09 Oct. 2019

Elecciones históricas en Uruguay y Argentina

Oscar A. Bottinelli - Diálogo con Luis Custodio

Radio Uruguay - Puntos de Vista

Entre la certeza de una alternancia en el Gobierno argentino y la incertidumbre de lo que pueda pasar en Uruguay. Oscar A. Bottinelli repasa lo que han sido los ciclos electorales en ambos países desde 1999 a la fecha, cuando vuelven a coincidir las elecciones nacionales.

L.C.: Nos separan 18 días de las elecciones, dos elecciones históricas en ambas orillas del Plata, en Uruguay y Argentina. Es la primera coincidencia exacta en fechas, pero hubo alguna aproximación en cuanto a elecciones. La historia recoge información sobre eso.

O.B.: Ocurre lo siguiente: el ciclo electoral presidencial argentino es cada cuatro años, en Uruguay cada cinco. Cada veinte años coinciden, y además es a fin de octubre. Hoy son el último domingo de octubre las dos elecciones, es decir, el 27 de octubre, y el eventual balotaje está previsto, en ambos países, para el 24 de noviembre. Hace veinte años hubo una diferencia de una semana, porque Argentina hizo la elección presidencial y legislativa parcial el 24 de octubre, y Uruguay estrenó el nuevo sistema electoral, producto de la reforma de 1996, que introdujo el balotaje, el 31 de octubre, una semana después.

L.C.: Estaba tratando de ubicarme en ese 1999, en un contexto político totalmente diferente a este.

O.B.: Podemos decir que fue el siglo pasado. En general, lo que estamos viendo, es la no coincidencia de ciclos en Uruguay y Argentina. Recordemos, brevemente, que Argentina hace la transición a la democracia un año antes que Uruguay, un poquito más. En diciembre de 1983 asumió Raúl Alfonsín como presidente de la Nación. La presidencia de Alfonsín termina adelantada. Carlos Menem, que lo sucede, decía irónicamente: “a mí no me transmitieron el bastón de mando, me lo tiraron por la cabeza”. La elección se había hecho mucho antes de la fecha de transmisión del mando, y, hecha la elección, Alfonsín entrega el mando sin esperar la fecha habitualmente prevista. Menem inicia un período de ocho años, caracterizado por unas profundas reformas, la apertura del mercado de la Economía, privatización, en un solo decreto, que llevó páginas de la publicación de un diario, de lo extenso que era, y se privatizó prácticamente todo. Eso le dio un fenomenal ingreso de dinero al Estado argentino, y se vivió una época de bonanza, que se conoció, entre otras cosas, como la época de la pizza con champagne. La Argentina de la fiesta, de tocar el cielo. Y como no es extraño en Argentina, después de tocar el cielo, inmediatamente viene el infierno. Y Menem se va, no en una situación de gran crisis, pero complicada. Pero, además, la complicación no era tanto económica, que lo era, se estaba llegando al fin de la convertibilidad, cuando un peso argentino valía un dólar, sino que las acusaciones de corrupción contra su gobierno, especialmente ligadas a las privatizaciones, llevaron a una alianza entre la histórica oposición argentina, la Unión Cívica Radical, representada por el que era jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Fernando de la Rúa, y una disidencia de izquierda del peronismo, encabezada por Carlos “Chacho” Álvarez y una defensora de los Derechos Humanos, Graciela Fernández Meijide. La fórmula fue Fernando de la Rúa-Carlos “Chacho” Álvarez, y fue muy exitosa. Implicó, entonces, una nueva alternancia en el poder.

Restauración democrática: Unión Cívica Radical. Se agota en medio de una crisis, retorna un peronismo de liberalismo económico, con Menem. Se agota el menemismo, y vuelve la Unión Cívica Radical con aliados; antes del año renuncia el vicepresidente de la Nación, Carlos “Chacho” Álvarez, acusando al Gobierno de corrupción, y a los dos años, después de las elecciones parciales que tuvo Argentina a fin de octubre, en 2001, en diciembre, Fernando de la Rúa sale en helicóptero de Casa Rosada y el país entra en un caos institucional, que termina arreglado con una transición de Eduardo Duhalde, que había sido el derrotado en las elecciones casi simultáneas con Uruguay, de 1999. Hubo alternancia política en medio de una crisis.

¿Qué pasó en Uruguay en 1999? Primero, estreno de la Reforma Constitucional. Esto es muy importante. Hace veinte años se estrenó el sistema al que hoy estamos acostumbrados. En 1999, pensar que blancos y colorados podrían sumar los votos era algo que no existía. Era ir contra la historia. Existían, sobre todo en el Uruguay profundo, aquellos blancos que preferían que les cortaran una mano antes de votar una lista colorada. Era todos contra todos, y todos contra todos dentro del propio partido, porque no había internas. Había dos, tres, cuatro candidatos importantes por partido. Y además, para colmo de lo que le podía tocar al Partido Nacional, el candidato a presidente era un Batlle. Sobre todo por el lado del herrerismo, lo más odiado que podía haber era la dinastía Batlle. Ese estreno se produjo el 31 de octubre, con el consecuente balotaje. Mientras Argentina, acostumbrada a la alternancia política, Uruguay, si bien tuvo el desafío que presentaba un Frente Amplio en ascenso, que en octubre fue la primera fuerza política por primera vez, primera vez que el Partido Nacional y el Partido Colorado pierden el primer lugar, y la quinta vez que el PC perdía el primer lugar en todo el siglo XX, se optó por la continuidad.

