El Observador
El proceso de decisión del voto se desarrolla en un universo caracterizado por: centenaria poliarquía plena, partidos de larga duración, bajo Número Efectivo de Partidos, moderado número de partidos parlamentarios, formato de entre bipartidista y tripartidista, elencos políticos de relativamente baja circulación, liderazgos de larga duración; además de electorado cuantitativamente estable, con una población de menor crecimiento y por tanto, envejecimiento del electorado
Buscar desentrañar el proceso exige precisión sobre el aquí y el ahora.
Cómo es que la gente decide su voto es una de las preguntas más frecuentes que se hace la sociedad en general, el periodismo, los elencos políticos y también el mundo académico1 . No en vano hay una importante cantidad de estudios dentro de los principales países y estudios comparativos como, entre otros, el Comparative National Election Project (CNEP) o el Comparative Study of Electoral Systems (CSES).
Para empezar a desbrozar el camino, es necesario situarse en el aquí y el ahora, es decir, en el lugar y en el tiempo. Por lo tanto, el análisis se trata de circunscribir a contextos electorales como el uruguayo, que es muy diferente de otros sistemas políticos y otras culturas políticas.
En primer lugar cabe describir el sistema político uruguayo, en lo referido a la búsqueda de explicación de la decisión de voto. Sus principales características son:
Uno. Un poliarquía2 plena centenaria, con un debilitamiento en los años treinta del siglo XX y un debilitamiento y posterior interrupción entre fines de los años sesenta y comienzos de los ochenta de dicha centuria.
Dos. Un sistema de partidos constituido por agentes de larga data o producto de la transformación de esos agentes de larga data. Los dos principales partidos (Nacional y Colorado) cuentan con un algo más de un siglo como partidos políticos propiamente dichos y dos siglos si se añade el periodo precedente de protopartidos, cuyo origen -en ambos casos- puede situarse en 1825. El principal agente actual (Partido Frente Amplio) cuenta con casi medio siglo, pero a su vez es heredero de tres partidos más que centenarios (Unión Cívica del Uruguay, Comunista, Socialista) y de desprendimientos de los mencionados agentes bicentenarios. Hasta ahora no ha obtenido representación parlamentaria ningún agente partidario formado posteriormente o, si ocurrió, fue como desprendimiento de los agentes centenarios o bicentenarios y sus sucesivas transformaciones.
Tres. Un sistema que ha oscilado entre el bipartidismo y el tripartidismo. El Número Efectivo de Partidos (en la formulación de Taagapera & Lakso) ha oscilado en el último siglo desde un mínimo de 2,0 a un máximo de 3,3. El número de lemas representados en el Parlamento -producto de la elección- ha tenido un mínimo de 2 y un máximo de 6. Desde la restauración institucional ha oscilado entre 3 (1985-90) y 5 (2015-20), con una predominancia de 4.
Cuatro. Elencos políticos con una tasa relativamente baja de circulación de actores. En el nivel presidencial o lideral máximo se destacan figuras de larga duración (superior a dos décadas en ese nivel), como José Batlle y Ordóñez, Luis Batlle Berres, Jorge Pacheco Areco, Jorge Batlle Ibáñez, Julio Ma. Sanguinetti en el Partido Colorado; Luis Alberto de Herrera, Daniel Fernández Crespo, Martín R. Echegoyen, Wilson Ferreira Aldunate, Carlos Julio Pereyra, Luis Alberto Lacalle, Jorge Larrañaga en el Partido Nacional; Liber Seregni, Tabaré Vázquez, Danilo Astori, José Mujica, en el Frente Amplio; ademas de liderazgos de otros partidos de menor porte (algunos confluyendo plena o parcialmente en el Frente Amplio) como Emilio Frugoni, Vivian Trías, Eugenio Gómez, Rodney Arismendi, Dardo Regules, Juan Vicente Chiarino, Juan Pablo Terra, Pablo Mieres. Hay otros nombres de alto nivel que en parte figuraron en fórmulas presidenciales y en parte no, a lo largo de no menos de dos décadas (la lista no es exhaustiva y sin duda debe contener una cuantas omisiones involuntarias). Lo importante es remarcar que en líneas generales entre los actores de primer nivel nacional predomina una vigencia -con mayor o menor dimensión- de no menos de dos décadas y consiguientemente no menos de cuatro elecciones nacionales.
En segundo lugar, corresponde describir el electorado. Sus principales características son:
Uno. Extraordinariamente bajo crecimiento cuantitativo del electorado afirmativo, es decir, del que vota por opciones traducibles en bancas. En el periodo que va desde 1971 (primeraas elecciones con voto obligatorio efectivo) hasta las ultimas elecciones nacionales de 2014, ese electorado afirmativo creció un 37,8%, lo que implica un ritmo promedio del 0,75% anual, o del 3,81% entre elección y elección.
Dos. Un crecimiento de la población total del país inferior al crecimiento del electorado. El incremento de la población entre 1971 y 2014 fue del 21,4%, lo que implica un ritmo promedio del 0,45% anual, o del 2,27% entre elección y elección.
Tres. Ello demuestra un envejecimiento del Cuerpo Electoral, del orden promedio del 1,5% entre elección y elección.
Cuatro. Muy baja o nula inmigración externa (hasta 2014)
Cinco. Muy baja tasa de natalidad y alargamiento de la expectativa de vida.
En resumen. El proceso de decisión del voto se desarrolla en un universo caracterizado por: centenaria poliarquía plena, partidos de larga duración (hemicentenarios, centenarios o bicentenarios), bajo Número Efectivo de Partidos (de 2 a 3,4), moderado número de partidos parlamentarios (no menos de 2 ni más de 6, con predominancia de 4 por Legislatura), formato de entre bipartidista y tripartidista, elencos políticos de relativamente baja circulación, liderazgos de larga duración; además de electorado cuantitativamente estable (tasa de crecimiento entre elección y elección de 3,8%), con una población de menor crecimiento (media de 2,3% entre elección y elección) y por tanto, envejecimiento del electorado (a una tasa media del 1,5% entre elecciones).
Es muy importante entonces detenerse a observar que la decisión de voto de las personas se procesa en este marco de alta estabilidad. Por lo tanto, es necesario precaverse de extraer conclusiones, hacer comparaciones o aplicar criterios válidos para países de baja estabilidad, escasa estructura del sistema de partidos y elencos políticos cambiantes. Y ni hablar, en relación a países de alto cambio demográfico, elevada natalidad, baja o media expectativa de vida y procesos de rejuvenecimiento del electorado.
1 Primera nota de una serie sobre “Los procesos de decisión política y la construcción de los escenarios electorales”
2 Poliarquía puede sintetizarse como aproximadamente un sinónimo de lo que se denomina democracia política liberal.