17 Feb. 2008

De entradas, salidas y enroques

Oscar A. Bottinelli

El Observador

El presidente de la República fiel a su estilo sorprendió a propios y extraños al realizar un fuerte recambio en el gabinete ministerial, en un delicado momento del gobierno, con baja del peso político del presidente, una fuerte caída de la adhesión al partido oficialista y por delante un año – el último de gobierno efectivo – pleno de obstáculos y emboscadas. Sin duda el operativo busca revertir todos estos factores, mediante varios elementos, y además dar nuevas señales, entre las que cabe destacar:

El presidente de la República fiel a su estilo sorprendió a propios y extraños al realizar un fuerte recambio en el gabinete ministerial, en un delicado momento del gobierno, con baja del peso político del presidente, una fuerte caída de la adhesión al partido oficialista y por delante un año – el último de gobierno efectivo – pleno de obstáculos y emboscadas. Sin duda el operativo busca revertir todos estos factores, mediante varios elementos, y además dar nuevas señales, entre las que cabe destacar:

Uno. Importante dosis de imagen hacia la opinión pública, mediante el rejuvenecimiento del elenco ministerial y lo que la comunicación oficial ha denominado un perfil de “técnicos”, sin duda con un sentido de oposición a “políticos”.

Dos. La separación (relativa) del gobierno y el partido político, con la concepción de que el gobierno se va a dedicar a resolver los problemas de los uruguayos y la fuerza política a resolver los temas electorales. A lo que añade que el gobierno “es de todos los uruguayos” y la fuerza política “es de una parte de los uruguayos” (en realidad, el gobierno podrá ser entendido como “para todos los uruguayos”, pero para ser “de” todos los uruguayos falta la representación de la mitad del país: blancos, colorados y del Partido Independiente)

Tres. Consecuentemente, el buscar un impulso para consolidar logros del gobierno y en particular lo que en la Presidencia se entiende como la necesidad de buscar que la gente, que la opinión pública, valore más efectivamente los resultados positivos.

Cuarto. En particular el que el gobierno no se contamine de las disputas por la candidatura presidencial del Frente Amplio o por la presidencia de la fuerza política. Ni tampoco por las confrontaciones abiertas o solapadas entre los principales líderes sectoriales.

Cinco. Un elenco de gobierno en que sobresale la figura del presidente de la República, mediante o un gran desnivel de imagen con los ministros o – de no existir tal desnivel (como por ejemplo, los casos de Rossi y Rubio) que ocurra con figuras no confrontacionales con el primer mandatario. En otras palabras, un gabinete esencialmente (aunque no plenamente) tabarecista

Seis. El mantenimiento o acentuación de ciertos desequilibrios políticos, como el hecho de que dos fuerzas de similar porte electoral y parlamentario como la Alianza Progresista y el Nuevo Espacio, cuando culminen los recambios con el retiro de Astori, la primera corriente contará con 4 titulares del gabinete y un alterno (el vicepresidente, los ministros de transporte, Turismo y nada menos que Economía, y la subsecretaria de Turismo) mientras que el michelinismo contará con dos subsecretarías (Educación y Cultura y luego también Economía)

Siete. La conservación de las tres carteras socialistas pero muy escoradas al interior del partido. No hay figuras cercanas a Reinaldo Gargano, Roberto Conde, Mónica Xavier, Hugo Rodríguez Filippini o Manuel Laguarda; en cambio, todas las figuras de nivel de ministros se inscriben en el área tabarecista del socialismo.

Ocho. El dar señales de aparente cambio en la política exterior con la renovación de la titularidad la Cancillería, pero a su vez dar otras señales de muy fuerte continuidad en cuanto a política exterior en su conjunto, con el ingreso de Daniel Martínez al gabinete y Raúl Sendic a la presidencia de Ancap. Contra lo que han dicho muchos periodistas y unos cuantos políticos, parecería que las relaciones con Venezuela no sufrirían merma alguna.

Por último, no se sabe si de manera consciente o inconsciente, se hace salir del gabinete a dos figuras de fuerte protagonismo en el conflicto con Argentina que podrían considerarse como dos portavoces de una postura dura (los “halcones” en la terminología norteamericana) como el ministro de Relaciones Exteriores Reinaldo Gargano y el subsecretario de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente Gral. Arq. Jaime Igorra. Y por otro lado el ingreso a la titularidad de la Cancillería de una persona como Gonzalo Fernández que ha aparecido como el referente de la línea más contemporizadora (“paloma” en la misma terminología comparada).

Esto es en cuanto a señales globales. Luego viene lo que puede ser la punta para otra línea de análisis, la incógnita de qué quiere decir este recambio, o más bien esta nueva conformación gubernativa, a la luz de los proyectos políticos de futuro de Tabaré Vázquez, de su entorno y sus allegados. Dentro de lo cual es singular el peso que adquiere Gonzalo Fernández, mano derecha y junto al hermano del presidente Jorge Vázquez, las personas que interactúan con el mandatario en el plano más confidencial.

Probablemente – sobre todo a partir del retiro de Astori – el catedrático penalista pase a cumplir la función no oficial de primer ministro, de cabeza del gabinete. De ser así se produciría un cambio sustantivo en el funcionamiento del gobierno, porque habría una mayor convergencia de la políticas de las diferentes carteras y el presidente delegaría en un hombre todo el peso de la coordinación gubernativa (hoy bastante acéfala esa coordinación). Porque como se sabe Vázquez es un hombre cuyo ideal de estructura de gobierno es la de un Presidente que tenga la conducción estratégica y un primer ministro que se ocupe de la conducción ordinaria y del mando cotidiano. Otro tipo de incógnitas es qué va a pasar con el Frente Amplio, tanto a nivel de la estructura partidaria formal (su Mesa Política, su Plenario Nacional, la presidencia) como a nivel de la estructura parlamentaria y especialmente de la senatorial. Sobre todo, cuánto fortalece al gobierno y cuánto lo puede complicar el juego libre en el Senado (y en la plaza pública, y en los medios de comunicación) de figuras de fuerte presencia como José Mujica o Reinaldo Gargano ahora, a lo que hay que agregar Danilo Astori dentro de pocos meses. Como fuere, lo que viene da para un ejercicio interesante de observación.