El Observador
Evaluar el resultado de algo no siempre es lineal, porque depende qué dimensión se tome para la evaluación. El Partido Colorado y la corriente Unidad Nacional del Partido Nacional recolectaron algo más de 300.000 firmas –aproximadamente 1 de cada 9 electores inscriptos- para plebiscitar una reforma constitucional que determine la baja de la edad de imputabilidad a partir del año 2015. Eso lo han presentado como un gran éxito. [...] parece sensato que los dirigentes impulsores sigan afirmando el éxito de marketing, porque eso es bueno para sus intereses y tonifica a sus filas, pero evalúen detenidamente el nivel de resultados en términos cuantitativos. Conviene mirar siempre la realidad cruda.
Evaluar el resultado de algo no siempre es lineal, porque depende qué dimensión se tome para la evaluación. El Partido Colorado y la corriente Unidad Nacional del Partido Nacional recolectaron algo más de 300.000 firmas –aproximadamente 1 de cada 9 electores inscriptos- para plebiscitar una reforma constitucional que determine la baja de la edad de imputabilidad a partir del año 2015. Eso lo han presentado como un gran éxito. Más aún, ese éxito ha sido proclamado por un órgano de prensa –que lo presenta no como valoración sino como noticia- y también destacado como tal por un par de politólogos. Los dirigentes políticos colorados y los de Unidad Nacional están convencidos de haber alcanzado un gran éxito y hasta de haber incidido en la agenda política. Muchos dirigentes intermedios de Alianza Nacional –que viven obsesionados con Bordaberry y el herrerismo- creen también que eso fue un gran éxito que les es ajeno. Entonces, primera conclusión: fue un éxito. Para quiénes: para una buena parte del espectro político, a nivel dirigente y de opinión, espectro que representa entre la tercera parte y los dos quintos del escenario nacional. Cuál es la naturaleza del éxito: crear la imagen de éxito, es decir, en terminología de otra esfera, un éxito de marketing. Se ha logrado posicionar, más allá de valoraciones objetivas, la calidad de éxito del resultado. Y eso es un éxito.
Cabe agregar que hay un éxito en particular de Bordaberry: es el impulsor de la iniciativa, pero el logro se obtiene porque sube al carro a Unidad Nacional; pero ese éxito compartido no lo es ni para las dirigencias políticas ni para la opinión pública ni para periodistas y analistas: el éxito para todos ellos es de Bordaberry.
Bien, como ocurrió ahora también ocurrió con los mayores éxitos celebrados por el Frente Amplio en los años del cuesta arriba, de los noventa y primera mitad de los dos mil. Fueron éxitos de marketing, de convencimiento de un gran éxito, de grandes logros, de grandes resultados de gestión. Así ocurrió con muchos de los grandes éxitos iniciales de Tabaré Vázquez (como referente político y como gobernante departamental) y muchos de los grandes éxitos del Frente Amplio en la cabeza del gobierno departamental de Montevideo. El análisis detenido de los hechos llevó a ver que muchos de esos grandes éxitos no eran tan grandes, y que otros eran realizaciones menores o imperfectas, o sencillamente no habían producido resultados positivos. Pero la abrumadora mayoría de la opinión pública coincidía en que los resultados eran muy buenos. Entonces, más allá de evaluaciones técnicas, eran un éxito.
Ahora bien, eso es lo que vale para afuera. Ahora es necesario pasar a la política concreta. Ante todo ver de qué se trata el tema de fondo: la percepción de inseguridad ciudadana, que para la mayoría absoluta de los uruguayos es por lejos el tema más importante del país; si se agrega el tema drogas (segundo en importancia), más del 70% de los uruguayos ubica por ahí la prioridad del país. Y alcanza a 9 de cada 10 personas las que sienten que la seguridad pública o las drogas son una de las tres principales preocupaciones públicas. La acción política consintió en propiciar una reforma constitucional que estableciese la baja de edad de imputabilidad, con vigencia a partir de 2015. Y el método para impulsar esa reforma fue la iniciativa ciudadana, es decir, recolectar firmas para superar el 10% del total de habilitados para votar del Registro Cívico Nacional.
¿Cambió algo la agenda política el hecho de haber alcanzado ese piso? En principio no, porque el tema seguridad pública ya estaba en la agenda, sigue priorizando la misma, no aparecen soluciones prácticas, pero de todo lo que se habla estos días nada tiene que ver con la edad de imputabilidad: poner parcialmente a las Fuerzas Armadas en el control de la delincuencia, o en represión, o en control de cárceles. Lo más parecido al tema de la imputabilidad es la creación de un instituto especial para menores infractores, que ya existe, y que no es otra cosa que desgajarlo del INAU. Por tanto, la recolección de firma no incidió ni podía incidir, porque es para plebiscitar algo en octubre de 2014 para entrar a regir en 2015. La seguridad pública, para la opinión pública, es un tema para resolver hoy y no dentro de tres años. Quizás aquí esté una de las debilidades de la iniciativa política.
Lo otro es en el resultado cuantitativo. La recolección de firmas duró 12 ó 13 meses para captar 1 de cada 9 electores. Ese mismo número o proporción, en el pasado, fue alcanzado algunas veces en 3 meses y otras veces en 4: primer plebiscito jubilatorio de 1989, segundo de 1994, presupuesto de la enseñanza, estatización del agua en 2004 o plebiscito de 2009. Las campañas que duraron 10 meses de recolección fueron las de convocatoria a referéndum contra la Ley de Caducidad, la Ley de desmonopolización parcial de Antel y privatización parcial del capital de Ancel y la ley de privatización parcial del capital de Ancap. Todas esas campañas duraron de 2 a 3 meses menos, para recolectar dos veces y media más firmas, es decir, más de o en el entorno de las 700 mil.
Medido en términos comparativos. Las 300 y algo mil firmas son menos de la mitad de los votos obtenidos por los sectores impulsores: 384 mil el Partido Colorado y 347 mil Unidad Nacional (en términos redondos). Total: 731 mil. Es decir, que en el mejor de los casos ambos sujetos políticos convocaron a uno de cada dos de sus votantes, o a menos de uno de cada dos de sus votantes. La convocatoria de la izquierda y sus aliados plebiscitario-referendarios, estuvo en general en recoger, en 10 meses, la adhesión de 3 o más de 3 de cada 4 de sus votantes inmediatos, ya fuere de la elección más próxima anterior o más próxima siguiente.
Dado esto, parece sensato que los dirigentes impulsores sigan afirmando el éxito de marketing, porque eso es bueno para sus intereses y tonifica a sus filas, pero evalúen detenidamente el nivel de resultados en términos cuantitativos. Conviene mirar siempre la realidad cruda.