08 Oct. 2016

El quo vadis del área tradicional

Oscar A. Bottinelli1

El Observador

[…] el formato de competencia que se configure en (el) área (tradicional) es un dato relevante hacia el próximo ciclo electoral nacional 20191 y no es nada menor en cuanto a la continuidad plena, continuidad parcial o interrupción del ciclo frenteamplista. Lo tercero, que hay mucha confusión de razonamiento en los liderazgos tradicionales, como por ejemplo confundir una alianza político-electoral con una fusión o con la pérdida de identidad.

Se abre un abanico de posibilidades en lo jurídico-electoral y en lo político

Hay tres datos que son absolutamente claves. Uno es que el área tradicional se compone hoy de tres partidos políticos con representación parlamentaria: el Partido Nacional, el Partido Colorado y el partido en formación detrás de Novick, que en las próximas semanas quedará formalizado y tendrá nombre, pero ya cuenta con un senador y dos diputados. Lo segundo es que el formato de competencia que se configure en esta área es un dato relevante hacia el próximo ciclo electoral nacional 2019 y no es nada menor -aunque no decisivo- en cuanto a la continuidad plena, continuidad parcial o interrupción del ciclo frenteamplista. Lo tercero, que hay mucha confusión de razonamiento en los liderazgos tradicionales, como por ejemplo confundir una alianza político-electoral con una fusión o con la pérdida de identidad2.

El formato de competencia corresponde analizarlo en dos planos: el formal o jurídico-electoral y el sustantivo o político-electoral. Son dos planos de decisión, autónomos aunque interrelacionados. No todo formato político cabe en todo formato jurídico-electoral. En el plano jurídico-electoral caben tres modelos: que los tres partidos vayan juntos (bajo un mismo lema), que los tres se presenten separados (con tres lemas), que dos vayan juntos y uno separado (en definitiva, dos lemas).

El primer modelo jurídico-electoral admite dos grandes variantes: Una es la variante más improbable, riesgosa y en este momento contraria al devenir histórico y sociológico, que es la fusión de los tres en un nuevo sujeto político, con una nueva identidad; es decir, que lo blanco y lo colorado se fusionen en algo nuevo y diferente, creen otra matriz. La otra variante del primer modelo, la más realista dentro de este modelo, es que los tres partidos constituyan un frente, alianza o coalición electoral y de gobierno, es decir, bajo un mismo lema; y dentro de ese lema cada partido concurra con su propio sublema, sus colores, su identidad, su historia; todos bajo una misma fórmula presidencial, con pluralidad de listas parlamentarias y un programa común; va de suyo que supone gobernar en coalición, todos, como parte plena y paritaria del gobierno.

El segundo modelo jurídico-electoral no presenta variantes a lo habido hasta 2014, salvo que en lugar de dos partidos el área tradicional se compondría de tres partidos. Cada uno con su fórmula presidencial, con su lema, sus colores y la conservación sin confusiones de la identidad blanca y la colorada y la generación de una nueva identidad para el nuevo comensal. El tercer modelo es un híbrido: que dos de los tres se fusionen, alíen o coalicionen, con las distintas variantes reseñadas en el primer modelo; y que el restante partido vaya por su cuenta.

Ahora bien. Qué es lo que da más amplitud y qué es lo más estrecho. Aquí viene el problema. A priori parecería que un abanico de tres opciones podría abarcar más electorado que una opción única, pero a su vez podría ser visto como un abanico de debilidades -cada uno va por su lado y hay que ver si luego tienen capacidad de entenderse de verdad, a la hora del gobierno- en contraposición a una alternativa fuerte como el Frente Amplio. La mayor debilidad es que hasta ahora, en los tres balotajes habidos, el candidato tradicional siempre tuvo menos votos que la suma de lo obtenido por los partidos tradicionales en la elección nacional (la legislativa y primera vuelta presidencial). La ventaja del abanico no se mantiene constante a la hora del embudo, de la simplificación y alineamiento tras una única fórmula presidencial. La otra debilidad de ir separados es que puede darse -como ocurrió en 2009- que al ir en tres lemas en conjunto pueden obtener menos bancas que si concurren bajo un mismo lema (si en 2009 los dos partidos tradicionales hubiesen concurrido bajo un solo lema, habrían obtenido una banca más en la cámara baja y el Frente Amplio no habría obtenido mayoría, habría logrado 49 diputados y no 50).

Ir juntos da más señal de solidez, permite abrir un abanico a nivel parlamentario con plena identidad de las partes originarias, pero obliga a concurrir con una sola fórmula presidencial, lo cual podría restringir la convocatoria, o adelantar el efecto reductor que se ha observado en los balotajes.

Desde el punto de vista sustantivo o político-electoral, las alternativas son básicamente tres: la fusión, la alianza política o la libre competencia. La fusión de los tres partidos en un nuevo sujeto político es solo posible en el primer modelo jurídico-electoral, en su primera variante.

El segundo modelo político-electoral, independientemente de su presentación jurídico-electoral, lo es el acuerdo de los tres partidos en un frente político o una alianza política o una coalición política. Ello supone la elaboración de un tronco programático común, que desembocará luego en un programa completo de gobierno en función de los pesos electorales que obtenga cada uno de los tres partidos. Y además de lo programático, el compromiso explícito de votar al candidato de esa alianza en el balotaje (en el supuesto que vayan en diferentes lemas y no con candidatura única). Y supone el compromiso también de formalizar una coalición de gobierno, más o menos proporcional al peso de cada uno.

El tercer modelo político-electoral lo es la libre competencia: cada uno por su lado. Esto admite dos tipos de comportamiento, uno en relación al balotaje y otro al eventual gobierno. En relación al balotaje, las variantes son esencialmente dos: uno, la búsqueda de apoyo o de acuerdo (que no es lo mismo); y dos, el mantenimiento de la libre concurrencia y la búsqueda de votos a mercado abierto. En relación al gobierno, las variantes son: uno, la conformación de una coalición de gobierno (a posteriori de las elecciones parlamentarias o luego del balotaje); y dos, la búsqueda de una mayoría legislativa (de carácter estable o puntual para cada caso) pero no coalición de gobierno.


1 Catedrático de Sistema Electoral de la Universidad de la República (Facultad de Ciencias Sociales, Instituto de Ciencia Política)

2 Ver ¿Un Frente Amplio de enfrente? y De partidos y cuestiones de palabra. Ver también La arquitectura política del área tradicional y el partido que no es partido ni tiene nombre y La arquitectura política de la oposición para enfrentar al Frente Amplio en 2019.