30 Set. 2007

El F.A. y las alianzas de clase

Oscar A. Bottinelli

El Observador

Los análisis basados en las clases sociales y las relaciones de clase están pasados de moda, desde la caída del llamado socialismo real o desde el advenimiento de la posmodernidad, un concepto tan de moda como impreciso[...]

Los análisis basados en las clases sociales y las relaciones de clase están pasados de moda, desde la caída del llamado socialismo real o desde el advenimiento de la posmodernidad, un concepto tan de moda como impreciso. Obviar las clases sociales en los análisis tiene la ventaja de salir del atolladero que significa entrar en las definiciones y las categorizaciones de las clases sociales, de determinar lo que cada una incluye y excluye, y además aceptar algunos cambios significativos producidos por la posindustrialziación en algunos lados y la desindustrialización en otros, como por estas latitudes y longitudes. Sin embargo, hay abordajes que son imposibles si no se hacen a partir de un manejo aunque fuere impreciso de las clases sociales. Y en esa imprecisión viene el problema de cómo llamar a lo que clásicamente se denominó lumpenproletariado, con la carga negativa que tuvo para el grueso del marxismo, y cómo llamar en la vieja terminología de clase a lo que ahora se denomina marginalidad, indigencia o ser situado por debajo de la línea de pobreza.

Cuando nace el Frente Amplio, el 5 de febrero de 1971, su declaración constitutiva delinea de manera por demás explícita su concepción de clases, al proclamar la unión de trabajadores, estudiantes, docentes, pequeños y medianos productores, industriales y comerciantes. Esta declaración, como documentos y discursos anteriores y posteriores; y por otro lado, poner enfrente a la oligarquía, a la gran burguesía, a la cual reiteradamente se calificó de aliada y servil del imperialismo. Más o menos se puede decir que la tesis del Frente Amplio, desde su nacimiento hasta por lo menos cuando gana las elecciones nacionales de 2004, es la alianza entre el proletariado, la pequeña burguesía y la burguesía media. Dicho en términos no marxistas, un enlace entre los asalariados y las denominadas clases medias o “la clase media”. Más confusa es el papel asignado o a asignar los niveles más bajos: como lumpenproletariado aparecen marginados de las alianzas, vistos con suspicacia, en particular por los sectores nítidamente marxistas; como pobres, marginales o desposeídos, fueron reivindicados primero por las corrientes denominadas en su época de ultraizquierda y más recientemente reivindicados por el conjunto de la izquierda. Parecería que hacia el despuntar de este milenio esta última polémica está saldada: son parte de la alianza de clases que impulsa el Frente Amplio.

Lo otro que dejó claro el Frente Amplio en su creación – y debió muchas veces ser explícitamente aclarado en debates internos – fue su calidad de proyecto pluriclasista, frente al monoclasismo de la izquierda clásica. Pero la discusión que a veces se colaba no era cuál papel debía corresponder a los trabajadores, sino si la izquierda representaba exclusivamente a éstos o principalmente a éstos – o si no de manera principal, sí de forma importante - en una alianza de clases. Trabajadores en el sentido de asalariados privados y públicos, de personas en relación de dependencia.

Hasta aquí todo parecía bastante claro. Aunque los 15 años anteriores en la Intendencia Municipal de Montevideo pudieron plantear algunas interrogantes, muy sutiles, que reaparecen hoy. Lo que ahora surge como una gran interrogante es realmente hasta donde se manifiesta con la misma claridad esa categorización de alianza de clases, o dicho de otra manera, hasta dónde se manifiesta con claridad quienes deben ser los beneficiarios quiénes los afectados por el proyecto frenteamplista.

Las medidas adoptadas por este gobierno, entendido como administración y como mayoría parlamentaria, en el plano de la legislación y de la ejecución, no dejan dudas de la intencionalidad de beneficiar a los sectores de menores ingresos y menores posibilidades económicas: el bajo proletariado, los sectores empobrecidos, pobres, marginales e indigentes. La primera duda empieza con los demás asalariados, el proletariado medio y superior: por un lado hay un gran vector que apunta a su defensa (Consejos de Salarios, diversas leyes laborales) y por otro un impuesto a la renta a las personas físicas que afecta directamente sus ingresos. Esta incógnita la despejará el tiempo y lo más probable es que lo sea por el lado de la coherencia en la defensa de este segmento, con medidas como la elevación del mínimo no imponible u otras de efectos similares.

Pero hay otras dos incógnitas fuertes, respecto a los diversos tramos burgueses. Una es respecto a la burguesía pequeña y el tramo inferior de la media, lo que en otro lenguaje sin mucha precisión se llama la clase media media y la media semi-alta, que fueron en el primer tercio de siglo de vida del Frente Amplio objeto de su proyecto y de su concepción de alianza de clases. Es el sector constituido básicamente por los ingresos en forma de servicios personales independientes (y en particular de profesionales universitarios en ejercicio libre de la profesión), o en forma de salarios elevados, o en forma de renta inmobiliaria; y es el sector cuyo patrimonio se conforma con bienes tangibles, visibles y situados en el territorio de la República Oriental, y la cultura, conocimientos y magnitud del patrimonio hacen a este sector poco proclive a la migración de capitales. Son diversas las vías de afectación de estos sectores: la imposición a la renta de esos servicios personales o salarios elevados, la imposición nacional o municipal de su patrimonio.

La otra interrogante es en relación al resto de la burguesía, el tramo medio y superior de la burguesía media, la gran burguesía, lo que de otra manera se puede denominar la clase media alta y la clase alta, definible como un conjunto visto con poca simpatía o con abierta hostilidad por la izquierda. Sector constituido básicamente por empresarios y grandes inversionistas, con un porcentaje bajo de su patrimonio en bienes arraigados en el territorio, visibles, identificables y gravables. Las medidas adoptadas por el gobierno en líneas generales apuntan en sentido inverso del anterior: los gravámenes o no lo afectan o lo afectan positivamente, es un sector que con la reforma tributaria la empata o gana.

La interrogante que los próximos meses despejarán es si el Frente Amplio, quizás de manera insensible, sin duda sin ninguna reflexión pública ni debate abierto o cerrado, se encamina a un cambio importante en la concepción de las clases y sus alianzas, donde esas capas medias podrían dejar de ser sus aliados. Y en cambio, sus políticas podrían apuntar a una conjunción, por efecto de impulsos diversos y de diferente fuente, a una alianza de resultados entre la política hacia los sectores llamados populares (trabajadores, pobres, marginales) y su política hacia los grandes inversores, las clases altas. Por ende, dejando en la vereda de enfrente a sus tradicionales aliados y objeto de su proyecto, las capas medias.