El Observador
En cuanto a abarcar la mediación entre el simple ciudadano y el conjunto de la administración, está la figura creada por la Junta Departamental de Montevideo de Defensor del Vecino [...] Este tipo de institución es por definición molesta a quien tiene el poder, sea en un país, una región, una provincia o una localidad. Es un contralor externo, por fuera del sistema político y por tanto diferente al que realiza la oposición.
La institución del Ombudsman nace en Suecia en 1809. La palabra sueca literalmente se traduce como hombre que hace de intermediario o también, modernamente, como comisionado o representante. La persona, más tarde la institución, es el agente que recibe de las personas comunes las quejas y peticiones en relación a ineficiencias, injusticias o inacciones de la administración, ya fuere nacional o local. Hay quien sostiene que al Ombudsman sueco lo precede un agente medieval con similares funciones: El Justicia de Aragón.
Hace medio siglo o un poco más comenzó en Europa la discusión sobre la creación de este agente o institución en otros países, que ha ido adquiriendo nombres como Defensor del Pueblo, Defensor del Ciudadano, Defensor Cívico o Mediador de la República. Por un lado surgieron temores sobre el papel de este agente, que podría transformarse en un actor demagógico o un activista antisistema, hasta devenir en una plataforma de lanzamiento electoral. Para ello se buscaron formas de designación (generalmente a través de los Parlamentos por mayorías especiales), exigencias para el cargo (títulos, antecedentes), incompatibilidades (la más extendida, la prohibición de actividad partidista y el impedimento de candidaturas electorales por un largo tiempo a posteriori del cese). Sin embargo, la mayor resistencia se produce por parte de gobernantes o administradores al sentirse vigilados por alguien que está al costado del sistema político y a quien los simples mortales pueden recurrir directamente, para denunciar las habituales trabas burocráticas. La figura del Defensor del Pueblo es de esas sobe las cuales todos los gobernantes vierten elogios -como un gran símbolo de democraticidad y participación ciudadana- y nadie quiere; todo lo contrario, es visto como un bicho molesto que se mete donde no gusta.
El Defensor del Pueblo existe en la Unión Europea y en casi todos los países miembros; en algunos como Italia no lo hay a nivel nacional, pero sí a nivel de las regiones, y en otros como España lo hay a nivel nacional, a nivel de las regiones y en algunas provincias o municipios. En Uruguay hace algo más de una década se discutió la creación del Defensor del Pueblo y en un hecho que revela que lo que menos se pensaba era en la despartidización, el diseño preveía tres Defensores del Pueblo, como quien dice un defensor del pueblo frenteamplista, un defensor del pueblo blanco y un defensor del pueblo colorado, es decir, un defensor para cada uno de los tres pueblos que los autores consideraban las etnias que pueblan la Banda Oriental. Fracasó. Lo más cercano a ello a nivel nacional, pero muy especializado, es el Comisionado Parlamentario Penitenciario -creado en 2003- cuya función es la defensa de los derechos de las personas sometidas a privación judicial de libertad.
Más próximo a la función del Ombudsman, en cuanto a abarcar la mediación entre el simple ciudadano y el conjunto de la administración, es la figura creada por la Junta Departamental de Montevideo de Defensor del Vecino (por decreto departamental del 18 de diciembre de 2003). Como reza el artículo 3° de la norma de creación su titular es designado por la Junta Departamental por dos tercios del total de sus miembros, por un periodo de seis años, prorrogable por otros tres, sin posibilidad de reelección. Previo a la votación, se realiza un largo proceso de selección de candidatos con participación de organizaciones sociales y vecinales. El instituto del ombudsman montevideano comenzó a funcionar en diciembre de 2006, por lo que al finalizar el año pasado culminó el periodo de gestión de su titular, Fernando Williman Rodríguez Herrera. Corresponde pues la prórroga de su mandato o la designación de un nuevo titular. Desde el oficialismo departamental surgió la no prórroga del actual titular y hasta la propia supresión del organismo o al menos una fuerte modificación en sentido restrictivo.
Este tipo de institución es por definición molesta a quien tiene el poder, sea en un país, una región, una provincia o una localidad. Es un contralor externo, por fuera del sistema político y por tanto diferente al que realiza la oposición, y su consecuencia es que siempre quedan en evidencia falencias, omisiones, errores, imprudencias, prepotencias, favoritismos. Quizás la mejor definición es tomar el epígrafe que el gran periodista duraznense Natalio Félix Botana -luego un gran magnate del periodismo porteño- puso a su primer diario, El Tábano de Durazno: “Dios me puso sobre esta ciudad, como al tábano sobre el burro, para aguijonearlo y mantenerlo despierto”.
El tábano es un bicho muy molesto, cosa que sabe todo aquél que en verano anda a orillas de los ríos de la campaña uruguaya . Se requiere una gran cultura cívica para comprender la importancia de la institución y lo benéfico que es para la convivencia ciudadana y la democracia. Requiere además un largo aprendizaje de los titulares de la institución, para saber cómo actuar, por qué carriles y qué cosas no tiene permitido hacer (porque el Defensor del Vecino en realidad hizo cosas en las que no tenía competencia). Y requiere de un largo aprendizaje de los vigilados. La reacción actual en contra de los ombudsman es la misma que desde dos o tres siglos atrás los monarcas y presidentes poderosos han expresado ante los frenos que les pone la Justicia, esa institución puesta de contrapeso al poder y garante del simple mortal.
El oficialismo del gobierno departamental de Montevideo está harto de la función del tábano, y pretende sacárselo de encima. Ello revela que todavía no ha podido dar el paso de cultura cívica que han dado todos los países, regiones y ciudades que desarrollaron el instituto de Defensor del Pueblo. En otras palabras, rechaza la participación del simple mortal, por fuera de aparatos. Quizás es necesario comprender que a la corta o a la larga, en medio de vaivenes, la historia se impone. El ombudsman se ha impuesto en casi todo Occidente y reaccionar contra su existencia es lo mismo que oponerse a la división de poderes o al contralor judicial.