27 Set. 2009

Un complicado juego de tríadas

Oscar A. Bottinelli

El Observador

Los juegos estratégicos de tríadas son los más complejos y sofisticados. Los juegos binarios (de a dos) son estructuralmente sencillos: es uno contra otro. Por supuesto que hay un abanico muy grande en lo estratégico y en lo táctico, que puede ir desde la más dura y pura confrontación hasta la búsqueda de comprensión y entendimiento entre ambos, como quien dice va desde el odio al amor, pero se juega a lo largo de una línea recta[...]

Los juegos estratégicos de tríadas son los más complejos y sofisticados. Los juegos binarios (de a dos) son estructuralmente sencillos: es uno contra otro. Por supuesto que hay un abanico muy grande en lo estratégico y en lo táctico, que puede ir desde la más dura y pura confrontación hasta la búsqueda de comprensión y entendimiento entre ambos, como quien dice va desde el odio al amor, pero se juega a lo largo de una línea recta. Los juegos plurales, de más de tres jugadores, son muy amplios, permiten muchas combinaciones; inclusive mediante juegos de alianzas pueden devenir en juegos binarios o de tríadas; en realidad es muy amplio el esquema de posibilidades estructurales, de estrategias y de tácticas.

En los juegos de tríadas hay que diferenciar claramente aquél en que los tres actores tienen equidistancia entre ellos, que por ejemplo el triángulo amoroso heterosexual, donde hay dos actores que compiten siempre entre sí en busca de la alianza con el tercero, que es el pivot del juego. Por ejemplo, en el más clásico triángulo, el de un hombre con dos mujeres, las dos mujeres compiten entre sí por el hombre y el hombre tiene un juego simple en última instancia de optar por una, optar por la otra o alternar con ambas; si las dos mujeres se unen, nadie gana, el juego se termina (lo mismo es válido para el triángulo de una mujer con dos hombres).

En el triángulo donde los actores mantienen distancias equivalentes, el juego adquiere la mayor de las sutilezas. Porque cada uno debe en primer lugar evitar que los otros dos se alineen contra uno; en segundo lugar elegir cuál es el adversario principal y tratar de aliar consigo al otro; o alternar las alianzas en forma pendular a la vez que combatir al tercero en forma pendular. Y el cambio estratégico se da si logra que uno de los dos se alíe consigo en forma definitiva, y en lo posible detrás suyo y no al lado suyo, con lo que el juego deviene en binario.

El Frente Amplio tiene planteado un juego de tríadas por el poder partidario. Desde el año pasado en forma subterránea, desde una semana atrás en forma pública. Hay una competencia abierta por el poder entre Danilo Astori, José Mujica y Tabaré Vázquez. Esa competencia tiene a su vez dos campos de juego: uno es el liderazgo frenteamplista; otro es la candidatura presidencial para 2014. Lo único claro es que Mujica no será candidato en el 2014: si gana la Presidencia, porque estaría impedido constitucionalmente, si pierde, por razones biológicas y quizás hasta anímicas (aunque “nunca digas de esta agua no he de beber”). Pero para 2014 el propio Mujica ya ha lanzado a título de sondeo exploratorio el nombre de Raúl Fernando Sendic (de quien dijo que puede ser un buen presidente y sería un recambio generacional) y se maneja inicialmente también el nombre de su principal operador político, Eduardo Bonomi. Esa es una competencia, que dependerá en buena medida de cuatro elementos principales: ante todo, si el Frente Amplio gana o no la Presidencia de la República, y en caso afirmativo, si retiene o no la mayoría absoluta parlamentaria; cómo sería la futura gestión de gobierno en general, del presidente en particular y también en particular del vicepresidente; como sería el juego de liderazgos; y cuál sería el rol de Tabaré Vázquez, cómo lo ejercería y cómo lo entendería la sociedad

Desde fines de 2007 hasta mediados de este año cayó el poder de liderazgo de Tabaré Vázquez. En ese proceso hay una larga cadena de errores. Algunos, a título de parcial inventario: la renovación de la Presidencia del Frente Amplio en el Congreso Ordinario de diciembre de 2007; el propio Congreso de 2007; el procedimiento y el contenido del recambio ministerial del verano de 2008; el impulso subterráneo pero real de una fallida reelección presidencial; el impulso a la candidatura presidencial de Danilo Astori; el enfrentamiento a la casi totalidad del Frente Amplio con el veto a la ley de despenalización del aborto; el revés en cuanto a candidatura presidencial sufrido en el Congreso 2008; la actitud equívoca respecto a la precandidatura de Marcos Carámbula (vía libre a la misma y luego su no sostenimiento); y finalmente la derrota de su candidato y de su estrategia.

Mujica aprovechó todos y cada uno de los errores de Vázquez y de Astori. Logró juntar detrás de sí a los conformes con el gobierno y a los disconformes, a los que idolatran a Vázquez y a los que quieren eliminarlo del tablero político. Y a partir de la noche del 28 de junio se posicionó no solo como el candidato presidencial y futuro presidente de la República, sino también como el nuevo líder frenteamplista, el comienzo del postabarecismo. Una sucesión de errores, improvisaciones y desprolijidades concentradas en tan solo 10 días de este setiembre, le permitieron a Vázquez aflorar como en sus mejores momentos, decir aquí estoy yo, recuperar el centro de la escena y dar la señal inequívoca que el liderazgo no lo afloja, no lo cede y que el lo quiera debe pelearlo sin cuartel. Por las dudas, su entorno deslizó su disponibilidad a pensar la posibilidad de su candidatura en 2014. Un aviso a los navegantes.

El tema es que a partir de este esquema, Astori y Vázquez ya no son más aliados entre sí, sino competidores. No tanto por el liderazgo partidario, sino por la candidatura en 2014. Pero tienen un largo periodo de tregua. Parecería que en esta instancia a Astori no le preocupa el liderazgo partidario, si tiene poder y manos libres en la conducción económica del gobierno y de lo que derive de la conducción económica. Y a Vázquez no le preocupa incidir en el próximo gobierno, salvo en lo que tenga que ver con las reacciones de la opinión pública.

Este juego de tríadas se juega en el plano de la opinión pública abierta y en el plano de las estructuras políticas. En éste, Mujica cuenta con el soporte de los espacios 609 (Movimiento de Participación Popular y aliados) y 1001 (esencialmente Partido Comunista). Astori cuenta con el astorismo puro y duro, entendido por tal Asamblea Uruguay y el Nuevo Espacio. Vázquez cuenta con el apoyo incondicional de la actual mayoría de la mayoría del Partido Socialista (no todo el PS, no toda su mayoría) y de la flamante lista 5005 (a partir de Víctor Rossi y María Julia Muñoz); y puede contar con el apoyo de la Vertiente Artiguista y la Corriente de Acción y Pensamiento-Libertad (Fernández Huidobro). Y en una doble lealtad entre Vázquez y Astori - probablemente compatible a lo largo del gobierno, incompatible en el momento de las definiciones electorales - se encuentra la Alianza Progresista (Nin Novoa, PDC).

Este es el escenario en la hipótesis de triunfo del Frente Amplio. Otro es el escenario, y largo el desarrollo del análisis, en la hipótesis de derrota y sus explosivos efectos.