19 Oct. 2008

Un trueno embiste al Plan Ceibal

Oscar A. Bottinelli

El Observador

La semana pasada reapareció como un trueno Germán Rama y descargó sus rayos y centellas contra el Plan Ceibal. Pasó a ser el primer opositor – en el tiempo y en autoridad – a este plan insignia que se ha transformado en la única reforma educativa sustantiva del actual gobierno. Embistió también contra lo que consideró ausencia de rumbo educativo de la administración frenteamplistas.

La semana pasada reapareció como un trueno Germán Rama y descargó sus rayos y centellas contra el Plan Ceibal. Pasó a ser el primer opositor – en el tiempo y en autoridad – a este plan insignia que se ha transformado en la única reforma educativa sustantiva del actual gobierno. Embistió también contra lo que consideró ausencia de rumbo educativo de la administración frenteamplistas.

Conviene primero situar al personaje. Germán Rama es un sociólogo y estudioso de los temas educativos, originariamente perteneciente a la izquierda clásica que luego derivó hacia su labor técnica en OEA y su proximidad política a Julio María Sanguinetti. En el segundo mandato de éste dirigió la Administración Nacional de la Educación Pública y desde allí impulsó una profunda reforma educativa, que en sustancia se tradujo en: generalización de la educación pre-escolar pública gratuita a partir de los 3 años de edad, creación de escuelas de tiempo completo en las zonas socialmente críticas, desarrollo de un plan de alimentación escolar (exclusivamente para los alumnos) basado en bandejas de catering equilibradas nutricionalmente (como sustitución de los guisos cocinados en cada escuela, y consumidos por alumnos, maestros y a veces padres y vecinos), división física de la enseñanza media en instituciones diferentes para el ciclo básico y el bachillerato, impulso de la enseñanza por áreas y no por asignaturas (por ejemplo: geografía e historia en una única unidad y no en dos separadas). La reforma Rama contó con una feroz oposición de la izquierda, expresada a través de los sindicatos de docentes, las comisiones de padres de alumnos y buena parte de la dirigencia de izquierda, con Tabaré Vázquez a la cabeza, que la calificaron de neoliberal y al servicio de los intereses de las multinacionales y el capitalismo financiero. Por otro lado contó con el apoyo de un conjunto de calificados docentes de izquierda, entre los que estuvo el máximo referente del sindicalismo de la docencia media antes y después de la dictadura (y por ello exiliado), y estuvo también uno de los más íntimos asesores del general Liber Seregni. Todos esos docentes colaboradores de la reforma fueron proscriptos por el actual gobierno, que recién en los últimos meses ha comenzado lentamente alguna que otra desproscripción. Los defensores izquierdistas de la reforma discreparon con los fundamentos de la oposición a la misma, y consideraron que era el último intento por salvar la universalidad de la educación pública laica, gratuita y de calidad. El propio Seregni fue un defensor de esta reforma.

No solo complicó a la misma la oposición de la izquierda, sino también la personalidad avasallante, de tintes autoritarios y por encima de todo guerrerista de Germán Rama. Cuando tenía a diestra y siniestra liceos y escuelas técnicas ocupadas, no tuvo mejor ocurrencia que embestir contra los productores rurales por temas impositivos, con lo que enojó al Partido Nacional, estuvo a punto de romper la coalición de gobierno y amplió y diversificó la oposición a su gestión. Al final hubo resultados muy claros en dos direcciones: de cada 10 uruguayos, 4 aprobaron la reforma, 3 se opusieron y otros 3 optaron por la neutralidad; buen resultado. Pero en relación a la gestión de Rama se invirtieron as cifras: 3 la aprobaron, 4 se opusieron y otros 3 conservaron la neutralidad.

Mucha de su obra quedó: la universalización de la educación pre-escolar, las escuelas de tiempo completo, la división física de la enseñanza media clásica. Pero el desarme de otros aspectos sustantivos no los hizo la izquierda, sino el propio Partido Colorado en la siguiente administración de Jorge Batlle.

Rama acusa al actual gobierno de carecer de un plan educativo, opinión que es coincidente de toda la oposición, pero sotto voce también de una muy buena parte de la dirigencia frenteamplistas, que ve como una de las principales reformas anunciadas por la izquierda ni siquiera van a quedar plasmadas en el papel; por lo menos así lo dicen en voz baja. Porque la izquierda – según todos ellos - sigue confundiendo reforma la educación con reformar el gobierno de la educación.

Pero sin que estuviese en el programa del Frente Amplio, sin que partiese la idea de ningún experto en planes educativos, ni naciese de las autoridades de la enseñanza, sino que se originó en la gente de la informática, surgió el plan One Laptot per Child, denominado vernaculamente como Plan Ceibal, de amplísima aceptación en la opinión pública. Ni corto ni perezoso, el gobierno comenzó a unir este éxito a la prometida reforma de la educación, que sin duda es una profunda y radical reforma educativa y cultural. Tuvo algunos chisporroteos en contra, de menor cuantía: docentes que se opusieron (o más bien expusieron su terror a la nueva cultura de los botones) y legisladores que buscaron y rebuscaron en cuanto problema menor pudieron encontrar (que algunas no funcionaban, que otras se bloqueaban).

Ahora en cambio sale una autoridad educativa que embiste con munición de alto calibre contra el Plan Ceibal, en lo que como todo lo opinable podrá tener o no podrá tener razón. Lo que importa es lo político: es la primera exposición pública que desde el coloradismo se hace sobre el tema, por parte de quien es reconocido como hombre del partido y autoridad en la materia. Con lo que, hasta que alguien salga a decir lo contrario, a situado al Partido Colorado como el opositor del Plan Ceibal. Que además la gente lo percibe no como oposición al plan específico con esa denominación, sino a la extensión de la informática a los niños y adolescentes no solo en los locales educativos sino en su casa, y la interacción con los padres. Aunque el término es de dudosa validez clasificatoria, la gente cree que hay una democratización de la informática.

Lo que importa en definitiva no es cómo son las cosas sino cómo cree la gente que son. Visto los estudios de opinión pública realizados sobre el tema, posiciona la tronante salida de Rama posiciona al Partido Colorado como opositor a esa “democratización de la informática”, a que cada niño no pudiente pueda tener una computadora portátil para sí, y poder llevarla y traerla a su casa y al liceo. Porque de eso se trata, los niños y adolescentes pudientes ya cuentan con computadora en la casa y en la escuela o liceo, y si quieren cuentan también con su propio laptop. Lo que está en discusión es si el Estado garantiza lo mismo a los demás, a los que no pueden. Y esto puede ser este error del coloradismo: quedar también en este tema a contrapelo de la abrumadora mayoría del país, como un partido muy conservador.