Radiocero y Radio Monte Carlo
Como no podía ser de otra manera, Uruguay pelea el Campeonato Mundial de Fútbol con el corazón en la boca y la calculadora en la mano. Pero más allá de lo estrictamente futbolístico, que es tema de análisis de los que saben del tema, de los especialistas deportivos, hay otra facetas que expresa el fútbol que tienen que ver con el tipo de sociedad que se expresa a través del fútbol, y del modelo de país que se exhibe ante el mundo. Estos no son temas únicamente futbolísticos, sino que son temas políticos.
OAB: Como no podía ser de otra manera, Uruguay pelea el Campeonato Mundial de Fútbol con el corazón en la boca y la calculadora en la mano. Pero más allá de lo estrictamente futbolístico, que es tema de análisis de los que saben del tema, de los especialistas deportivos, hay otra facetas que expresa el fútbol que tienen que ver con el tipo de sociedad que se expresa a través del fútbol, y del modelo de país que se exhibe ante el mundo. Estos no son temas únicamente futbolísticos, sino que son temas políticos. En el caso actual, el tipo de sociedad que expresa el maestro Oscar Washington Tabárez y el modelo de país que a través de Tabárez Uruguay exhibe al mundo.
CD: Tú planteas entonces que más allá del fútbol como tal, del juego, de los resultados, a través del fútbol puede analizarse los valores de una sociedad, de un país determinado ¿Y qué es lo que expresa el maestro Tabárez?
OAB: Oscar Washington Tabárez expresa la impronta de maestro de escuela, de los maestros de la vieja escuela pública, del modelo trazado por José Pedro Varela. Eso se ve desde la forma de presentación del propio técnico, la forma de presentación de los jugadores y la forma de actuar en la cancha. Es muy importante resaltar que el director técnico lo que trasmite no es solo técnica futbolística sino que además, quizás lo más importante, es que trasmite valores.
Este conjunto celeste quizás no sea la selección uruguaya con mejores figuras ni tampoco el equipo de este mundial con el mayor conjunto de individualidades, aunque tenga alguna individuales de peso a nivel mundial. En cambio, es uno de los mejores equipos humanos, es decir, equipo en el sentido de conjunto humano integrado, el cambio cualitativo que va de una simple sumatoria de personas, de individualidades, a constituir una unidad plural, un verdadero conjunto, donde ese conjunto actúa como tal, como una unidad.
En el Mundial de Sudáfrica, muchos analistas deportivos comentaron (especialmente en la vecina orilla) que Argentina tuvo mejores individualidades y Uruguay un mejor equipo. La lección que surge de ello no es nada menor y es un tema de concepción de la vida: es la diferencia entre la apuesta a lo individual y la apuesta a lo colectivo, entre la búsqueda del resultado personal y la búsqueda de resultado para el conjunto.
CD: ¿Tú resaltas entonces la búsqueda de lo colectivo sobre lo individual en el mensaje de Tabárez?
OAB: Exactamente. Hay un sentido de acción colectiva por sobre lo individual, de justipreciar las propias fuerzas y las fuerzas de los adversarios, el asumir los propios errores y no poner la culpa afuera, el ser autocríticos sin utilizar la autocrítica como masoquismo destructivo, el no comprometer la propia conducta a cambio de un resultado obtenido de mala fe. Todo ello son valores. Quizás esos valores correspondan a determinada forma de la sociedad uruguaya, a valores predominantes en el conjunto de la sociedad, pero que están siempre amenazados desde adentro.
CD: Este mensaje de Tabárez no fue siempre el mensaje que Uruguay trasmitió en el fútbol ¿no?
OAB: No. Precisamente la antítesis ocurrió en los años ochenta y nuevamente después del Mundial de Italia, cuando el Uruguay futbolístico gozó de mala fama en términos de conducta deportiva. No lo fue por casualidad. Hubo durante mucho tiempo directores técnicos, dirigentes y periodistas que exaltaron el juego brusco, el “meter la pierna”. El considerar que el fútbol debe ser cosa de machos, de vivos. El despreciar el respeto al rival, el despreciar el respeto a las reglas.
Se ha visto mucho en baby fútbol, por parte de entrenadores y de padres, la concepción del juego exclusivamente como búsqueda de resultados deportivos sin importar métodos ni costos; el enseñar a los chicos a aplicar la viveza, jugar sucio, hacer trampa sin que vea el árbitro.
Esta celeste es lo opuesto de esa concepción machista, individualista y anti reglas. Y no solo en el campo de juego, sino en la calle y en las conferencias de prensa. Ante la derrota con Costa Rica el Maestro no se escudó en ninguna excusa fácil y dijo sencillamente: fueron mejores, jugamos mal. En la victoria ante Inglaterra dijo que se jugó contra un gran equipo y se pudo ganar.
Pero queda en el debe que en la derrota ante Costa Rica, la conducta de algunos jugadores puso en duda el modelo ético de Tabárez y recordó algunos episodios de épocas anteriores, como las de Borrás y de Cubilla. Una tarjeta roja directa, una tarjeta amarilla que muchos comentaristas en el mundo dicen que debió ser roja directa, y otras dos amarillas, exhibieron al mundo un alejamiento del fair play y empañaron la imagen del país en un momento en que Uruguay está en la vidriera del mundo. Sin duda la imagen de país educado, de conducta limpia, se empañó el sábado ante Costa Rica y se restableció ayer en el partido ante Inglaterra. Ayer no solo hubo una victoria deportiva sino también el volver a los valores sembrados y exhibidos por Tabárez, el volver a los valores del Uruguay vareliano.
Es interesante observar que el fútbol, además de juego, además de deporte, además de resultados, es un espejo donde se refleja la imagen de cada país. Uruguay vuelve a exhibir desde ayer una sociedad que se autoestima y justiprecia, sin arrogancia ni sobrevaloración, que respeta a los demás, que no pone la culpa afuera, que tampoco se corroe en la autocrítica destructiva, y todo ello son elementos esenciales para el mejor desarrollo de esa propia sociedad.