31 Jul. 2011

Batlle, Williman, Vázquez, Mujica

Oscar A. Bottinelli

El Observador

Tabaré Vázquez  [...] llamó a no hacer un “strip tease” de las diferencias en el Frente Amplio, ratificó la actual estructura, llamó a hacer una actualización ideológica para el 2012 y convocó a destinar el año 2013 a elaborar el programa del próximo gobierno [...] sobre los 43 meses que quedan de gobierno [...] no hubo una palabra. El mensaje [...] : hubo una Presidencia de Vázquez y ahora el esfuerzo es preparar la siguiente Presidencia de Vázquez. De donde: se está en un interregno como entre el primer y el segundo gobierno de Batlle y Ordóñez. De donde (bis): Mujica sería a Vázquez lo que Williman a Batlle.

El 1° de marzo de 1907 José Batlle y Ordóñez deja la Presidencia de la República para retornar a ella exactamente cuatro años después. Entre una y otra ocurrió una especie de interregno a cargo de Claudio Williman. Se puede decir que Batlle y Ordóñez persiguió tres objetivos en el plano político y en el socioeconómico. El primero fue unificar el país y centralizar el poder, para lo cual provocó la última guerra civil y ya fuese porque tenía condiciones para ganarla o ya fuese porque la revolución blanca se desgranó con la muerte de su caudillo, lo cierto es que terminó con el triunfo gubernamental, la unificación del país y la centralización del poder. El segundo objetivo político lo fue la creación de un Estado moderno –que no fue obra solo suya, sino también del resto del coloradismo, del nacionalismo y de los nacientes partidos menores- y se plasma entre la Constitución de 1918 y las leyes cívico electorales de 1924-25. Y el tercer objetivo, el socioeconómico –tampoco exclusivo del batllismo-fue la construcción de un welfare state. El primer objetivo lo logra en su primera presidencia. El segundo y el tercero comienzan a construirse a partir de su segunda presidencia. Entre la primera y la segunda presidencia no hubo ningún proyecto propiamente removedor, el país se curaba de las heridas de la guerra civil, se esbozaba la construcción de partidos políticos modernos dedicados a la lucha cívica y no bélica, la economía florecía tras la crisis finisecular y el alto precio de los commodities. Williman fue pues un interregno en diferentes dimensiones, aunque en ese tiempo se cristaliza la modernización del Poder Judicial y finalmente la implantación del elemento central del sistema electoral uruguayo, el que le ha dado un perfil singular en el mundo: el Doble Voto Simultáneo. Pero en lo político, lo social y lo económico, fue un gobierno tranquilo, con un conservador a su frente. Fue quizás más que un interregno, un intervalo colorado.

El otro intervalo moderno entre dos presidencias sin duda fue lo opuesto, porque entre Sanguinetti y Sanguinetti bis, entre 1990 y 1995, existió la Presidencia de Lacalle que significó un cambio revolucionario en lo económico y en lo social. Todo lo contrario de Williman. Además, entre una y otra administración Sanguinetti el Partido Colorado quedó derrotado, seriamente afectado y debió dedicarse a su reconstrucción. Entre uno y otro gobierno colorado hubo un gobierno blanco. No hay pues paralelo alguno.

El pasado 20 de julio, en una cena-recaudación del Partido Socialista, Tabaré Vázquez hizo su quinta aparición pública desde que dejó el gobierno. Llamó a no hacer un “strip tease” de las diferencias en el Frente Amplio, ratificó la actual estructura, llamó a hacer una actualización ideológica para el 2012 y convocó a destinar el año 2013 a elaborar el programa del próximo gobierno. Sobre el actual gobierno, sobre los 43 meses que quedan de gobierno o los 33 que restan hasta el comienzo de la campaña electoral, no hubo una palabra. El mensaje contextual de su discurso fue muy rotundo: hubo una Presidencia de Vázquez y ahora el esfuerzo es preparar la siguiente Presidencia de Vázquez. De donde: se está en un interregno como entre el primer y el segundo gobierno de Batlle y Ordóñez. De donde (bis): Mujica sería a Vázquez lo que Williman a Batlle.

Lo que es común al periodo Williman es el elevado precio de los commodities y el gran crecimiento económico. Lo diferente son las dificultades de gestión del propio Frente Amplio por problemas propios. Las diferencias ideológicas y programáticas no son un tema para el próximo gobierno, porque afectan al actual gobierno; la estructura del FA en relación al resultado electoral y a la bancada parlamentaria sobre-representa al Partido Comunista y sub-representa al Frente Liber Seregni (Asamblea Uruguay, Alianza Progresista, Nuevo Espacio); la diferente correlación de fuerzas entre bancada y estructura crea un serio problema en la adopción de decisiones. A todo ello se agrega que hay un juego de poder al interior del actual gobierno, con la finalidad de mejorar el posicionamiento de la corriente mayoritaria. Y además hay problemas de gestión y de carencia de suficiente cantidad de cuadros calificados para gestionar la administración, no porque el Frente Amplio no los tenga, sino porque no los utiliza o porque son independientes o pertenecen a sectores poco afines a los centros frenteamplistas de poder.

Lo otro que no es común, es que Mujica no es Williman. Representa a una fuerza política –el MPP- con vocación de poder y sin ninguna vocación de calentar sillas para otros. Tiene un proyecto propio, inclusive no necesariamente dentro de los límites del Frente Amplio.

No hay pues ningún problema de este gobierno que sea externo al país, ni externo a la política, ni siquiera externo al oficialismo. La dirección del FA piensa mover a su militancia para convencer a la población de las bondades del gobierno, lo que resulta inesperado cuando el propio gobierno se encarga de no difundir sus logros, sino de difundir sus contradicciones y sus enfrentamientos. Se atribuye a una confabulación de los medios de comunicación -y a blancos y colorados- por la disconformidad existente con el gobierno, sin atender que una parte significativa de esa disconformidad surge de los propios frenteamplistas. El oficialismo tiene fortaleza en cuanto a empleo, ingreso de los hogares y consumo; y tienen grandes falencias en seguridad pública, educación y –empieza a evidenciarlas- salud pública. Las propuestas de Vázquez, entonces, no apuntan a solucionar ninguno de los problemas que empantanan al gobierno y enredan al Frente Amplio. Todas son propuestas para pavimentar el camino hacia su regreso.