Además, en la restauración institucional tuvimos un colorado como Sanguinetti, un blanco como Lacalle, otra vez Sanguinetti, y acá repiten los partidos tradicionales, no solo en cuanto a una continuidad de coalición de Gobierno, sino que el mismo partido sigue como dominante del Gobierno. Es decir que, en ambas orillas del Plata, tuvimos ciclos completamente diferentes, que luego sí se van a juntar, entre el 2001 y el 2002. Primero Argentina, que siempre está primero en las crisis, y 2002 nos arrastra en una crisis de la que, mientras Argentina salió con rotura de vidrieras, cacerolazos, manifestaciones e incluso algún muerto en las protestas callejeras, Uruguay tuvo una salida a la uruguaya, que hoy está siendo levantada en Argentina por el candidato opositor, que probablemente triunfe, como la salida que tendría que tener el país en la actualidad.

L.C.: Esa es la foto de hace veinte años. Hoy la realidad es absolutamente distinta.

O.B.: Primer gran diferencia: Argentina, todo indica que el 24 de diciembre va a producir un giro significativo. Es importante, antes que nada, ver las diferencias del sistema de Gobierno y del sistema electoral, que no son menores. Los dos eligen, potencialmente, presidente en dos vueltas. Pero en Uruguay se requiere que la fórmula más votada tenga más de la mitad de todos los votantes, considerando voto en blanco y anulado. Por eso Vázquez, con el 51,5% de los votos llamados positivos, apenas pasó la barrera con el 50,5%. En Argentina hay dos formas de ser elegido. Primero, se cuentan solo los votos válidos, de los partidos. El voto blanco o anulado es como si no se fuera a votar. Y se requiere el 45% de los votos positivos, no se requiere el 50%. Incluso, si no se saca el 45% pero sí un piso del 40% y una diferencia del 10% sobre el segundo, también se es elegido. Es mucho más fácil ser elegido en Argentina en primera vuelta. En Uruguay se requiere más de la mitad de votantes, incluyendo en blanco y anulado.

Lo segundo es el sistema de gobierno. Esto a veces se confunde, incluso muchos politólogos hablan como si el Uruguay fuera presidencial, y Uruguay es semipresidencial, o semiparlamentario. Es muy importante en Uruguay la elección parlamentaria, por eso estamos discutiendo todo el tiempo si se llega o no a la mayoría. Porque no solo es aprobar las leyes. Aquí se necesita respaldo para el Gobierno. Argentina es un régimen presidencial puro. El presidente nombra a los ministros a su saber y entender sin tomar en cuenta la composición de las cámaras, que allá no se llama Parlamento sino Congreso. Incluso el nombre “Parlamento” es el nombre europeo, que responde a regímenes parlamentarios o semiparlamentarios, y “Congreso” es el esquema presidencial que viene de los Estados Unidos. Por lo tanto, el presidente es una figura que tiene un poder institucional en Argentina que no tiene en Uruguay. Y desde el punto de vista político, Argentina va a completar un ciclo, fuera de toda duda, porque las encuestas son contundentes, y Alberto Fernández va a ganar en primera vuelta. Esto va a ser un giro de 360º. El peronismo, que tuvo, durante muchos años de gobierno, con Néstor Kirchner y el comienzo del gobierno de Cristina Fernández, a Alberto Fernández como jefe de gabinete, que es el símil de un primer ministro, un jefe de ministros, ahora va a ser el presidente de la República, y la anterior presidente va a ser la vicepresidente. Por lo tanto, Argentina hizo, cuatro años atrás, un giro de 180º, y ahora hace otro de 180º, con lo que hace la vuelta completa.

Uruguay, para empezar, país suavemente ondulado, va camino a una gran incógnita, incertidumbre. La certeza es que obviamente hay balotaje, siempre hay balotaje, lo de 2004 fue la excepción, y no la regla, y que no va a haber mayoría parlamentaria propia, de ningún partido político. Eso resulta bastante claro. Lo que tenemos es que Uruguay tiene un nivel de incógnita que no tiene Argentina, al punto que Alberto Fernández, en el mundo, está siendo tratado como el próximo presidente. Pasó en la reunión de Puebla, en España la presentación de cómo va a ser su Gobierno en relación al Tratado de Libre Comercio UE-Mercosur y las inversiones en Argentina. No es un candidato que se está presentado, como cuando fue Daniel Martínez a Buenos Aires. No. Él está hablando como un presidente al cual le falta un trámite que le otorgue el título, que asumirá el 10 de diciembre, porque se está hablando, otra vez, de la posibilidad de adelantar la transmisión del mando.