28 Jun. 2015

De Montevideo, gabinete y política

Oscar A. Bottinelli

El Observador

Aunque a nivel nacional haya un presidente de la República el régimen no es presidencial y por tanto la libertad del presidente para designar a los ministros está acotada. Los gobiernos departamentales, en cambio, corresponden a un presidencialismo acentuado, aunque el titular no se llame presidente sino intendente. Y en un régimen presidencial puro, no hay limitantes formales a la designación del gabinete. Hay una plena libertad formal.

La conformación de los gabinetes ejecutivos, que a nivel nacional significa el Consejo de Ministros depende esencialmente de criterios en relación a diversas variables: el sistema de gobierno, la impronta del primer mandatario del nivel institucional correspondiente, el apoyo o tolerancia de los demás. Una diferencia sustancial entre el esquema institucional nacional y el esquema institucional departamental. En el primero se trata de un sistema de gobierno no presidencial, en el segundo se trata de un sistema exacerbadamente presidencial. Un error frecuente -en que incurren incluso políticos, periodistas y politólogos- es considerar que un régimen es presidencial por el solo hecho de contar con presidente de la República. Hay que consignar que la palabra “presidencial” como definitoria del régimen crea confusión. Para definirlo de una manera sencilla y por consiguiente un poco imprecisa: presidencial es un régimen en que hay al menos una perfecta separación de poderes entre el ejecutivo y el legislativo y se exacerba cuando hay primacía del primero sobre el segundo. Ello no solo no requiere que haya un presidente de la República, sino que inclusive ese ejecutivo puede ser pluripersonal; como presidencial fue el régimen colegiado uruguayo o lo es el suizo. Lo opuesto a presidencial es parlamentario, cuando el ejecutivo deriva del parlamento y depende del mismo. Y en el medio se encuentran los regímenes semipresidenciales o semiparlamentarios, donde el Ejecutivo se conforma con apoyo parlamentario, explícito o implícito; son modelos como el francés o el uruguayo actual (y con mayo puridad, el de la Constitución de 1942), que a su vez presentan significativos matices entre sí.

Dicho esto, cabe aclarar que aunque a nivel nacional haya un presidente de la República el régimen no es presidencial y por tanto la libertad del presidente para designar a los ministros está acotada. Los gobiernos departamentales, en cambio, corresponden a un presidencialismo acentuado, aunque el titular no se llame presidente sino intendente. Y en un régimen presidencial puro, no hay limitantes formales a la designación del gabinete. Hay una plena libertad formal.

Que esa libertad formal se transforme en libertad absoluta para el intendente, o en fuertes condicionamientos, depende de su impronta personal y de la tolerancia o intolerancia de los demás. El punto en debate, que sacude al Frente Amplio, es el hecho de que el intendente electo de Montevideo haya excluido del gabinete departamental Espacio 609 (Movimiento de Participación Popular y aliados), que representa más de la cuarta parte del reciente electorado departamental capitalino del Frente Amplio. La columna vertebral de la otra candidatura frenteamplista no está representada en el gabinete departamental, candidatura que fue decisiva para que Daniel Martínez resultase elegido intendente.

El criterio del gobernante electo es que designa un gabinete en función de la capacidad de las personas y privilegiando la paridad de género a la representación política. Un primer problema cada vez que se dice “elijo a los mejores”, es que por alguna razón se considera que los mejores son solamente los de su partido político y que por algún extraño motivo intelectual o genético, no hay gente de la más alta capacidad en los otros partidos políticos. También surge que para ser mejor en principio hay que haberlo votado a uno, o no haber sido del núcleo principal de los que prefirieron a otro. Entonces, ya se elige a los mejores en forma ilimitada, sino a los que podrían ser mejores dentro de al menos dos condiciones: ser del partido oficialista y en gran medida haber apoyado al candidato triunfante. Esta es una casi constante del Frente Amplio en el gobierno departamental de Montevideo, donde ha predominado el criterio que en definitiva termina siendo exclusivista.

Pero lo verdaderamente importante no es eso, porque teniendo potestad formal para hacerlo, el tema se reduce a un balance político: al intendente le dan las fuerzas para por sí solo (solo él con el apoyo de los sectores políticos que lo postularon) tener apoyo mayoritario en la Junta Departamental. Ello ya no depende de sí, sino de la minoría interna: cuánto va a mantener el apoyo incondicional a un gobernante que los excluyó, y cuánto ese apoyo va a ser condicionado, y ese condicionamiento cómo se juega, con qué intensidad y en qué temas. Lo otro es extra institucional. Un problema serio de fuerza que tiene el intendente departamental de Montevideo, problema creciente en el último cuarto de siglo, es el relacionamiento con el sindicato de funcionarios, ADEOM. Cuando vengan -y no van a tardar más que semanas- los tironeos con ADEOM ¿qué apoyos va a tener de esa minoría frenteamplista (minoría en Montevideo en lo departamental, mayoría en Montevideo en lo nacional)? ¿qué capacidad de freno puede haber al interior desde ADEOM, de parte de los gremialistas que responden a la corriente frenteamplista excluida del gabinete departamental?

Este hecho se complementa con el ninguneo al líder de la oposición, a Edgardo Novick, que cuenta con 9 de los 13 ediles de la minoría. Hay temas en que se requieren dos tercios de votos en la Junta Departamental, desde poner el nombre a una calle hasta contraer obligaciones para un tiempo más allá del quinquenio. Son 21 votos; el Frente Amplio en su totalidad (es decir, contando con esa minoría excluida del gabinete) cuenta con 18 votos. Le faltan 3. La minoría se compone de 9 que responden a Novick y 4 al Partido Nacional; de ellos 2 son de Todos Hacia Adelante y 2 de Alianza Nacional, cada uno de los 4 corresponde a una agrupación diferente (Lista 404, Lista 71, Jorge Gandini, Verónica Alonso). Tiene que solidificar los 18 votos del Frente Amplio y captar 3 de los 4 opositores que no responden a Novick, los cuales van a ser seguramente bombardeados con el moto de colaboracionistas y ainda mais. Todo esto revela que el intendente electo valora que cuenta con gran fortaleza personal y alta capacidad de maniobra, como para enfrentar todos los obstáculos que él mismo ha creado con el propósito de tener libertad absoluta y el menor condicionamiento en la conducción de su gestión.