sectores sociales que se han beneficiado colectivamente de las acciones de este gobierno, o al menos se han visto beneficiados o protegidos en el tiempo transcurrido de este gobierno: los asalariados (con claridad los privados, aunque sin duda por debajo de sus propias expectativas), los pobres y más aún los indigentes, y los grandes empresarios (particularmente las empresas multinacionales). Por el contrario, parecería que el sector más amenazado – u objetivamente, según datos empíricos de encuesta – el que se siente más amenazado es el constituido por las capas medias, las llamadas clases media media y media acomodada, o en términos marxistas, la pequeña burguesía independiente y la mediana burguesía.

En términos políticos, los asalariados son quienes más conciencia tienen de su propia situación y de su propia defensa, quienes tienen más sentido de clase. Que se expresa en un doble carril: mediante la propia construcción de sus herramientas de lucha y defensa, que son los sindicatos, y mediante su acción a través de partidos cuya ideología o programa privilegia la defensa de los asalariados, normalmente denominados “los trabajadores”. En el tiempo presente el imaginario de defensa de los trabajadores permea a casi toda la izquierda (no solamente a las dos corrientes explícitamente marxistas), aún a grupos cuyo electorado está casi exclusivamente compuesto por las capas medias y cuya dirigencia proviene de las mismas.

Las grandes empresas multinacionales nunca necesitaron de agrupamientos para defenderse, pues su propio poderío les permite hablar de igual a igual con presidentes de la República y ministros (y cuando no es de igual a igual, el menos igual es el mandatario nacional). Y en el actual gobierno encuentran una gran sintonía con el equipo económico.

El sector por debajo de la línea de pobreza y más aún el que se sitúa por debajo de la línea de indigencia, fue señalado desde el comienzo como el objetivo prioritario de este gobierno, y recibió una batería de medidas económicas y no económicas (documentación, salud) que le han dado un fuerte empujón hacia arriba. Y cuentan además con el explícito apoyo militante de algunos grupos frenteamplistas, en particular del sector mayoritario.

Las que andan a la deriva son las capas medias, en el andarivel que se quiera. Primero conviene ver a qué amenazas están sometidas. Si son empleadores, les impacta: la batería de incremento de costos generados por los consejos de salarios y las nuevas normas de protección laboral (aumento de salarios y beneficios, licencias gremiales, mayor rigidez laboral, extensión de los plazos de caducidad y prescripción laborales), la dura fiscalización de la DGI sobre el empresariado formal, la dura fiscalización del BPS sobre los empleadores formales. Si son independientes, empleados o rentistas de inmuebles, el impacto que les provocará la reforma tributaria. Si son proveedores de servicios, los riesgos de extinción de las tercerizaciones. Más el impacto de las normas sobre servicio doméstico. En definitiva, casi no hay nicho por donde las capas medias no resulten golpeadas.

Desde el punto de vista político hay un primer elemento que hace que las capas medias estén en desventaja. Cuando se interroga a la población por quiénes son los ricos de este país, cuáles son esos ricos que más tienen que pagar, dónde viven, el grueso de la gente individualiza como “los ricos” a los sectores medios. “Los ricos” son los que viven en Pocitos. Esa es la percepción dominante en una mayoría de la población. Un segundo elemento es que no tienen defensores políticos demasiado explícitos. Los partidos tradicionales comienzan a ensayar su defensa, pero no lo han asumido plenamente en términos de combate político. Es una argumentación en los discursos sobre la reforma tributaria, no una acción política sostenida, producto de una estrategia y de un eje de confrontación con el gobierno. En la propia izquierda, sectores votados por las capas medias actúan políticamente como si representasen a los asalariados comunes, que en general votan a otros sectores.

Pero la mayor falencia de las capas medias es su falta de sentido de clase, que le impide actuar en defensa de intereses colectivos del segmento a que pertenecen. Por eso lo de capas medias, porque lo de clase media no funciona, si no hay pertenencia de clase. Hay multitud de organizaciones integradas por los más diversos sectores de esas capas medias: centros comerciales e industriales en el interior, centros comerciales de barrios o zonas de Montevideo, centros de determinado tipo de comercios y servicios, centros de industriales pequeños y medianos de diversas industrias, colegios y agrupaciones de profesionales universitarios. Lo más estruendoso de los últimos tiempos ha sido el silencio de este tejido organizativo en la defensa de sus propios intereses colectivos. Y tan estruendoso como ello es el fenomenal divorcio entre los sectores políticos que se nutren de las capas medias y las organizaciones sociales de las capas medias.