Radiocero y Radio Monte Carlo
Resultó bastante claro que la lucha por los protagonismos personales, o por el peso de grupos y corrientes, estuvo por encima de cualquier proyecto de construir una alternativa posible en la Argentina al proyecto del kirchnerismo y el cristinismo [...] El mayor enemigo de un opositor resultó ser otro opositor. Entonces ¿cómo cabía esperar otro resultado distinto al triunfo del oficialismo, si no había alternativa a ese oficialismo? Esta es una lección que trasciende a la Argentina y la política argentina.
OAB: Antes que nada una precisión: La política argentina es muy difícil de entender para los uruguayos. Somos pueblos parecidos pero muy distintos, y en política somos sociedades completamente diferentes.
Hace dos domingos se realizaron en Argentina las llamadas elecciones nacionales primarias, abiertas y obligatorias. En realidad fueron una medición de fuerzas de todos hacia las elecciones nacionales del 23 de octubre. Como se sabe, Cristina Fernández de Kirchner pasó el 50% de los votos válidos, lo que más allá de toda duda le asegura su reelección.
FV: Eso es lo verdaderamente significativo ¿no?
OAB: Sí, en primer lugar lo verdaderamente significativo es eso: la segura reelección de Cristina. Pero también es verdaderamente significativo el comportamiento de la oposición: la oposición se dispersó en al menos cinco candidaturas importantes, tres de las cuales más o menos empataron entre sí, en un rango del 11% al 13%. Cristina Kirchner quintuplicó a cada uno de los principales opositores por separado.
Veamos el panorama del año pasado. Antes de morir Néstor Kirchner, venía de una formidable derrota en todo el país, donde el oficialismo alcanzó tan solo el 30% de los votos. Además, el propio Kirchner fue derrotado, por poco, pero derrotado al fin en la provincia de Buenos Aires por el también peronista, pero anti-kirchnerista, Francisco de Narváez.
Luego vino la muerte de Kirchner, el efecto de la opinión pública de simpatía por la viudez de Cristina, algunos cambios en su estilo y su forma de hacer política. Pero también vino una sucesión de formidable derrotas del oficialismo en elecciones provinciales, recientes, en las últimas semanas: en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, en Santa Fe y en Córdoba.
Con ese panorama de la derrota de 2009 y la sucesión de derrotas en tres de los cuatro principales distritos, es que se llegó a las primarias nacionales y a las primarias de la provincia de Buenos Aires.
FV: Hablabas entre otras cosas de elecciones en la Ciudad de Buenos Aires y luego de elecciones en la provincia de Buenos Aires
OAB: Es que en Uruguay se confunde mucho la ciudad con la provincia de Buenos Aires. Son dos cosas diferentes. La ciudad de Buenos Aires, la capital federal, cuyos habitantes son llamados porteños, es una ciudad que está fuera de la provincia de Buenos Aires y es una especie de provincia diferente. La provincia de Buenos Aires, cuyos habitantes son llamados bonaerenses, es la principal provincia argentina, tiene el 40% de la población del país, y su capital es La Plata.
Aquí a veces se piensa que decir porteño es vulgar y decir bonaerense es respetuoso. Nada que ver. Porteño quiere decir que es de la ciudad de Buenos Aires y bonaerense que es de la provincia de Buenos Aires. El gobernador de la ciudad de Buenos Aires, el gobernador porteño, es el opositor Mauricio Macri. El gobernador de la provincia de Buenos Aires, el gobernador bonaerense, es el oficialista Daniel Scioli.
FV: ¿Qué pasó con el kirchnerismo, de esa sucesión de derrotas a este clamoroso triunfo?
OAB: Son muchas las razones del fenomenal repunte del kirchnerismo, o del cristinismo como se le comienza a llamar. Un conjunto de razones, uno de ellos, que es lo que vamos a enfocar en este análisis, es la oposición. La estructura de la oposición y la forma en que actuó la oposición.
En primer lugar lo ideológico. Si bien todos los opositores consideraban que lo fundamental para Argentina era barrer con el kirchnerismo, ahí se terminan las coincidencias. Porque la oposición tiene diferencias ideológicas sustanciales: Mauricio Macri, del nuevo partido llamado PRO, es un gran defensor de las ideas del liberalismo económico, del libre mercado. Eduardo Duhalde se corresponde más con el viejo modelo de la derecha peronista clásica, caudillista, clientelística, basada en caudillos barriales, y algo autoritaria. Ricardo Alfonsín representa una visión moderada de la socialdemocracia. Hermes Binner es un hombre de izquierda, socialista, democrático.
Es impensable la posibilidad de que un votante de Binner se sienta identificado con Duhalde o con Macri antes que con la propia Cristina. Y quizás al revés. Entonces, primera lección: no se puede hablar, ni en Argentina ni en ningún lugar del mundo, de la oposición como una sola cosa, si no es una sola cosa. Y sobre todo, si las diferencias ideológicas entre sí pueden llegar a ser mayores que las diferencias con el propio gobierno.
FV: Hablaste de lo ideológico como un primer lugar ¿cuál otro hay?
OAB: Otro es el papel de las luchas personales y de grupos políticos entre sí. Porque no solo hubo diferencias ideológicas, sino rupturas dentro de las mismas corrientes ideológicas. El peronismo opositor, el llamado “peronismo federal”, estalló en pedazos: de sus cinco dirigentes dos se fueron para su casa, uno –de Narváez- se alió con los radicales y los otros dos se dividieron y fueron cada uno por su lado como candidato presidencial: Duhalde y Alberto Rodríguez Saa. Pero si bien la Unión Cívica Radical no se dividió, la lucha interna dejó importantes heridos por el camino e hizo que significativas figuras no participasen activamente en la campaña electoral.
Resultó bastante claro que la lucha por los protagonismos personales, o por el peso de grupos y corrientes, estuvo por encima de cualquier proyecto de construir una alternativa posible en la Argentina al proyecto del kirchnerismo y el cristinismo.
Entonces, todo fue muy nítido: de un lado un gobierno con un proyecto claro y del otro una oposición con diferencias ideológicas, enfrentamientos personales y de grupo, y por sobre todo, el privilegiar el juego de unos contra otros antes que el enfrentamiento al oficialismo. Los opositores hablaban contra el gobierno pero en realidad lanzaban todos sus cañones contra todos los otros opositores.
El mayor enemigo de un opositor resultó ser otro opositor. Entonces ¿cómo cabía esperar otro resultado distinto al triunfo del oficialismo, si no había alternativa a ese oficialismo? Esta es una lección que trasciende a la Argentina y la política argentina.