Radiocero y Radio Monte Carlo
1 de cada 10 uruguayos asume una actitud de desafecto hacia todos los partidos políticos, y esos desafectos son fundamentalmente frenteamplistas. [...] lo realmente significativo es que los frenteamplistas disconformes no miran hacia los partidos tradicionales, ni a otras opciones, sino que se quedan en una actitud de rechazo, refractaria. [...] Pese a todo su desencanto, piensan más cerca de los frenteamplistas puros que de blancos y colorados. Eso les impide atravesar la frontera.
OAB: Estamos a mitad de camino entre las pasadas elecciones de 2009 y las siguientes elecciones de 2014, más cerca de las próximas que de las anteriores. La semana pasada presentamos el estado de la competencia electoral, o de la preferencia por partidos, registrados a lo largo del segundo trimestre del año. Allí vimos que el Frente Amplio registra una intención de voto del 41%.
FV: ¿Eso es alto o es bajo?
OAB: Depende. A los efectos de lo que nos interesa, conviene ver la evolución de las preferencias por el Frente Amplio en los últimos ocho años. En 2004 el FA registra su nivel más alto de votación, que llega al 50,5% del electorado nacional.
¿Qué pasa si ese electorado se congela y solo se le aplican los recambios biológicos, es decir, la incorporación de nuevos votantes y la baja de los votantes que se mueren, sin que se mueva un solo voto de los que ya votaron y continúan vivos?
Los estudios revelan que la tendencia histórica de las últimas cuatro décadas es que dos tercios de los jóvenes se socializan en la izquierda, y los datos de las tres últimas elecciones marcan que más de los dos tercios de los muertos son votantes de los partidos tradicionales.
FV: Es decir, lo que se trata es de medir exclusivamente el recambio biológico.
OAB: Exacto, sin tener en cuenta otros elementos, como la gente que se cambia de partido. Bien, con estos elementos, el impacto del recambio biológico, con un electorado congelado, hubiese llevado al Frente Amplio a obtener el 52 ½ % de todo el electorado en las elecciones nacionales de 2009 y a estar hoy entre el 53 ½ y el 54%.
Sin embargo, en 2009 estuvo a unas milésimas por debajo del 48%, es decir, unos 4 puntos y medio por debajo del electorado base más el recambio biológico; dicho en otros términos, perdió 1 de cada 10 votantes propios.
Hoy en lugar de estar en ese cerca del 54%, la intención de voto registra el 41%. Cuidado, es correcto que la intención de voto, en circunstancias normales, está necesariamente por debajo del voto obtenible. Pero esa diferencia no puede ser mayor a tres o cuatro puntos porcentuales. En otras palabras, ese 41% podría llegar a traducirse en un 44% en caso de que hoy hubiera elecciones. Diez puntos porcentuales por debajo de ese 54% que debería tener con el voto del 2004 más el recambio biológico. En otras palabras, 1 de cada 5 votantes o potenciales votantes frenteamplistas no anda por ahí.
FV: ¿Y a dónde han ido eso votos que el Frente Amplio perdió o no captó?
OAB: Como tu bien dices, hay dos situaciones: los votos que el Frente perdió y los votos que no perdió pero no captó.
Continuemos con los datos presentados el viernes pasado. Al cierre del segundo semestre del año, el Partido Nacional registra una intención de voto del 20% y el Partido Colorado del 15%. Suma de ambos, 35%. Un trimestre atrás la suma daba un poco más, 39%. En las elecciones pasadas la suma de ambos daba el 46%.
En el mejor de los casos para los partidos tradicionales, no han logrado captar nada de lo que el Frente Amplio perdió o de lo que el Frente Amplio no logró captar.
FV: ¿A dónde van esos votos, entonces?
OAB: Básicamente hacia lo que llamamos actitud refractaria: voto en blanco, voto anulado, decir que no votan a ninguno. La suma de estas tres manifestaciones arroja un 10% del electorado total. Entonces, 1 de cada 10 uruguayos asume una actitud de desafecto hacia todos los partidos políticos, y esos desafectos son fundamentalmente frenteamplistas.
