Radiocero y Radio Monte Carlo
No hay forma de que los dirigentes blancos y colorados capten ese voto frenteamplista disconforme, no hay forma de que perforen ese “muro invisible”, si primero que todo no analizan qué piensa esa gente […] La gran mayoría de los frenteamplistas disconformes están en contra de la destitución de Dilma Rousseff … desconfían de la oposición venezolana y de los ataques al gobierno de Venezuela […] La desilusión es por … gestión, despilfarro, quizás corrupción, impuestos. No es una desilusión con la izquierda como concepto.
OAB: La ciudadanía uruguaya se haya dividido en dos grandes bloques, más o menos iguales, o al menos parejos, a los cuales puede llamarse a uno la izquierda y al otro el área tradicional. Del lado del área tradicional se observan dos fenómenos. Uno es el hecho de haberse presentado en las elecciones nacionales como dos partidos, dos lemas, determinó que en 2009 el Frente Amplio obtuviese 50 diputados, es decir, lograse la mayoría absoluta en la cámara baja; si en esas elecciones, sin cambiar un solo voto, con exactamente el mismo resultado, el Partido Nacional y el Partido Colorado hubiesen votado bajo un mismo lema habrían obtenido en conjunto una banca más, en detrimento del Frente Amplio, que así hubiese obtenido 49 diputados y perdido la mayoría absoluta. Repito: sin cambiar un solo voto, solo por el cambio de arquitectura a la hora de adjudicar las bancas. Este es un tipo de fenómeno.
El otro fenómeno es que en los tres balotajes habidos, el candidato presidencial tradicional tuvo menos votos que la suma de blancos y colorados. Es decir, Jorge Batlle en noviembre de 1999 tuvo menos votos que la suma del Partido Colorado y el Partido Nacional en octubre de ese año. En noviembre de 2009, Luis Alberto Lacalle obtuvo menos votos que la suma del Partido Nacional y el Partido Colorado en octubre del mismo año. Y en las pasadas, en noviembre de 2014, Luis Lacalle Pou obtuvo menos votos que la suma de ambos partidos tradicionales en octubre de ese mismo 2014.
Estos dos datos son relevantes a la hora de analizar la arquitectura con que la oposición tradicional piensa enfrentar las próximas elecciones nacionales, sobre lo cual destinamos un análisis completo hace dos semanas, el viernes 2 de setiembre, en el espacio titulado: “La arquitectura política de la oposición para enfrentar al Frente Amplio en el 2019”
FV: ¿Y hay algún otro dato? ¿Hacia dónde va tu análisis?
OAB: Hay otro dato relevante y así vemos por donde vamos. El dato relevante es éste. En las sucesivas encuestas de Factum de este año, aparece una muy fuerte caída del Frente Amplio. Ante el imaginario de nuevas elecciones el próximo domingo, la intención de voto del partido oficialista oscila entre un 30% y un 35%, es decir, entre 13 y 18 puntos porcentuales menos que los obtenidos en las pasadas elecciones del 26 de octubre de 2014. Como se ve hay una muy fuerte caída del oficialismo. Sin embargo, no aparece un crecimiento del área tradicional, es decir de la suma del Partido Nacional, del Partido Colorado y del partido en formación de Novick ¿Qué es lo que ocurre? Ocurre que esa gran cantidad de votantes frenteamplistas que hoy se alejan del Frente Amplio, dicen que votarían en blanco, o anulado, o que no votarían a ninguno. Están enojados o desilusionados del Frente Amplio.
Y aquí viene el fenómeno interesante: no se van al otro lado, no votarían hoy al área tradicional, no cruzan la frontera. A este fenómeno nosotros lo hemos llamado “el muro invisible”. Hay un muro invisible que hoy es infranqueable y que hace que los votantes frenteamplistas no lo perforen ni lo salten. Por supuesto que hoy sea infranqueable, no quiere decir que mañana no se pueda franquear, perforar o derribar ese muro.
FV: ¿Y por qué ese muro hoy es infranqueable? Pregunta que lleva a otra ¿qué deben hacer y quiénes para franquear, derribar o perforar ese muro?
OAB: Aquí pasamos a un tema central. Esos votantes llegan al Frente Amplio porque se formaron en hogares frenteamplistas o porque se desilusionaron de los blancos y los colorados. En cualquiera de los dos casos, es gente con fuerte lejanía y hasta rechazo de los partidos tradicionales, que ahora entra a su vez en una desilusión o disconformidad con el Frente Amplio.
Cuando esa disconformidad es por izquierda, porque lo desilusiona que el Frente Amplio no sea más de izquierda, esa gente tiene alternativa: a la izquierda del Frente Amplio está Unidad Popular.
Pero cuando su disconformidad o esos diferentes tipos de disconformidades no están hacia la izquierda, viene el problema. A lo que hay que agregar un dato nada menor: en Uruguay el voto es obligatoriO y la gente no puede quedarse en casa. Tiene que ir a votar.
Acá llegamos a lo medular. No hay forma de que los dirigentes blancos y colorados capten ese voto frenteamplista disconforme, no hay forma de que perforen ese “muro invisible”, si primero que todo no analizan qué piensa esa gente, qué siente, por qué no quiere a los partidos tradicionales, por qué está disconforme con el Frente Amplio, al que votaron en 2014 y en 2009 y en 2004, y muchos lo votaron varias veces antes.
Uno como analista observa que una parte nada menor de dirigentes blancos y de dirigentes colorados le hablan a su propia gente, a los ya convencidos, casi diría uno que le hablan a su propia barra brava. No hablan para afuera.
Y cuando atacan al Frente Amplio, lo hacen de tal manera que atacan no los errores de hoy, sino la propia concepción del Frente Amplio, la propia concepción de la izquierda. En otras palabras, atacan valores e ideas que son las que llevaron a esa gente a votar al Frente Amplio. Dicho en términos muy gruesos, agreden a esos desilusionados del Frente Amplio y los hacen sentirse más cerca del Frente Amplio – con el que están desilusionados- que de los blancos o de los colorados.
¿Por qué hay desilusión? Más que nada por la gestión, o por el mal manejo de dineros públicos, o por la lucha por cargos y las aspiraciones personales, o por los que muchos creen que son episodios de corrupción, o al menos de despilfarros, o por la actuación de la DGI o el BPS, o por los impuestos. Es por ahí que va el tema. No están en contra de Lula y Dilma Rousseff. La gran mayoría de los frenteamplistas disconformes están en contra de la destitución de Dilma Rousseff. No es por Venezuela, donde la gran mayoría de los frenteamplistas disconformes si bien no les agrada demasiado Nicolás Maduro, desconfían de la oposición venezolana y de los ataques al gobierno de Venezuela. No están disconformes porque se quiera quitar exoneraciones a las donaciones a las universidades privadas, porque esos frenteamplistas desilusionados creen que los dineros del Estado deben ir a la educación pública. No es porque consideren que el Frente Amplio no es democrático, porque ellos creen que e Frente Amplio es muy democrático.
La desilusión es por lo que dijimos: gestión, despilfarro, quizás corrupción, impuestos. No es una desilusión con la izquierda como concepto.
Entonces, mientras los dirigentes de los partidos tradicionales no vean esto, les va a resultar difícil captar a esos frenteamplistas desilusionados. No se los capta con discursos dirigidos a los blancos más fervorosos y a los colorados más entusiastas. Este es un tema clave para el futuro el Uruguay, para el mantenimiento o derrumbe de ese “muro invisible”.