21 Oct. 2007

La elección se define el 25 de octubre

Oscar A. Bottinelli

El Observador

Está en boga la tesis, de parte de politólogos y políticos, de que el Frente Amplio difícilmente gane en octubre pero con mucha probabilidad lo haga en noviembre. Esta postura sugiere que se considera que al FA le va a costar más que en 2004 revalidar su triunfo, pero que igual lo va a obtener[...]

Está en boga la tesis, de parte de politólogos y políticos, de que el Frente Amplio difícilmente gane en octubre pero con mucha probabilidad lo haga en noviembre. Esta postura sugiere que se considera que al FA le va a costar más que en 2004 revalidar su triunfo, pero que igual lo va a obtener. Quiere decir: va a obtener menos votos que la vez pasada, pero a la larga los suficientes para vencer. La tesis de este autor es radicalmente diferente: el Frente Amplio gana o pierde el 25 de octubre. Para ver esto, hay que ir paso a paso.

Primero. En Uruguay se elige en forma simultánea y vinculada presidente y vicepresidente de la República, la Cámara de Senadores y la Cámara de Representantes. El votante vota necesariamente y mediante la misma hoja de votación por un mismo lema (partido) para los tres órganos: Presidencia de la República y ambas cámaras legislativas. El resultado de lo uno y de lo otro está íntimamente relacionado.

Segundo. Ambas cámaras son elegidas a nivel de lemas por proporcionalidad pura, por representación proporcional integral. En la rama baja es muy simple: se logra una banca cada uno por ciento de votos (exactamente 1.01%).

Tercero. El sistema uruguayo es semiparlamentario (o semipresidencial) donde es necesario contar con mayoría parlamentaria no solo para aprobar las leyes, sino para efectuar designaciones de algunos cargos de confianza y para sostener al gabinete.

Cuarto. El presidente de la República (y conjuntamente con él, el vice) se elige por mayoría absoluta de votantes. Dicho en otros términos: el lema más votado debe obtener más votos que todo lo demás sumados (los demás lemas, más los votos en blanco, más los votos de contenido anulado). De no ser así, hay una segunda vuelta entre los dos candidatos más votados, y es elegido el que en esta segunda instancia obtiene más votos.

Quinto. En Uruguay hay una baja volatilidad del voto (flotación del voto) y un fuerte seguimiento a partidos y liderazgos.

Sexto. A diferencia de lo que ocurre en el resto del mundo, en Uruguay el porcentaje de votos neutros (en blanco, nulos) es extraordinariamente bajo (2% a 3% en los últimos 20 años), bastante estable en cuanto a conjuntos socio-demográficos y estable en cuanto a individuos. La única experiencia de balotaje (1999) sugiere que los votos neutros se mantienen como tales entre ambas vueltas y no participan en la decisión de la elección. De donde: la elección es esencialmente definida por quienes votaron válido en la primera vuelta, que es además la elección parlamentaria; votar valido quiere decir votar por algún lema o a la inversa, no votar ni en blanco ni de manera nula.

Así planteadas las cosas, es meridianamente claro que el Parlamento queda conformado en ambas ramas por el resultado de las elecciones de octubre. Se va a segunda vuelta, de ocurrir, con la nueva arquitectura parlamentaria a la vista.

Para que la segunda vuelta sea realmente una incógnita, en función de los presupuestos señalados anteriormente, deben cumplirse algunas de estas condiciones básicas (no todas ellas, necesariamente):

Una. Que no haya alianzas de los dos finalistas con ninguno de los demás partidos, o al menos no lo haya en forma decisiva.

Dos. Que haya partidos bisagra, cuyo electorado y cuya dirigencia pueda optar indistintamente por uno u otro candidato finalista

Tres. Que alguno de los candidatos presente significativos rechazos a segmentos del electorado decisorio (el que en primera vuelta votó a los terceros y demás lemas)

Cuarto. Que igualmente exista una distancia ideológica o de valores significativa entre uno de los candidatos y el promedio del electorado decisorio. O a la inversa, una fuerte proximidad entre ese promedio y uno de los finalistas.

En 1999 se dieron algunos de esas premisas, a partir de la existencia de un partido bisagra – el Nuevo Espacio – cuyos dos tercios estaban más cerca de Vázquez y un tercio de Batlle. Pero además uno de cada diez nacionalistas también prefirió a Vázquez, pese al explícito acuerdo de su partido con el Partido Colorado. Y además ese acuerdo entre ambos partidos tradicionales determinó la existencia de una mayoría parlamentaria previa. Vázquez corrió en la elección como el candidato desafiante, cuyo triunfo hubiera llevado al país a un presidente que debería gobernar con una mayoría parlamentaria en su contra; es decir, compitió además con este otro hándicap.

Para el 2009 la realidad va a ser diferente, por las siguientes razones:

Primero. El país está dividido en dos grandes áreas políticas: el oficialismo y la oposición. No hay partidos intermedios, equidistantes del gobierno y la oposición. Hay sí un degradé ideológico, y un partido socialdemócrata como el Independiente, ideológicamente más próximo al Frente Amplio que al promedio de los partidos tradicionales, pero políticamente lo más lejano posible del actual gobierno y en especial del Presidente de la República. No hay pues partidos bisagra ni electores en el intersticio entre los grupos políticos oficialistas y los grupos políticos opositores.

Segundo. El Frente Amplio no tiene con quien aliarse para una segunda vuelta ni para una mayoría parlamentaria, todos los demás partidos y grupos del área opositora van a confluir detrás del candidato opositor finalista y van a conformar – aunque fuere a posteriori de las elecciones – una mayoría parlamentaria.

Tercero. Lo más probable es que el candidato opositor finalista resulte ser el más centrista de la oposición y por tanto en plena sintonía con el grueso del electorado opositor, y al menos en mayor sintonía que la que pudiere tener el Frente Amplio. Tampoco es probable que el finalista opositor sea un candidato que levantase fuertes rechazos en segmentos significativos de ese electorado opositor.

Cuarto. El 25 de octubre la mayoría parlamentaria la obtiene el Frente Amplio o la obtiene el conjunto de la oposición. Y de esas dos grandes áreas, la que obtiene la mayoría parlamentaria demuestra tener mayor cantidad de votos que el área rival.

De todo lo anterior surge que el 25 de octubre se destapa el resultado: el que obtiene la mayoría parlamentaria va a obtener la Presidencia de la República. Si la mayoría parlamentaria la obtiene la oposición, habrá segunda vuelta necesariamente, porque se presenta con al menos tres lemas y otras tantas fórmulas presidenciales. Pero llega a esa segunda vuelta con la ventaja de ofrecer la serenidad de contar con mayoría parlamentaria y el contar con un caudal de votos superior al rival. Si la mayoría parlamentaria la obtiene el oficialismo, lo más probable es que su candidato resulte elegido en primera vuelta. Podría obtener el Frente Amplio mayoría parlamentaria y haber segunda vuelta, si el total de sus votos fuese menor al de la suma de votos en blanco y nulos más los votos de la otra área. En tal caso es una segunda vuelta nominal, como hubiese sido en 2004 si el FA hubiese obtenido diez mil votos menos. Porque ya habría triunfado, al obtener la mayoría parlamentaria.