El Observador
La gestión del presidente se caracteriza por nueve elementos: concepción del gobierno como marketing, hegemonía comunicacional, cultivo de la imagen presidencial, hiperpresidencialización, monopartidarismo, coalición parlamentaria y legislativa (no gubernativa), la acentuación de la grieta gobierno-oposición. Lo favorece la falta de una oposición clara y sólida
El 2021 plantea enormes desafíos políticos, económicos y sanitarios.
Este es el año de la aparición del Covid-19 por estos lares, en marzo, y de su primera gran ola, en noviembre. Aunque parezca muy lejano, es el año en que culmina el ciclo frenteamplista y, con él, la segunda administración Vázquez. Y es el fin del primer año civil de la que ya parece larga administración Lacalle Pou, casi toda ella jugada a caballo de la Pandemia. Un año que se va con todos angustiados por esta amenaza, que no tiene precedentes en estas latitudes.
La gestión del presidente se viene caracterizando por nueve elementos:
Uno. La concepción del gobierno esencialmente como operativo de creación de un imaginario en la sociedad mediante las más modernas técnicas de marketing político (modelos seguidos por Macri en Argentina, Renzi en Italia y -hasta unos meses atrás- Macron en Francia); un modelo en que la gestión se mide esencialmente por los indicadores de opinión pública, en el día a día.
Dos. Hegemonía comunicacional, mediante una captación de grandes medios de comunicación y de periodistas, y la ausencia de comunicación exitosa contraria desde otras tiendas políticas, tanto gubernamentales como opositoras.
Tres. Cultivo de la imagen del presidente de la República, muy fuerte en los tres primeros meses de la Pandemia y expresados en el #Yo me hago cargo, y en la presentación de los éxitos logrados por el país hasta mediados de julio como méritos exclusivamente personales del presidente.
Cuatro. La hiperpresidencialización del gobierno, que acentúa elementos heredados de la gestión anterior, potenciados por el liderazgo absoluto del actual presidente sobre su partido y por los tres factores mencionados anteriormente; un dato clave es la casi ausencia de reuniones del Consejo de Ministros.
Cinco. Un gobierno no solo presidencial sino de impronta monopartidaria, como lo graficara el ex presidente Sanguinetti en su advertencia: “El Partido Nacional debe asumir que este no es un gobierno blanco” .
Seis. Consecuentemente, no hay una coalición de gobierno, sino un gobierno presidencial y monopartidario apoyado en dos socios relevantes, que coparticipan en el gabinete, pero que no coparticipan en la toma de decisiones gubernamentales; al punto que se ha reclamado tanto desde el Partido Colorado como desde Cabildo Abierto la necesidad de una mesa de coordinación del gobierno.
Siete. Una coalición parlamentaria que da sustento al gobierno y lo pone a prueba de censuras parlamentarias.
Ocho. Una coalición legislativa fuerte, con mucho diálogo interno, que ha resultado exitosa en la aprobación de las grandes leyes, como la Ley de Urgente Consideración, el Presupuesto o la ley de restricción de aglomeraciones. Pocas excepciones, como cuando Cabildo Abierto logra la media sanción de un proyecto propio con apoyo del Frente Amplio (y rechazo del Partido Nacional y Partido Colorado); o cuando el Frente Amplio logra la aprobación de un proyecto propio, del gobierno Tabaré Vázquez, con los votos del Partido Nacional y de Batllistas (y rechazo de Cabildo Abierto y Ciudadanos).
Nueve. La acentuación de una grieta gobierno-oposición, que supone una fuerte acentuación de un proceso iniciado en el gobierno precedente y también cultivado por la actual oposición.
Cabe resaltar que el oficialismo en su conjunto y el presidente en particular se han beneficiado de la falta de una oposición clara y sólida, tanto en el plano político partidario como en el plano de las organizaciones sociales, que no ha logrado encontrar su juego.
En el plano electoral, las elecciones departamentales del 27 de setiembre confirmaron que la Coalición Multicolor como bloque político logra el apoyo del 50% del país, más o menos lo que obtuvo Luis Lacalle Pou en el balotaje; que el Frente Amplio mantiene el apoyo logrado en las elecciones nacionales de octubre 2019, en el entorno del 40%; y que el otro 10% se manifiesta oscilante o refractario, con voto a partidos menores, en blanco o anulado, o a partidos de la Coalición pero no en apoyo a la Coalición. En buen romance, ni el nivel de apoyo ciudadano a la Coalición es el 54% que da la suma de sus componentes, ni el nivel de apoyo al Frente Amplio es el 47% del balotaje.
En cuanto a la Pandemia hubo una primera fase muy exitosa, caracterizada por la rápida adopción de medidas por parte del presidente, una eficaz comunicación gubernativa y especialmente presidencial y la creación del Grupo Asesor Científico Honorario (GACH), asentado en un fuerte compromiso de la sociedad y la previa existencia de una sólida estructura sanitaria.
A partir de mediados de año se exhibió un triunfalismo de parte del gobierno y una sensación de fin de la pandemia por parte de la sociedad, sumado a las exigencias económicas y sociales, globales del país y particulares de cada quien. Esta suma de elementos condujo a la llegada de la primera gran ola a mediados de noviembre, que tardó en detectarse y particularmente tardó en que hubiese reacción desde la Presidencia de la República.
En particular ha resultado preocupante para muchos el retardo de Uruguay en buscar el acceso a alguna vacuna, lo que según se conoce fue una decisión presidencial (Uruguay es el país de nivel de altos ingresos que exhibe mayor retraso en el mundo). Y se observa en estos días una estrategia presidencial de deslindar su responsabilidad y hacerla recaer sobre el Ministerio de Salud Pública, que en términos políticos es hacerla recaer sobre Cabildo Abierto.
El 2021 plantea múltiples y enormes desafíos, además de la Pandemia propiamente dicha: el funcionamiento de la Coalición Multicolor y si en realidad se transforma o no en una real coalición de gobierno; la situación económica del país y en particular la situación económica de la gente, de los hogares, de los sin trabajo, de los que trabajan por su cuenta, de los pequeños y medianos empresarios; la pérdida de fuentes de trabajo y el cierre de empresas