Radiocero y Radio Monte Carlo
Allí, en esas dos últimas semanas de octubre, se va a vivir el fin del gobierno. [...] Entonces, si toda campaña electoral quita protagonismo y quita poder al gobierno y al presidente de la República, esa pérdida de poder es mayor cuando hay una creencia dominante de que ya hay un sucesor de su propio partido, que además es nada menos que el predecesor. [...] está por empezar, o está empezando, el desempoderamiento de José Mujica. Su pérdida de poder. Su fin de mandato.
OAB: Tenemos la impresión de que esta es la campaña electoral que comienza más tempranamente o a lo sumo comienza más o menos por la misma época que empezó en 1998. En 1984 estaba la dictadura, por lo que la campaña empezó unos tres meses antes de las elecciones, poco después de concluido el Acuerdo del Club Naval que posibilitó el retorno a las urnas. En 1989 y 1994 regía todavía la elección única para todos los cargos el último domingo de noviembre, por lo que la campaña electoral propiamente dicha comenzaba más o menos en mayo. Pero luego vino la reforma constitucional de 1996 que cambió el ciclo electoral, dividió las elecciones en cuatro actos electorales. Y en 1999 inició el ciclo con elecciones el último domingo de abril. Por eso la campaña electoral empezó más o menos en octubre del año anterior, de 1998.
Pero luego de la crisis de 2002, se decidió acortar el ciclo electoral, e iniciarlo no en abril sino en junio, el último domingo de junio. Pero esta vez no es el último sino el primer domingo de junio, el 1° de junio. Es que entre el 12 de junio y el 13 de julio se realiza el Campeonato Mundial de Fútbol y hay perspectivas de que Uruguay se clasifique. Si eso ocurre, no hay clima para una campaña electoral en ese periodo, y menos para hacer elecciones el 29 de junio; caería justo cuando se realiza la segunda jornada de los Octavos de Final.
El correr las elecciones preliminares de abril a junio, sin duda contribuyó y mucho a que la campaña electoral se iniciase un poco más tarde, a principios del mismo año electoral y no a fines del año anterior. Así tanto en 2004 como en 2009, la campaña electoral propiamente dicha comenzó más o menos en febrero del mismo año de elecciones.
Pero ahora, en agosto del año anterior, ya están definidos todos los principales precandidatos presidenciales: Tabaré Vázquez en el Frente Amplio, Luis Lacalle Pou y Jorge Larrañaga en el Partido Nacional, José Amorín y Pedro Bordaberry en el Partido Colorado, Pablo Mieres en el Partido Independiente y Gonzalo Abella en la Coordinadora de Unidad Popular.
FV: ¿Y esto no fue así por ejemplo en el 99?
OAB: No tan así. En agosto todavía había candidatos que no estaban definidos, como el candidato del Foro Batllista, en disputa entre Luis Hierro López, Hugo Fernández Faingold y Ricardo Lombardo. Y no había aparecido la candidatura de Alvaro Ramos, que entonces acompañaba a Alberto Volonte. Pese a que en 1999 las elecciones fueron las más tempranas de todas, el 25 de abril, hasta octubre no había el nivel de definición de candidaturas que hay hoy. Ahora están todos los pingos en la cinta de largada.
FV: Pero en el título te referías a “el comienzo del desemponderamiento” ¿Qué quiere decir esto?
OAB: Bien. desempoderamiento es un término de la ciencia política que señala cuando alguna persona o institución comienza a perder el poder, se degrada el poder, se disminuye. El término se aplicó mucho en México.
En los Estados Unidos Mexicanos, un tiempo después de la Revolución Mexicana, hacia fines de los años veinte se funda un partido hegemónico. Primero fue el Partido Nacional Revolucionario, luego fue sustituido por el Partido de la Revolución Mexicana, el que derivó en el actual Partido Revolucionario Institucional, conocido por su sigla PRI. Desde entonces hasta fines del siglo XIX México fue un régimen de escasa o nula competitividad electoral. El presidente iba a ser necesariamente de ese partido hegemónico, del PRI en el último medio siglo. Y había una característica, el presidente de la República que terminaba su mandato, elegía a su sucesor. Ese momento, ese instante en que ese presidente -una especie de emperador azteca- designa a su sucesor, era llamado “el destape”. El presidente ejercía su máximo poder, nombrar por sí solo al presidente de la República. Pero al destapar el nombre de su sucesor, comenzaba su decline, comenzaba el emponderamiento.
