09 Jun. 2013

Un FA sin la mayoría parlamentaria

Oscar A. Bottinelli

El Observador

Una Presidencia de la República del Frente Amplio, más específicamente de Tabaré Vázquez, sin mayoría parlamentaria, es una gran desafío para todo el sistema político, todo el cual debe cambiar su actitud espiritual y psicológica y volver al espíritu de concertación que predominó en el Uruguay entre 1984 y 1988.

Existe la posibilidad de que el Frente Amplio tenga un tercer gobierno sin mayoría parlamentaria1; cuánto es o no probable es otro tema2. Importa analizar la hipótesis de que el Frente Amplio obtuviese la Presidencia de la República sin contar con mayoría parlamentaria. Es decir, elaborar hipótesis de comportamiento sobre un hecho inédito, ya que las dos veces que el FA ha tenido la titularidad del gobierno ha contado con mayoría parlamentaria. Sin embargo, la misma fue muy holgada en el primer periodo (Vázquez, 17 senadores, 52 diputados) y muy estrecha en el segundo periodo (Mujica, 17 senadores que luego devinieron en 16 y 50 diputados). Ahora, desde el primer cuarto del segundo año (2011) necesita del alineamiento total y automático de todos sus legisladores para imponer por sí y solo por sí su voluntad en el plano parlamentario, especialmente en el legislativo.

Hay tres experiencias de excepción, donde no ha contado con mayoría en la cámara baja: la Ley anulatoria de la Ley de Caducidad, la Ley de despenalización parcial del aborto y en discusión la Ley de despenalización del consumo y comercio de la marihuana. En el primer caso la rebeldía de un diputado impidió la aprobación de la ley, pero en términos reales no hubo rebeldía alguna, ya que Semproni hizo lo que le pidió el presidente Mujica: inmolarse para impedir la sanción de una ley considerada de todo punto de vista inconveniente para el gobierno. En el segundo caso se vio los efectos de una negociación cuando no hay puntos cercanos entre los partidarios de una o de otra tesis: el voto 50, el decisivo, aportado por uno de los dos diputados del Partido Independiente, llevó el proyecto casi al límite de su no aceptación por parte de los partidarios de la liberalización del aborto, ya que es el proyecto de despenalización del aborto más conservador y menos libre de todos los existentes en el mundo occidental. El tercero está en curso y se anuncia que el aporte del voto decisivo, del otro diputado del Partido Independiente, pueda llevar a un mejoramiento técnico de un proyecto esencialmente desprolijo y de baja calidad jurídica.

El Frente Amplio registra dos etapas bien diferenciadas en su manejo interno. Una con ausencia de un real efectivo liderazgo, con un primus interpares a la cabeza, el General Liber Seregni, que ofició en parte de conductor y en parte de elaborar de síntesis y consenso; cabeza de una conducción colectiva suya con las cuatro figuras de más relieve de las corrientes internas (Arismendi o Enrique Rodríguez, Michelini, Cardoso, Terra en una primera etapa; Jaime Pérez, Batalla, Gargano, Lescano en una segunda etapa). En esta etapa la discusión interna, el diálogo (no exento de dureza y confrontación) y la negociación fueron la dominante. Hubo acuerdo en todos los temas en que hubo voluntad de acuerdo, y no hubo acuerdo cuando el objetivo perseguido por algunas corrientes era obtener el desacuerdo (y con ello fundamentar su ida del Frente Amplio).

La segunda etapa es opuesta, lideral, bajo la conducción de Vázquez. Hombre al que no gusta demasiado ni el diálogo ni la negociación, que establece una relación de jerarquía y subordinación con sus interlocutores, que le cuesta mucho buscar el entendimiento pero en cambio sabe decir, rápido y sin apelación, y ejercer la autoridad. Hay una tercera etapa, que parece de transición, con Mujica en la cabeza del gobierno, en que por un lado hay mucho diálogo y mucha negociación, y por otro lado discursos e imposiciones que nada tienen que ver con ese espíritu dialoguista y negociador. Pero lo que demuestra el FA en sus dos gobiernos es una creciente pérdida de capacidad de negociación a su interior en cuanto a los temas de gobierno, al ejercicio del gobierno.

Para no analizar demasiados modelos. Si el FA no obtiene mayoría parlamentaria lo será con la Presidencia de la República de Tabaré Vázquez. Cabe estudiar esto. Y aquí vemos que del lado del gobierno habría al frente un hombre con poca vocación de diálogo y negociación, y un gran sentido del ejercicio de la autoridad. En un Frente que se ha menoscabada la capacidad de negociación interior, la falta de mayoría parlamentaria ocurriría en un momento difícil. El Frente debería sufrir un verdadero cambio espiritual y psicológico, para reconocer que no está en condiciones de imponer, que no es él quien tiene por sí y solo sí la posibilidad de decidir. Esto sin duda sería un cambio significativo en el sistema político. NI el sistema político ni el Frente Amplio serían los mismos. Comenzaría una nueva etapa en el país. Buena o mala, según el punto de vista de cada quién. Buena para quienes consideran que el diálogo y la negociación fortalecen la democracia y las instituciones, de una democracia que se base en partidos y en la mas amplia consensualidad. Mala para quienes consideran que el Frente Amplio está llamado a la refundación del país, a hacer cambios profundos, y toda negociación rebajaría su programa y sus metas.

Pero se requiere también de cambio espiritual y psicológico de la oposición, de entender que la consensualidad es dejar mucho por el camino para obtener algo. Porque si lo que se trata cuando falta el voto 50 es de “arrancarle las muelas” al Frente Amplio, eso solo funciona una o dos veces, pero no es un modelo de funcionamiento permanente. Por otro lado, los dirigentes opositores acuerdistas deben tener además la capacidad de convencer a su militancia, que como se ha demostrado en este periodo actúa con empujes belicistas, de espaldas a su propio electorado.

Entonces, una Presidencia de la República del Frente Amplio, más específicamente de Tabaré Vázquez, sin mayoría parlamentaria, es una gran desafío para todo el sistema político, todo el cual debe cambiar su actitud espiritual y psicológica y volver al espíritu de concertación que predominó en el Uruguay entre 1984 y 1988.


1 Tercera nota de una serie de cuatro. Ver Gobierno y mayoría parlamentaria y El arte de gobernar y negociar, El Observador.

2 Para ello esperar al próximo domingo,16 de junio para ver en El Observador El FA y la mayoría parlamentaria.