El Observador
Tabaré Vázquez anunció lo obvio: que va a ser candidato. [...] Ahora viene esencialmente la disputa por la candidatura vicepresidencial. El astorismo y los socialistas hace unas semanas jugaron una movida que creó un hecho político: deberá ser una candidata. [...] A esta altura parece que los nombres de Mónica Xavier o Lucía Topolansky (o quizás de Ivonne Passada) son los que se verán estampados en las hojas de votación junto al de Tabaré Vázquez.
Tabaré Vázquez anunció lo obvio: que va a ser candidato. Lo único que hubiera sido noticia en torno a la candidatura de Tabaré Vázquez es que hubiese anunciado que no era candidato1. Igualmente el anuncio es como el matrimonio: una pareja puede vivir largo tiempo como tal, pero hay algo que cambia cuando pasa por el Registro Civil.
El Vázquez candidato 2014 no es el mismo Vázquez 2004, no solo porque ya fue presidente, ya tiene patente de manejador de Estado, sino que es un hombre mucho menos ideologizado y más pragmático. Por lo pronto su libro de cabecera ya no lo es Las venas abiertas de América Latina. Pero también hay un cambio en cuanto a la arquitectura política que lo apoya. Hace 10 años era el referente por igual de todo el conjunto frenteamplista. Todos en alguna medida y en alguna parte se reflejaban en Tabaré. Hoy, en cambio, aparece más como el hombre que se sitúa en el meridiano del área que se puede definir como del vazquismo-astorismo-socialistas. El mujiquisimo y el Movimiento de Participación Popular en particular se presentan como un bloque que negocia relativamente de igual a igual, donde el referente Mujica es un par del referente Vázquez y el apoyo a Vázquez del mujiquismo tiene un sentido más de otorgamiento o de pacto, que de seguimiento. Al menos estas dos cosas (que Vázquez es el referente de un área, que el mujiquismo pacta y no sigue) es la visión que pretende dar el mujiquismo y el MPP. Por otro lado hay otro espacio, que no es un área orgánica ni un bloque programático, que comprende a los segmentos frenteamplistas contradictorios de Vázquez, en particular desafectos con su conservadurismo cultural o de valores y con lo que consideran su autoritarismo. Pero este espacio no tiene organicidad ni referente inequívocos y se compone al menos de dos conjuntos diferentes: uno situado bien a la izquierda que exige políticas más de izquierda latinoamericana, y otro que se mueve en un eje diferente y cuestiona el divorcio de los gobiernos frenteamplistas con la clase media profesional o emprendedora.
Ahora viene esencialmente la disputa por la candidatura vicepresidencial. El astorismo y los socialistas hace unas semanas jugaron una movida que creó un hecho político: deberá ser una candidata. Sería la primera vez que en Uruguay hay una candidata vicepresidencial con posibilidades ciertas de llegar al cargo o de disputarlo en un balotaje. Ha habido anteriormente, pero en fórmulas presidenciales simbólicas, sin competitividad real. El nombre en juego, impulsado por el astorismo y los socialistas es el de Mónica Xavier, presidente del Frente Amplio, elegida en elecciones de afiliados, que ocupara la presidencia de las mujeres parlamentarias del mundo. En la arquitectura política interior del Frente Amplio, Mónica Xavier aparece en el mismo meridiano en que últimamente aparece Vázquez, como hombre más bien moderado, con fuerte sintonía con los socialistas y el astorismo. Pero en el eje cultural y de valores, aparece como la más fuerte contradictora de Vázquez, dentro del aparato frenteamplista; ella fue una gran abanderada de la despenalización del aborto no solo ahora sino cuando Vázquez era presidente de la República.
El MPP juega con claridad dos cosas. Una es de arquitectura política: no sigue a Vázquez sino que otorga el apoyo a Vázquez y pacta con él. Dos, que Vázquez con su candidatura representa un área del Frente Amplio (el vazquismo-astorismo-socialistas) y que hay otra área significativa a la que él no representa directamente y debe estar representada en la fórmula presidencial. De donde, la candidatura a vicepresidente debe corresponder a una figura del MPP. Y presenta un primer nombre que puede considerarse natural, que lo es la de la actual primera senadora frenteamplista Lucía Topolansky, consagrada como líder del MPP hace algunas semanas. Por las dudas cuenta con una carta de recambio: la vicepresidente del Frente Amplio Ivonne Passada, que fue presidente de la Cámara de Diputados en 2010 y hoy es la vicepresidente de la Unión Interparlamentaria Mundial (la persona número dos detrás del diputado marroquí Abdelwahad Radi).
Entonces, en ese juego de mujeres políticas y en esa tensión política se juega la candidatura vicepresidencial. A esta altura parece que los nombres de Mónica Xavier o Lucía Topolansky (o quizás de Ivonne Passada) son los que se verán estampados en las hojas de votación junto al de Tabaré Vázquez.
Pero la elección de una mujer, de darse y todo indica que la cosa va por allí, no es neutra para los otros partidos, especialmente para los que cuentan con potencialidad de disputar el cargo o la ida a un eventual balotaje. Porque o el Partido Nacional y el Partido Colorado completan la fórmula presidencial con mujeres (ya que en ambos casos los candidatos presidenciales posibles son todos hombres) o también en el eje divisorio de género exteriorizan una imagen conservadora. A primera vista no se ve fácil el tema ni para blancos ni para colorados. Y aunque esto es trascendente para los partidos con probabilidades presidenciales, también afecta al Partido Independiente, que de no presentar a una mujer generaría una mayor separación del electorado frenteamplista (Asamblea Popular ya presentó una mujer en su fórmula presidencial en 2009).
Un detalle significativo es que el 72% de los uruguayos2, con independencia de preferencias políticas y personales, cree que Tabaré Vázquez será el próximo presidente de la República. Esto, al oficializarse la candidatura, genera el riesgo del fenómeno de desempoderamiento que afectaba a los presidentes mexicanos en la época hegemónica del Partido Revolucionario Institucional (PRI), cuando el presidente, verdadero emperador azteca, decidía quién era su sucesor. Al anuncio se le llamaba “el destape”. En el momento del destape comenzaba el declive del poder del presidente, ya que los reflectores pasaban a posarse en su sucesor. Mujica ahora afronta el riesgo de que surja un poder dividido.
1 Ver Cuando un hombre muerde a un perro, El Observador.
2 Encuesta Nacional Factum del 2° trimestre de 2013, abril-junio, mucho antes del anuncio de Vázquez.