Porque en ese instante, todos los ojos se ponían en el próximo presidente. Se buscaba qué iba a decir de cada cosa, qué pensaba hacer, quiénes iban a ser sus ministros (secretarios, en la terminología mexicana). El presidente titular quedaba reducido a la administración cotidiana, al manejo más de la administración que del gobierno. Ya se dejan de esperar anuncios, solo se esperan decisiones inmediatas y concreción de lo ya iniciado. El último vestigio de poder que le queda es poner la piedra fundamental de obras a hacerse, cortar la cinta de la inauguración de obras a realizarse.
FV: ¿Y estamos cerca del destape y de ese emponderamiento?
OAB: Bien. Hay un dato muy fuerte: tres de cada cuatro uruguayos piensa que el próximo presidente fuera de toda duda lo va a ser Tabaré Vázquez. Atención, esto es lo que dice la gente, esto es lo que la gente piensa, lo que arroja el Indice Winner que elabora Factum. No es lo que a uno le gusta ni le disgusta.
A nivel de las elites nacionales, del empresariado, de las llamadas “fuerzas vivas”, se aguarda cada palabra de Tabaré. Se preguntan quién será el ministro de Economía: ¿Gabriel Oddone o Alvaro García? ¿Danilo Astori será realmente el ministro de Relaciones Exteriores? ¿Continuará Eduardo Bonomi en el Ministerio del Interior? Y quién será el vicepresidente, o con mayor precisión, la vicepresidente de la República: ¿Mónica Xavier o Ivonne Passada? Estas son las preguntas que uno recoge cuando recorre reuniones con empresarios, con dirigentes sindicales, con formadores de opinión, con analistas, con operadores económicos y financieros, con periodistas.
Esto por supuesto tiene impacto en la campaña electoral, pero ese es otro tema. El objeto del análisis de hoy es que esto tiene impacto en el gobierno.
FV: Nos vamos acercanos al “desempoderamiento” ¿Ese es el impacto en el gobierno?
OAB: Efectivamente. Si hay la creencia, no importa si eso es real o no, lo que importa es que si 3 de cada 4 uruguayos creen que el próximo presidente lo va a ser Tabaré Vázquez, van a actuar en tal sentido. Y si tres de cada cuatro uruguayos y si casi todas las elites creen eso, se van a dedicar, ya se están dedicando, a escuchar cada palabra suya, a especular sobre quién va en qué cargo. Mucho más cuando se avizoran tiempos menos clamorosos que los pasados, donde el cinturón no se va a poder llevar tan flojo.
Entonces ¿qué ocurre? Que el presidente Mujica se desempondera. El tiempo final es éste, cuanto todavía es muy importante lo que haga o diga el gobierno en medio de la conflictividad sindical, la tensión por la aprobación de la última ley presupuestal de este gobierno y el desarrollo de la última ronda de Consejos de Salarios de este gobierno. Todo esto termina en octubre. Y el 26 de octubre vence el plazo para que renuncien a los directorios de las empresas del Estado, de los entes autónomos y de los servicios descentralizados, quienes quieran ser candidatos a senadores o a diputados.
Allí, en esas dos últimas semanas de octubre, se va a vivir el fin del gobierno. Los focos se terminan de posar en los candidatos, y en particular en Tabaré Vázquez. El gobierno pasa a administrar el país. Va a dar un paso adelante en la regasificadora, quizás avance en algún otro tema importante, pero sustancialmente es un gobierno que va a administrar el tiempo que le reste, que además es mucho, que va a ser nada menos que 16 meses.
Quiero aclarar que todo esto es independiente de que a uno le guste o no le guste. Que guste o disguste que se crea que va a ser inexorablemente Tabaré Vázquez el presidente y con mayoría parlamentaria. Lo que importa para el análisis no es lo que a uno le guste, sino lo que la gente cree.
Entonces, si toda campaña electoral quita protagonismo y quita poder al gobierno y al presidente de la República, esa pérdida de poder es mayor cuando hay una creencia dominante de que ya hay un sucesor de su propio partido, que además es nada menos que el predecesor.
Entonces, está por empezar, o está empezando, el desempoderamiento de José Mujica. Su pérdida de poder. Su fin de mandato.