11 Oct. 2019

El debate presidencial y la estimación de voto por partido

Eduardo Bottinelli - Diálogo con Aldo Silva

970 Universal – Fuentes Confiables

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“Preguntamos directamente si el debate les había hecho cambiar el voto, y el 94% dijo que no. Hay un 4% que no opinó, que no sabe, y quienes dijeron que sí cambiaron el voto en algún sentido fue el 2%. Si tenemos un debate con una exposición del 73%, y solamente el 2% dice que cambió, el debate movió poco”.

A.S.: Los números de la última encuesta surgen después del debate Daniel Martínez-Luis Lacalle Pou. La pregunta que uno se hace es si hubo un ganador, si cambiaron las encuestas.

E.B.: Hubo mucha expectativa con el debate. Qué podía pasar, cómo podía desarrollarse, y esa expectativa se traduce en que declara haber visto o escuchado el debate el 73% de la población, es muy alta la declaración. En estos casos siempre tenemos dos salvedades para hacer: la primera es que haberlo visto o escuchado no significa haberlo visto o escuchado entero. Por otro lado, siempre tiende a haber un grado de sobredeclaración de este tipo de actividades, cuando son actividades masivas; cuando la opinión pública se está refiriendo a un tema durante mucho tiempo, decir que no se vio tiende a tener un componente negativo. Ahí siempre tiende a haber un grado de sobredeclaración. Lo seguro es que fue bastante masivo el seguimiento que la gente hizo del debate, por más que haya sido parcial.

Ahora, cuando miramos los perfiles de quiénes manifiestan que lo vieron, hay dos o tres componentes muy relevantes, que, más o menos esperábamos, pero acá los tenemos a ciencia cierta dentro de los márgenes de error y con las salvedades que dije recién, pero hay algo que es claro: entre los interesados en la política, casi el 80% dice que vio el debate, y entre quienes no le interesa la política fue el 54%. Es decir, hay una diferencia muy importante en el primer perfil, que es el interés en la política. Quienes se interesan por la política estuvieron mucho más presentes que quienes no les interesa. Es bastante razonable.

El otro perfil interesante es que, a medida que aumenta la edad, aumenta la declaración de haber visto el debate. En los más jóvenes fue, más o menos, seis de cada diez, en la edad intermedia, entre los 33 y los 60 años, fue siete de cada diez, y en los mayores de 60 años ocho de cada diez. Hay un aumento de la exposición a medida que aumenta la edad, que también está relacionado, en parte, con el interés en la política. Asociado a esto pasa lo mismo con la clase social. En la clase alta y media alta, ocho de cada diez vio el debate, y en la clase media y media baja fue el 75%. En la clase baja fue seis de cada diez. Tenemos, también, que a medida que baja la clase social, desciende la cantidad de personas que lo vio, que estuvo expuesta al debate. Y, claramente, estuvo mucho más concentrado entre los votantes del Frente Amplio y el Partido Nacional que entre los votantes de otros partidos.

A.S.: ¿Se puede cuantificar esa cantidad de gente?

E.B.: Si nos guiamos por esto, podemos decir que lo vio 1.500.000 personas. Eso no significa que hayan visto todo el debate, sino que hayan estado expuestos en algún momento.

A.S.: Está claro que la opinión pública tenía conocimiento de que había un debate.

E.B.: Acá hay algo importante, y es que mucha gente se enteró antes de que había debate, y mucha gente se enteró de que hubo debate, se enteró después.

A.S.: ¿Se puede estimar si hubo gente que cambió su voto después del debate?

E.B.: Preguntamos directamente si el debate les había hecho cambiar el voto, y el 94% dijo que no. Hay un 4% que no opinó, que no sabe, y quienes dijeron que sí cambiaron el voto en algún sentido fue el 2%. Si tenemos un debate con una exposición del 73%, y solamente el 2% dice que cambió, el debate movió poco. Lo otro interesante es que, cuando tomamos dentro de hacia dónde cambió, son decimales para un lado y para el otro. Gente que dice que cambió y lo hizo hacia Martínez, hacia Lacalle Pou, hacia Manini, hacia Talvi o hacia otros partidos. El efecto no es solo entre quienes debatieron. Además de que es menor, porque es muy poca la gente que dice que cambió su voto después del debate, también es menor el efecto, porque se contraponen, los cambios son en sentidos opuestos y hacia otros lados.

