27 Mar. 2021

Pandemia, doctrinas y economía

Oscar A. Bottinelli

El Observador

Las diferencias de diagnóstico, concepción y propuestas económicas se ata mucho con las diferencias sobre cómo debe enfrentarse la pandemia, en el arco que muestra el mundo desde la imposición por el Estado del lock down y el toque de queda, hasta en el otro extremo la auto regulación por parte de los ciudadanos.

Las diferencias entre los partidos son fundamentalmente conceptuales

Las diferencias exhibidas en los últimos días y semanas entre los cuatro principales actores político partidarios del Uruguay no son solo principalmente búsqueda de marcación de perfiles de cara a la opinión pública. Tampoco es un degradé de oficialismo puro, oficialismo muy confiable, oficialismo algo más diferenciado y oposición, como el juego de que a cada quien toca jugar según el lugar que ocupa en el tablero. Debe partirse de la idea de que más que nada hay diferencias conceptuales, ideológicas o doctrinarias, tanto en lo económico como en lo político, y en ambos casos cuanto al rol del Estado y al rol del individuo. Y al tratar de describir las posturas –desde un ángulo no técnico en lo económico- conviene salir de la discusión de palabras e ir a la descripción de conceptos: no importa si es una postura inspirada en Keynes o en Hayek, si es liberal o dirigista; eso queda para la taxonomía técnica de los que saben de la materia, que no es el caso.

El presidente de la República y la ministra de Economía son muy coherentes en la concepción de que los objetivos a lograr son la reducción del déficit fiscal, la disminución del endeudamiento del país y el mantenimiento del investment grade. Y si las dos primeras cosas no son posible, al menos frenar el incremento del déficit y ser conservadores en el endeudamiento, pero inflexibles en la preservación del grado inversor. Esta postura viene desde la campaña electoral, la transición, la asunción presidencial y todas las señales dadas a lo largo de este año. Ello es consistente además con el pensamiento dominante en las economías desarrollados y en los organismos internacionales hasta la llegada de la Pandemia.

Del otro lado, con muchos matices, aparecen visiones diferenciadas, que se fijan en lo que hacen Estados Unidos y Europa. El ejemplo europeo es muy significativo. En 2008 y 2011, cuando las dos grandes crisis financieras, Europa estaba conducida en lo político por Angela Merkel (jefe del gobierno de Alemania) y en lo económico por Mario Draghi (presidente del Banco Central Europeo) y Christine Lagarde (cabeza del Fondo Monetario Internacional). En ese entonces llevaron adelante una línea dura de ajuste hacia Grecia, Italia, España, Portugal e Irlanda. La política de austerity, como se la llamó, implicó la baja de las jubilaciones y los salarios, el despido de funcionarios públicos y en líneas generales el aumento significativo de la desocupación, sobre el supuesto que esos ajustes sanaban las economías y permitían el despegue (fueron más allá, forzaron la destitución de Silvio Berlusconi como jefe del gobierno de Italia -por oponerse a la austerity- e impusieron un jefe de gobierno afín a sus convicciones, Mario Monti).

Hoy, Merkel (en Alemania), Draghi (ahora como jefe de gobierno de Italia) y Lagarde (a la cabeza del Banco Central Europeo) impulsan una política expansiva, de endeudamiento y de derrame. El endeudamiento alcanza cerca de 900 miliardos de dólares (un miliardo igual a mil millones) lo que equivale a casi 2.000 dólares por habitante, y para el tamaño de Uruguay equivale a cerca de 7 mil millones de dólares. Estados Unidos por su lado lanza un endeudamiento por 2.000 miliardos. Los países europeos, con distinta modalidad y terminología, van por el camino de lo que en Italia llaman “redito di cittadinanza”, una asignación básica mínima a todo ciudadano (a todo hogar) con determinados límites y exigencias; otros países europeos incursionan en diferimiento de pago de impuestos, eliminación de multas y recargos, tope de los alquileres o subsidios estatales a los alquileres. Esto lo aplican gobierno de centro derecha, de centro, de centro izquierda y otros de amplio abanico político, de consenso nacional.

Este giro copernicano es tomado por muchos economistas y sectores políticos de Uruguay, afines a o integrantes de la coalición, para presentar otra perspectiva. Considerar que al menos para el tiempo de pandemia y la salida de ella, debe salirse de los caminos ortodoxos o tradicionales e ir a políticas de expansión del gasto y derrame de dinero desde el Estado, como forma de mover la economía.

En esta línea se observan las propuestas realizadas con mucha mesura en público por el Partido Colorado (y más profundas en forma reservada) así como las fuertes propuestas de Cabildo Abierto que va más allá y plantea un amplio recorte a las exenciones fiscales de que gozan los grandes capitales (mayormente extranjeros) y una disminución de impuestos y contribuciones a las pequeñas y medianas empresas, a las empresas nacionales y a los que trabajan por su cuenta. El Frente Amplio por su parte ha planteado un conjunto de medidas ambiciosas, que incluyen una renta básica universal.

Parece claro, analizado políticamente, que hay diferencias en la política económica sobre hasta dónde se puede llegar, por dónde se logra la recuperación y cómo se absorben los costos sociales. Para el elenco presidencial (conducción económica incluida) parecería que su apuesta es aguantar lo más posible al menor costo, no comprometer el grado inversor, esperar a la recuperación de las potencias del mundo (quizás China en primer lugar, Unión Europea después) y ser atractivo para la llegada de capitales, en un mundo en que hay o va a haber exceso de liquidez. No parece ser el diagnóstico plenamente compartido del resto del arco político, en el que se manifiestan desde salvedades hasta fuertes discrepancias.

Las diferencias de diagnóstico, concepción y propuestas económicas se ata mucho con las diferencias sobre cómo debe enfrentarse la pandemia, en el arco que muestra el mundo desde la imposición por el Estado del lock down y el toque de queda, hasta en el otro extremo la auto regulación por parte de los ciudadanos. Decir que se ata mucho no quiere decir que son causa y consecuencia directa, porque en las medidas de contención sanitaria hay también elementos ideológicos, conceptuales o doctrinarios autónomos, ajenos a lo puramente económico.

NB: Aviso para fanáticos y barras bravas: todas las posturas son legítimas y corresponden a la forma que cada uno tiene de ver al mundo y a la sociedad.