Radiocero y Radio Monte Carlo
Finalmente la competencia política un partido se mantiene en el poder en parte por sus propias virtudes, pero en parte también por la competencia que tenga enfrente [...] Como están las cosas (...) a disputa por el poder estará centrada entre el Frente Amplio de un lado y los partidos tradicionales del otro, o más exactamente, desde el punto de vista de la arquitectura de la competencia final, entre el Frente Amplio de un lado y del otro lado uno de los partidos tradicionales, el más votado de entre los dos [...]
OAB: El análisis político a veces es conveniente enfocarlo sobre la coyuntura, sobre el día a día y otras veces conviene mirar más lejos, a mediano plazo y hacer lo que se llama análisis estratégico. Por eso vamos a encarar hoy las dificultades que plantea la competencia de liderazgos en los partidos tradicionales. La competencia dentro de cada partido y la competencia de los dos partidos tradicionales entre sí.
Antes que nada es necesario establecer una premisa, un elemento previo: en la competencia política un partido se mantiene en el poder en parte por sus propias virtudes, pero en parte también por la competencia que tenga enfrente. Un ejemplo claro es Argentina: el kirchnerismo va camino a revalidar su poder en las elecciones del próximo octubre, por supuesto por sus propios aciertos y sus propias virtudes, pero tanto como ello por la incapacidad de la oposición por establecer una alternativa potente y atractiva para la gente.
FV: ¿Y esto es lo mismo para Uruguay?
OAB: En líneas generales, sí. El Frente Amplio va a competir por mantener el poder en función de sus virtudes y sus aciertos en el gobierno, pero esa competencia le va a ser más fácil o más difícil según como se estructure y como funcione la oferta electoral en su contra, es decir, la actual oposición.
Como están las cosas al día de hoy y como es razonable pensar que estarán en los próximos tres años, la disputa por el poder estará centrada entre el Frente Amplio de un lado y los partidos tradicionales del otro, o más exactamente, desde el punto de vista de la arquitectura de la competencia final, entre el Frente Amplio de un lado y del otro lado uno de los partidos tradicionales, el más votado de entre los dos.
Así viene ocurriendo desde el ajuste constitucional que modificó las reglas de disputa del gobierno, es decir, desde que se implantó el balotaje, y fue así en 1999, en 2004 y en 2009. En la primera oportunidad el contrincante de la izquierda fue el Partido Colorado y en las últimos dos oportunidades lo fue el Partido Nacional.
FV: Entonces la base de partida es una competencia final entre el Frente Amplio y un partido tradicional ¿cómo afecta esto el juego político?
OAB: Lo dicho marca algo que puede parecer muy obvio, pero que es necesario remarcar. Antes de la competencia final entre un partido tradicional y el Frente Amplio, previo a ello hay una competencia entre el Partido Nacional y el Partido Colorado por cuál de los dos es el partido más fuerte de los dos partidos fundacionales. Dicho en términos futbolísticos, antes de la final hay una semifinal entre el Partido Nacional y el Partido Colorado.
Y esto lleva a un hecho importante y que otorga gran complejidad a la estrategia de cada partido. El camino para vencer al otro partido tradicional no es necesariamente el mismo que sirve para confrontar con la izquierda. En otras palabras, el discurso, el programa, el posicionamiento para que los blancos venzan a los colorados o los colorados venzan a los blancos va a ir dirigido a la propia gente que se consustancia con lo blanco, con lo colorado o con los partidos tradicionales como un conjunto y como una manera común de ver el país. Porque si un partido se recuesta demasiado hacia la izquierda, corre el riesgo de perder votos por la derecha, hacia el otro partido. La estrategia para la semifinal no necesariamente sirve para la final.
FV: ¿Por qué es diferente la estrategia para la final que para la semifinal?
OAB: Porque para enfrentar a la izquierda y pretender alguna posibilidad de éxito, se requiere precisamente correrse más a la izquierda, captar a quienes están en la frontera entre la izquierda y lo tradicional, y esencialmente captar al frenteamplista desencantado. Como a la inversa, para el Frente Amplio en la instancia final necesita primero afirmar a los frenteamplistas dudosos y además correrse lo más posible hacia el centro para captar indecisos, gente de frontera política.
Este es un primer dilema, el discurso para ganar en la competencia blanquicolorada no es el mismo que sirve para vencer al Frente Amplio. Este es un primer obstáculo. Porque no es fácil cambiar de dirección en medio de la carrera, y mucho más cuando se está en el recodo final.
FV: Este es el primer obstáculo ¿quiere decir que hay algún otro obstáculo?
OAB: Sí. El segundo obstáculo es la competencia al interior de cada partido. Al respecto, dentro de lo que razonablemente se puede prever, hay una diferencia sustancial entre uno y otro partido. En el coloradismo hay un liderazgo dominante –incontrastable- de Pedro Bordaberry. Ello no quiere decir que cuente con unanimidades, pero es muy difícil imaginar que surja de aquí a 2014 una alternativa que pueda desplazarlo como referente partidario. Lo que sí habrá, y hay hoy, son opciones parlamentarias diversas a la del grupo de Bordaberry, a Vamos Uruguay, alternativas que difieren en concepciones programáticas, en referencias históricas y en estilos políticos. Pero el referente partidario no parece estar en cuestión.
En cambio, en el Partido Nacional por ahora no hay un liderazgo indiscutido. Podrá o no haberlo hacia 2014, pero hoy no lo hay. Tampoco es claro cuál podrá ser la competencia interna, quiénes serán los protagonistas. Lo que parece más seguro, lo que cree la gente, es que uno será necesariamente Jorge Larrañaga.
Cuando hay una competencia interna, el camino se complica aún más, porque no necesariamente el discurso necesario para ganar al otro dentro del partido, sirve para ganarle al otro partido, y tampoco para ganarle a la izquierda. Para aclarar el juego de palabras, el camino para ganar dentro del Partido Nacional no necesariamente es el mismo que el que el ganador blanco necesita para ganarle a los colorados, y este camino seguramente es diferente al que se requiere recorrer para ganarle a la izquierda. En otras palabras, hay tres momentos, cada uno de los cuales exige una estrategia diferente.
FV: Estamos a mediados de 2011 ¿no es muy lejano el 2014?
OAB: Lo planteado parece algo lejano. Estamos hablando de 2014. Pero el discurso, el camino, el programa hacia la serie de elecciones de 2014, se construye hoy. Las estrategias despuntan ahora.
La sucesión de elecciones y de competencias, analizado desde el ángulo de los partidos tradicionales, es una complicada carrera de obstáculos, que requiere de un gran refinamiento en la elección de los caminos y los discursos, y obliga a juegos políticos de muy alta sutileza.