A.S.: Ya sabemos que lo vio mucha gente y que pocos cambiaron su voto. ¿Podemos estimar si alguien ganó o perdió?

E.B.: Al otro día del debate dijimos que ganaron los dos, pero no ganó ninguno. Y cuando le preguntamos a la gente cuál de los dos había tenido un mejor desempeño, cuál ganó, tenemos un empate: 32% dice que ganó Martínez, 31% que ganó Lacalle. Un 7% dice que estuvieron los dos bien, y un 13% dice que los dos estuvieron mal, y tenemos un 16% que no opina. Esto está teñido fuertemente por la intención de voto. Los votantes del FA, casi el 70%, dicen que ganó Martínez. En el caso de Lacalle, más del 60% de los votantes blancos dice que ganó él. Votantes del Partido Colorado dicen que ganó Lacalle, 36%, y la segunda opción con más respuestas es que los dos estuvieron mal. Había un espíritu crítico más fuerte de los votantes del PC.

Lo otro interesante es que, mientras que, en el caso de Martínez, a medida que aumenta la edad desciende quienes dicen que ganó, aparece más fuerte entre los más jóvenes y más débil entre los mayores, en el caso de Lacalle pasa al revés. A medida que aumenta la edad, aumenta la gente que dice que ganó, que estuvo mejor en el debate. Eso responde a los perfiles del electorado, y tiene un poco que ver con el discurso que se hizo, sobre todo en el de Martínez, que al final hizo una referencia directa a los más jóvenes. Pero no aparece un ganador claro, y las camisetas, en todo caso, pesan bastante.

A.S.: A la luz de todos estos detalles, vamos con la estimación de voto.

E.B.: Ahí hemos visto que hubo pocos movimientos. El FA se ubica en el 38% y en la medición anterior estaba en 39%, y en la anterior en 37%. Más o menos, en el último tiempo, ha oscilado entre el 37% y el 39%. El PN se ubica en el 27%, un punto más de lo que tenía antes, después de haber estado en 26% en las dos mediciones anteriores. Después de las internas se movió entre 26% y 27%. El caso del PC es distinto. Hoy está en el 16%, y tiene un proceso descendiente, porque tiene una pérdida de dos puntos porcentuales con respecto a la anterior, y pierde uno respecto a la primera de julio. Es decir, cae tres puntos después de haber tenido un crecimiento importante.

A.S.: ¿El PC fue el perjudicado en el debate?

E.B.: Es difícil saberlo. Claramente sí, pero no necesariamente tiene que ver que el movimiento de la estimación de voto refleje que fue perjudicado en el debate. Se suman muchas cosas. Talvi, en todo este proceso, ha tomado decisiones, en términos de la vicepresidencia, de la no participación de Bordaberry, del espacio que ha tenido o no con Sanguinetti.

A.S.: Su propia actitud ante el debate, ¿No?

E.B.: Exactamente. Podemos resumir, de eso, que probablemente tenga razón en manifestar su disconformidad en cómo se trató. Las formas en que lo hizo quizá no sean las más adecuadas en términos de su imagen. Entonces, no solamente lo perjudicó el debate, sino también esas actitudes durante el debate, o previas al debate.

Finalmente, de los cuatro partidos principales, tenemos a Cabildo Abierto, que pasa a 10%. CA muestra un proceso de crecimiento sistemático desde la primera medición que registramos, en abril, cuando tenía un 6%. El proceso es, salvo un estancamiento que tuvo entre Julio/Agosto y Agosto/Setiembre, claramente ascendente. Luego tenemos otros partidos, como el Partido de la Gente y el Partido Independiente, con el 2%; el PERI, que ahora muestra 2%, esto tenemos que verlo, para saber si consolida un 2% o es un pequeño movimiento muestral, y luego la Unidad Popular y el Partido Verde Animalista, que redondean un 1%. Esto no garantiza que vayan a entrar en el Parlamento, porque todo esto es muy fino, pero sí que están cerca. Y nos queda un 2% de votos en blanco, anulados y otros partidos, donde entran el Partido Digital y el Partido de los Trabajadores.

A.S.: Estaba pensando en el fenómeno de CA. Un oyente decía que la aparición de los restos de Bleier perjudican a Manini. ¿Podés esbozar algún comentario al respecto?

