25 Ene. 2009

El Frente Amplio y la polarización

Oscar A. Bottinelli

El Observador

En la competencia electoral no es lo mismo un juego de dos que un juego de tres, y muy diferente un juego de más de tres (donde es poco relevante si son cuatro, cinco, ocho o diez). Una competencia de tres implica un equilibrio inestable, difícil de mantener, que la gran mayoría de los casos termina en una competencia binaria. Para que un juego de tres llegue hasta el final como tal, es necesario que haya una distancia no muy grande entre el primero y el tercero, lo suficientemente estrecha como para que el elector considere que cualquiera de los tres tiene razonables posibilidades de vencer[...]

En la competencia electoral no es lo mismo un juego de dos que un juego de tres, y muy diferente un juego de más de tres (donde es poco relevante si son cuatro, cinco, ocho o diez). Una competencia de tres implica un equilibrio inestable, difícil de mantener, que la gran mayoría de los casos termina en una competencia binaria. Para que un juego de tres llegue hasta el final como tal, es necesario que haya una distancia no muy grande entre el primero y el tercero, lo suficientemente estrecha como para que el elector considere que cualquiera de los tres tiene razonables posibilidades de vencer. Un escenario de competencia triangular es, por ejemplo, el tramo final de las elecciones internas del Foro Batllista de setiembre de 1998, en que Hierro López-Lombardo y Fernández Faingold culminaron en una relación de 4-3-3. Otro escenario triangular, casi perfecto, fueron las elecciones nacionales de 1994, cuando entre el primero y el tercero (Partido Colorado vs. Frente Amplio) hubo una diferencia porcentual del 1.7%. En cambio, en las elecciones preliminares nacionales de 1999, en la competencia interna del Partido Nacional, un juego de tres entre Lacalle, Ramírez y Volonte, derivó en un juego binario Lacalle-Ramírez, tras la caída de Volonte y la aparición de un cuarto actor; mientras los dos primeros en conjunto obtuvieron 8 de cada 10 votos, los otros dos en conjunto apenas captaron los otros 2 votos de cada 10. El juego triangular a mitad de camino devino en un juego binario, polarizado, con otros dos actores en un papel cuantitativo secundario.

A la inversa, es obvio que si hay previamente planteado un escenario de polarización, el juego de tres no tiene cabida, no hay espacio natural para un tercero, no existe ninguna ranura donde introducir esa tercera candidatura. Eso quedó demostrado palmariamente en el Partido Nacional, donde en el segundo semestre de 2008 se dieron tres elementos concluyentes de esa polarización:

a. Al cierre del año la suma de las intenciones de voto a Lacalle y a Larrañaga totalizaron el 91% de las adhesiones partidarias, mientras que el espacio despolarizante (constituido por Vidalín y los indecisos) fue tan solo el 9%

b. En todo el semestre la diferencia entre uno y otro candidato nunca fue superior al 1%

c. Los dos candidatos oscilaron, a la suba o a la baja, en un rango de tan solo el 3%

d. Tanto Lacalle como Larrañaga cada uno quintuplica al espacio despolarizante

Entonces, el Partido Nacional presentó una polarización natural del electorado nacionalista, con dos candidatos cabeza a cabeza, con piso firme cada uno, sin posibilidad alguna de inserción de un tercer candidato y sin que ese posible tercer candidato debilitase ni a uno ni al otro. Va de suyo que en este panorama, a ninguno de ambos bloques quitó jamás el sueño la aparición de cualquier tercer candidato.

El Frente Amplio discute en estos momentos la viabilidad o no de una tercera candidatura, hecho que quita el sueño a ambos bloques iniciales (astorismo y mujiquismo), y los lleva a tener siempre en los labios la misma pregunta: ¿A quién perjudica la candidatura de Carámbula? ¿A quién quita votos Daniel Martínez? ¿A Astori, a Mujica, a quién más y a quién menos? Esa pregunta es contradictoria con el sostener que no hay un espacio para un tercer candidato porque el escenario está polarizado. Y desde el punto de vista gestual, es contradictorio sostener que hay un escenario polarizado y luego derramar ríos de tinta para demostrarlo. Cuando un escenario está naturalmente polarizado se lo ve en Caraguatá.

Pero conviene ver las diferencias sustanciales con el Partido Nacional y para ello tener en cuenta las mediciones de intención de voto del último semestre y la medición final del cierre del año ¿Qué se observa?:

Al cierre del año la suma de las intenciones de voto a Astori y a Mujica totalizaron el 79% de las adhesiones frenteamplistas, mientras que el espacio despolarizante (otros nombres y los indecisos) alcanzó el 21%.

En todo el semestre la diferencia entre uno y otro candidato se movió entre un máximo del 13% y un mínimo del 3%, lo que demuestra alta volatilidad.

La oscilación de la adhesión a los dos primeros candidatos registra un abanico del 7%

El piso registrado en el semestre de Astori y Mujica sumados es el del 72%, lo cual significa que hay un 7% de adhesiones actuales que no son propiamente firmes.

En consecuencia, hay un espacio abierto del 28%, constituido por quienes mencionan otros nombres, los propiamente indecisos y los adherentes volátiles a los dos primeros.

Tanto Mujica como Astori no llegan individualmente a duplicar este espacio volátil.

Entonces, lo que resulta claro y evidente es que en el Frente Amplio hay espacio para una tercera candidatura, que Astori y Mujica no convencen plenamente a la totalidad e los votantes frenteamplistas, que tres de cada diez pueden expectar un tercer nombre.

El problema entonces es otro. En primer lugar si hay voluntad política para una tercera candidatura. En segundo lugar si existe un nombre que llene ese tercer espacio, que capte a todo ese electorado no polarizante y, por encima de todo, que tenga los apoyos necesarios para el lanzamiento exitoso de esa candidatura (exitoso en el sentido de lanzarse al ruego con un piso mínimo de adhesión que permita pensar en una verdadera triangulación de la elección).

Un piso mínimo implica en primer lugar apoyo político sustantivo. De las siete corrientes principales del Frente Amplio, dos de ellas apuntalan la candidatura Mujica (el Espacio 609 y Democracia Avanzada-1001). Dos y una parte considerable de una tercera corriente apuntalan la candidatura Astori (Asamblea Uruguay, Nuevo Espacio y parte de la Alianza Progresista, particularmente los seguidores de Nin Novoa y los demócrata cristianos). El resto ha adherido a una tercera candidatura, pero diferente: la Vertiente Artiguista más el resto de la Alianza Progresista (los ex comunistas seguidores de Rossi) se pronuncian exclusivamente por la candidatura del intendente de Canelones el médico Marcos Carámbula y los socialistas originalmente lanzaron la candidatura del ministro de Industria ingeniero Daniel Martínez (postulado en el 46° congreso socialista, el 24 de noviembre). Pero allí no está todo dicho, ya que el 7de febrero su Comité Central tendrá la última palabra y deberá definir entre mantener la candidatura Martínez, apoyar a Danilo Astori como buscan los más próximos al presidente de la República o apoyar una tercera candidatura pero de Carámbula. Si los socialistas mantienen a Martínez, esa será la tercera candidatura. Si optan por Carámbula, será éste. Y si acompañan a Astori, parece difícil la tercera vía, y ahí sí, por la decisión de los sectores, habrá una polarización.