Tema para otro análisis es en qué están contentos con el gobierno y el Frente Amplio, y en qué están disconformes. Lo importante ahora, en el análisis de hoy, es que más allá de las razones de la disconformidad, esta disconformidad existe.
Pero lo realmente significativo es que los frenteamplistas disconformes no miran hacia los partidos tradicionales, ni a otras opciones, sino que se quedan en una actitud de rechazo, refractaria. Es decir, para verlo al revés, que los partidos tradicionales no logran captar a esta gente, que el Frente Amplio pierde, al menos provisoriamente.
FV: ¿Quiénes son estos frenteamplistas disconformes?
OAB: Aquí hay otro tema importante. En las pasadas elecciones, dirigentes blancos y colorados dijeron: vamos a recuperar los votos prestados al Frente Amplio que ahora están disconformes. Grave error. Los que votaron antes a blancos y colorados y son nuevos votantes de la izquierda, esos, en gran medida, están conformes con el Frente Amplio, más o menos conformes con el gobierno. Los realmente disconformes son los viejos frenteamplistas. En dos grandes segmentos, Uno muy pequeño, que son los disconformes a la izquierda, los que pensaban que un gobierno de izquierda iba a caminar hacia un nuevo tipo de socialismo, anticapitalista, y ven que no va por allí. Pero el grueso de los disconformes están en la otra punta: gente con óptica política y culturalmente liberal, fuertemente democrático-liberal, políticamente liberal, nada extremista ni fundamentalista ni ideologizada
FV: ¿Entonces por qué no van a los partidos tradicionales?
OAB: En el análisis político importa ver qué es lo que ve y lo que siente la gente. No importa si esa gente tiene o no razón, si los hechos son o no son como cree. Porque cada uno actúa como cree que son las cosas. Hay dos cosas que a esa gente lo distancia de los partidos tradicionales en lo político
FV: ¿Cuál es la distancia en lo político?
OAB: En lo político esa gente ve a los blancos y a los colorados como partidos y dirigentes muy de derecha, muy lejos del centro y de la izquierda.
Para reafirmar esa visión, en las últimas semanas se ha visto como desde tiendas tradicionales han aparecido contra el gobierno y el Frente Amplio acusaciones de “totalitarismo”. El empleo de ese lenguaje descalificador a aquella gente de viejo frenteamplismo lo aleja completamente de los partidos tradicionales.
Y además ve a ambos partidos como antiguos, obsoletos, no por su vejez, no por su calidad de partidos fundacionales de la República, sino por su lenguaje, sus planteos, su forma de razonar, su visión del país y hasta su estética.
Con razón o sin ella, que no importa, porque repito importa lo que cada uno cree, ven a blancos y colorados como antiguos e intolerantes.
FV: ¿Y hay algo más que contribuya a ese distanciamiento?
OAB: Hay un problema de arquitectura política de los partidos tradicionales, en tres niveles:
Uno, hay una fuerte competencia entre ambos por quien ocupa el segundo lugar.
Dos, dentro del Partido Nacional en particular una muy fuerte lucha por la hegemonía partidaria. Y tres, más aún en Unidad Nacional también hay una fuerte competencia por el predominio presente o futuro.
Ese triple plano de competencia tiene como escenario el electorado más duro, más férreo, el que quiere oír cosas muy duras e intolerantes sobre la izquierda.
Entonces, la triple competencia partidaria, sectorial y personalizada hace que no se hable ni se busque comprender a los frenteamplistas disconformes, sino que se hable a los blancos y a los colorados duros, rígidos, votantes seguros.
Es decir, el lenguaje verbal y gestual de los dirigentes en competencia, la estética empleada, es precisamente lo que lleva a que os frenteamplistas desencantados afirmen su visión de que son algo extraños a ellos. Pese a todo su desencanto, piensan más cerca de los frenteamplistas puros que de blancos y colorados. Eso les impide atravesar la frontera.