E.B.: Es difícil entender, en toda la dimensión, lo que está sucediendo, con el caso Manini y cuáles son los ejes que mueven el voto. Si uno mira los perfiles socioeconómicos, de clase, educativos, de los votantes de Manini, tienden a ser personas que están poco vinculadas a estos temas. Entonces, no sé si puede tener una afectación a lo que ya tiene. Quizá pueda afectar su imagen, o reforzar la imagen ante quienes tienen una valoración negativa, o tienen algunas dudas. De quienes ya están, de alguna forma, vinculados a Manini, cercanos a él, o que visualizan en él algunas cosas, y pongo un ejemplo: Manini se opone a la reforma Vivir sin Miedo. La mayoría de sus votantes dicen que la votarían. Eso significa que, en realidad, Manini representa lo que dice, lo que hace, pero simbólicamente también representa para la gente algo que no necesariamente es exactamente lo que dice. Refleja una necesidad de un conjunto de la población, que no necesariamente refleja las ideas que está presentando. En ese sentido, que es gente, en su mayoría, de clase media-baja y baja, con menor interés en la política, hace pensar que este hecho puntual, muy relevante, sin dudas, no es algo que afecte su vida cotidiana ni su pensar global.

A.S.: ¿Qué pasa con el nivel de decisión del voto y todo lo que tiene que ver con las decisiones más fuertes y las más débiles?

E.B.: Ahí tenemos algo interesante. Tenemos estimado, más o menos, que el 90% del electorado tiene un voto fuerte, que está bastante decidido en lo que va a votar. Sin embargo, si lo ampliamos un poco a quienes tienen alguna duda, cuando el voto es Algo Fuerte, es decir, en alguna situación que planteamos en la encuesta no elige a otro partido pero manifiesta tener dudas de qué hacer, el área que llamamos de disputa entre todos los partidos llega al 14%. En eso, tenemos que hay una distribución que no es igual ni proporcional en dimensión entre los distintos partidos, porque, por ejemplo, el FA, de 38% tiene 37% de Voto Fuerte y 1% de Voto Débil, y el PN y el PC tienen dos puntos cada uno de Voto Débil. La mayoría es entre sí: dudan entre el PC y el PN. También hay algunos que dudan entre el PN y Manini, o entre el PC y Manini. Y Manini tiene un punto de Voto Débil. Ha consolidado el Voto Fuerte. Y el PdlG y el PI, que tienen dos puntos, tienen un punto de Voto Fuerte, consolidado, y un punto de decisión más débil.

A.S.: Tenemos segunda vuelta.

E.B.: Tenemos segunda vuelta, no tenemos partido con mayoría parlamentaria, tenemos algunos datos muy interesantes, que van a ser todo un desafío, que es cómo se va a gobernar con un Parlamento muy fragmentado.

A.S.: Uno suma: blancos 27%, colorados 16%. Voy a esto: esta situación del debate, ¿Habrá generado algún tipo de resquebrajamiento en el votante colorado, que puede llevarlo a no votar al PN en la segunda vuelta?

E.B.: Durante el proceso de agosto en adelante ha habido un alejamiento político de Talvi respecto de Lacalle. Ahora las declaraciones son más conciliadoras, pero en algún momento fueron bastante ríspidas, pidiendo un “acto de grandeza”. También hubo un alejamiento fuerte de Talvi respecto de Manini, marcando una distancia considerable. También el PI: Mieres hizo, hace poco, unas declaraciones, diciendo que no participaría de un acuerdo con Manini. Eso hace más complejo este tema, cuando se piensa en la oposición. Además, el comportamiento de la gente, tanto en elecciones anteriores como en lo que estamos viendo en las encuestas, es que los votantes del PN acompañarían a Lacalle Pou, casi en su totalidad, en una segunda vuelta. Pero los del PC no, no todos. Ocho de cada diez, pongamos. Los de Manini, siete de cada diez. Más o menos. Esto es para ver por qué no es del todo correcto sumar los votos de toda la oposición pensando en una segunda vuelta. Sí es útil para pensar en términos legislativos, de comportamiento de bancadas, con la duda de qué puede pasar con CA, si integra o no una coalición. Porque, tanto Talvi como Mieres han manifestado fuertes discrepancias con Manini. Eso hace que una coalición “multicolor”, como le llama Lacalle, tenga sus complejidades.