27 Jun. 2010

El aprendizaje recíproco gobierno-oposición

Oscar A. Bottinelli

El Observador

Por primera vez luego de dos décadasi la oposición participará de la dirección de los entes autónomos, servicios descentralizados y otros tipos de organismos peculiares como la comisiones binacionales, las unidades reguladoras y personas públicas no estatales[...]

Por primera vez luego de dos décadasi la oposición participará de la dirección de los entes autónomos, servicios descentralizados y otros tipos de organismos peculiares como la comisiones binacionales, las unidades reguladoras y personas públicas no estatales. Lo primero a resaltar es la existencia de un acuerdo multipartidario, de la totalidad del sistema político, algo impensable en los últimos cuatro lustros. Porque en el periodo anterior Tabaré Vázquez y el Frente Amplio llegaron al poder con una concepción exclusivista y excluyente. Como exclusivista y excluyente fue la posturas de los partidos tradicionales y de los presidentes Lacalle, Sanguinetti (en su segundo periodo, no así en el primero) y Batlle Ibáñez. Del otro lado, mientras el Frente Amplio con Seregni mostró un talante concertador, con Tabaré Vázquez camino tanto en oposición como en gobierno en una línea de confrontación, y la mar de las veces de fuerte confrontación.

Para llegarse a este entendimiento fue necesario de un lado un primer mandatario, como Mujica en esta etapa, de talante componedor; del otro lado, una oposición proclive al entendimiento, a la búsqueda de entendimientos nacionales. También ayudó el que fue muy duro para ambos partidos tradicionales el ayuno de funciones públicas nacionales que padecieron entre 2005 y 2010.

Otro tema tiene que ver con cómo se maneja el Frente Amplio en la estructura oficial. En el periodo anterior demostró bajo conocimiento de la arquitectura del Poder Ejecutivo y serias confusiones jurídicas y de funcionamiento político sobre la organización autónoma, descentralizada y paraestatal. Lo más nítido fue la forma de actuar en la creencia de que los entes son subordinados de los Ministerios, dependientes de los mismos. La distinción constitucional entre que un ente se comunique con el Poder Ejecutivo a través de un Ministerio y que dependa del Ministerio, esa distinción no existió. Decisiones de exclusiva competencia o competencia primordial de los entes, fue muchas veces absorbidas por los ministros.

La presencia de la oposición va a obligar a que los entes autónomos funcionen como tales, como órganos separados y no dependientes del Poder Ejecutivo. Ya no va a bastar como argumento para adoptar una decisión en un Directorio, la voluntad del presidente de la República o la orden de un ministro, porque a la oposición va ser necesario que el oficialismo presente argumentos, discuta y fundamente. Los frenteamplistas van a encontrar, contra lo que es su creencia primaria, que las decisiones se toman en Ancap, en Ute, en Antel y no en el Ministerio de Industria, por ejemplo.

Pero es muy importante con qué actitud se van a sentar oficialismo y oposición en los directorios. ¿Cuál es el riesgo para el oficialismo? Que actúe en los directorios como lo hizo en el Parlamento en el periodo pasado, es decir, imponer por sí la decisión, casi sin discutir, sin duda sin intercambiar ideas ni aceptar mucho ideas diferentes, y hacer pesar en todo momento la fuerza de los votos. ¿Cuál es el riesgo de la oposición? Que vea su presencia en los entes autónomos como un lugar solo para hurgar en cuanto papel encuentre en pos de la denuncia, el escándalo y el poner el palo en la rueda. Lo grave es que una conducta en este sentido, por cualquiera de las partes, tiene grandes posibilidades de empujar al otro a una política paralela. El entendimiento requiere de la voluntad de dos, la intolerancia la provoca uno solo y la mar de las veces lleva al otro a lo mismo.

¿Cuáles son las potencialidades? Que el oficialismo camine por el difícil juego de impulsar por un lado sus propios proyectos y objetivos, pero a la vez que dialogue con la oposición en busca de entendimientos; sea receptivo a las ideas, planteos y objetivos de la oposición, y entre todos exploren los puntos en común y tracen los caminos intermedios posibles. Que la oposición camine por el difícil camino de cierto cogobierno y no se limite meramente al contralor, que aporte ideas, planes, soluciones e intente de buena fe que resulten aceptados por la mayoría.

En definitiva, lo que se abre es un camino nada fácil de aprendizaje. Porque nunca el Frente Amplio como fuerza gobernante contó con la presencia de la oposición dentro mismo de la administración. Y blancos y colorados nunca hicieron oposición dentro de la administración a una mayoría frenteamplista. Pero a la vez están entumecidos, porque hace más de cuatro décadas que blancos y colorados no hacen oposición – salvo la oposición parlamentaria – y son muy pocos los actores en actividad que recuerdan como era el mundo cuando los colorados eran gobierno y los colorados eran la oposición; por supuesto que son muchos menos lo que recuerdan cuando los blancos eran gobierno y los colorados eran la oposición. Porque lo primero ocurrió por última vez en los periodos constitucional 1967-72 y 1972-73, y lo segundo fue más atrás, allá entre 1959 y 1967. Sin duda el ex presidente Julio Ma. Sanguinetti recordará cuando debutó como diputado opositor a los blancos (al segundo colegiado blanco), y Jorge Batlle Ibáñez recordará cuando era diputado opositor al primer y al segundo colegiado blanco. Y Carlos Julio Pereyra recordará cuando fue primero diputado oficialista en el segundo colegiado blanco y luego senador opositor a los dos sucesivos gobiernos colorados. Estas menciones tienen por finalidad demostrar cuán lejos está en la memoria esas prácticas.

Se abre una etapa nueva, con algún paralelo con la etapa de concertación abierta en la primera administración Sanguinetti, pero con un contexto diferente. Es una oportunidad única de entendimientos nacionales y un desafío para el aprendizaje mutuo de los unos y los otros.


i Si no se cuenta el periodo inaugural de la democracia restaurada, es decir, la primera presidencia de Sanguinetti, dada la excepcionalidad de la forma de funcionamiento del sistema político, ahora sería la primera vez en 43 años de convivencia gobierno-oposición en la administración autónoma, descentralizada y paraestatal.