24 Abr. 2021

La Concertación para el Crecimiento

Oscar A. Bottinelli

El Observador

Lo que surge con nitidez es cómo en momentos críticos de la vida de la sociedad uruguaya, hubo y hay convocatorias y propuestas para intentar una salida consensuada y una construcción de algún modelo de país, si no entre todos, sí entre los más, como puente entre ideologías políticas y visiones sociales diferentes […] Ahora queda por verse qué cuaja en esta nueva crisis de 2020/2021.

En momentos de crisis se apeló al diálogo en 1983, en 1984 y en el 2002.

El 16 de abril de 2002 se realizó una gran marcha hacia Montevideo, con una concentración en El Obelisco y la lectura de una proclama, a impulsos de la Concertación para el Crecimiento1. Concertación que surge de la convocatoria en coincidencia de organizaciones relevantes del agro como la Federación Rural, la Comisión Nacional de Fomento Rural, los cultivadores de arroz, los productores lecheros, los granjeros. Y en el mismo plano, la convergencia de organizaciones de empresas nacionales, en gran medida pequeñas y medianas, de panaderos, ferreteros, quiosqueros, autoservicios y supermercados uruguayos, farmacias, transporte, construcción, venta de carne, profesionales de los seguros. Y esas diversas convocatorias que convergen juegan una gran movilización que cuenta con el apoyo y la participación del PIT-CNT, es decir, de los trabajadores uruguayos, de los asalariados sindicalmente organizados.

A 19 años de la convocatoria de la Concertación para el Crecimiento y el PIT-CNT, es fascinante observar muchas similitudes históricas entre aquel momento y el actual. Y también percibir algunas diferencias. Los puntos centrales de la proclama se asemejan mucho a temáticas que hoy están sobre la mesa. De esa proclama leída en El Obelisco, es interesante remarcar algunos ejes:

Uno. El llamado a la instalación de una mesa permanente de diálogo integrada por todos los sectores de la sociedad uruguaya, a fin de encarar las cuestiones de fondo que el país deberá resolver en los próximos 30 o 40 años

Dos. El evitar el caos y la confrontación

Tres. El reclamo de un gesto de humildad del gobierno

Cuatro. La denuncia de la primacía de la “ley del más fuerte”, proyecto que socava el tejido social

Cinco. La definición de que “no existe otra forma de existencia social que no sea sobre la base del trabajo como actividad creadora de la vida”

Seis. El impulso a una “estrategia de desarrollo productivo”

Siete. La situación difícil del agro y de las empresas nacionales, en particular de las pequeñas y medianas

Ocho. El desarrollo de un país solidario

Nueve. El ahogamiento que produce el endeudamiento de la gente y de las empresas

Diez. La reactivación del mercado interno

Once. La reformulación del papel del Estado, potenciándolo como factor de desarrollo nacional, de respaldo del aparato productivo y como mecanismo de redistribución social de la riqueza

Doce. La reformulación del Mercosur

Los llamados de hoy cuentan con mensajes similares de muchas organizaciones de los mismos sectores sociales y productivos, aunque no de todos los de aquella época, y además incorpora a unos cuanto sectores o agentes nuevos. Pero la diferencia más relevante en la actualidad es la visión de la necesaria participación de los partidos políticos, que asemeja los llamados de hoy a la experiencia de la Concertación Nacional Programática de 1984-85.

El momento político también es diferente, pues hace dos décadas se percibía la llegada de un relevante cambio político en el país, y hoy ocurre cuando ese ciclo histórico se ha agotado. Y también cuando resurgen problemas similares a los que generaron aquella protesta, en un contexto diferente. Y entre la llegada y el agotamiento de aquel ciclo histórico, se observa cómo en su desarrollo surgieron contradicciones de fondo, de modelo, entre quienes convergieron dos décadas atrás. Sin duda entre ambos momentos hay una diferencia de fondo que es la imposibilidad actual de movilización y el golpe generalizado, en lo económico, lo social y lo sanitario, que provoca la pandemia.

Lo que parece incambiado es el afloramiento de visiones distintas y hasta opuestas en el país sobre el diagnóstico de la situación y las políticas a ser encaradas. También hay un tema nada menor: algunos conciben el diálogo sobre qué hacer y cómo en la situación coyuntural producida por la pandemia en lo sanitario, lo económico y lo social; es decir, cómo afrontar esta crisis de hogaño. Otros en cambio conciben el diálogo como el diseño de un modelo de país válido para las próximas tres o cuatro décadas, de donde surge la necesidad de definir con el mayor consenso posible un conjunto de problemas clave, entre los que se destacan la inserción internacional del país (que no solo es un tema de mercado, sino también de alineamiento político), el centrar la economía en qué (modelo productivo, modelo financiero, servicios), la seguridad social, la demografía, la educación, el papel del Estado.

Existen diferencias no solo conceptuales, sino de espíritu: de un lado quienes ven la política como el llevar adelante ideas y objetivos, y del otro lado quienes la ven como una competencia pura por la obtención o el mantenimiento del poder. Ello se asocia con la dicotomía entre ver la política como competencia de ideas o verla como campañas de captación de mercado político. Si se observa en forma panorámica a los medios de comunicación se observa que en cuanto a visión temporal predomina el tiempo presente, en cuanto a profundidad, lo más ligado a la superficie y en cuanto al relato temático, el anecdotario. Un punto de previo y especial pronunciamiento es si es posible abordar discusiones de modelo de país con este enfoque centrado en la competencia pura, en el marketing político, en el presente, en la superficie y en el anecdotario.

Lo que surge con nitidez es cómo en momentos críticos de la vida de la sociedad uruguaya, hubo y hay convocatorias y propuestas para intentar una salida consensuada y una construcción de algún modelo de país, si no entre todos, sí entre los más, como puente entre ideologías políticas y visiones sociales diferentes. Lo fueron la Proclama del Obelisco de 1983 leída con gran emoción por aquel Señor del escenario que fue Alberto Candeau, la Concertación Nacional Programática en 1984 y 85, la Concertación para el Crecimiento y la convocatoria del Obelisco de 2002. Ahora, queda por verse qué cuaja en esta nueva crisis de 2020/2021.


1 Este artículo es una reescritura de la exposición realizada el pasado 16 de abril en la Mesa Redonda organizada por la Presidencia de la Cámara de Representantes