El Observador
Aparecen relevantes la formulaciones económicas del mensaje presidencial […] Sin duda es clave para el rumbo del gobierno en la mitad que le queda de periodo efectivo de gobierno, si se fortalece o debilita la línea del Equipo Económico […] Lo más difícil para el Frente Amplio es lograr consensos, cuando ya se pasó la cima de la colina y se avistan las próximas elecciones, cuando no hay viento a favor y llegó la hora de las restricciones
Aparecen relevantes la formulaciones económicas del mensaje presidencial
El partido oficialista dentro de sí y el gobierno en relación al partido oficialista se encuentran en una discusión profunda en torno a la Rendición de Cuentas. En lo aparente es una discusión sobre hasta dónde llega el Sistema Nacional de Cuidados, o como se retoca una partida presupuestal, o qué se hace con los impuestos. En lo sustantivo, es el afloramiento y no por primera vez, de un abanico muy amplio de concepciones económicas divergentes, de diferencias de tipo ideológico y programático. No es una contraposición entre dos posturas, sino que se abre un abanico de posturas.
Una cosa que confunde la discusión son las referencias al llamado Programa del Frente Amplio, que no es un programa en el sentido clásico de la izquierda (como el Manifiesto Comunista o el Programa de Ghota) sino más bien un Plan de Gobierno o una Plataforma Electoral, en el sentido clásico de los términos. Como todo Plan de Gobierno o Electoral -del Frente Amplio y de otros partidos, aquí y en el mundo- prevalecen los propósitos y objetivos, no se detallan los caminos para llegar a ellos y, fundamentalmente, no hay una estimación de costos de la concreción de esos propósitos y objetivos. Tampoco hay una clara gradación de prioridades: si no se puede hacer a la vez esto o aquello, qué se hace y cuál se deja de lado. Es imposible presentar a la ciudadanía esa gradación de prioridades sin presentar flancos débiles, pero eso complica a la hora de gobernar. Y además no se considera necesario porque siempre hay una dosis de voluntarismo, de creer con total honestidad en el predominio de la voluntad y en que los dioses harán soplar vientos de cola. No es una carencia del Frente Amplio, sino algo connatural a los programas o planes de gobierno en el mundo entero. Pero, a la hora de discutir una ley presupuestal o una norma concreta, más bien a la hora de definir opciones de qué hacer y qué dejar de hacer, esas generalidades topan con que el programa es un Norte pero no es un GPS.
Lo más importante del discurso presidencial del 1° de marzo, quizás no debidamente resaltado, es el final, sus formulaciones en el plano económico, que vale la pena transcribir. Dijo el primer mandatario:“En lo económico, estas serán las líneas de acción: En primer lugar, trabajar fuertemente para no perder el grado inversor;siendo éste el activo financiero intangible más importante que tiene Uruguay […] En segundo lugar, luchar frontalmente y sin tregua contra la inflación, ya que ésta es una carga pesada para los sectores de la población con ingresos fijos y con menores ingresos […] En tercer lugar, en materia del gasto público es necesario, no solo reafirmar el compromiso asumido en la discusión presupuestal de evitar la persistencia de una “lógica incremental”, sino también, disminuir los gastos del Estado que no sean prioritarios. Pero que quede claro!! Mantendremos en todo su nivel la inversión comprometida en políticas sociales […] En cuarto lugar, seguiremos trabajando junto a las empresas públicas para cumplir las metas acordadas con sus respectivos directorios […] En quinto lugar, en el plano de las negociaciones salariales, y a los efectos de evitar un mayor impacto negativo sobre el empleo se requiere mantener los lineamientos salariales diseñados en 2015, especialmente en lo relativo a evitar los mecanismos automáticos de retroalimentación entre precios y salarios como un elemento más para disminuir las presiones inflacionarias”
Sin duda es clave para el rumbo del gobierno en la mitad que le queda de periodo efectivo de gobierno, si se fortalece o debilita la línea del Equipo Económico, de un equipo pilotedo por Danilo Astori (Asamblea Uruguay) y subpiloteado por Pablo Ferreri (Nuevo Espacio), cuyos sectores son hoy los únicos que en los últimos días les han dado respaldo pleno y sin vacilaciones. Desde este punto de vista, el eje político liderado por Astori y Michelini aparece muy debilitado a la interna del oficialismo, ya fuere a nivel de estructura como a nivel de bancadas. Todos los demás van desde establecer matices a exponer diferencias de fondo. Las mayores discrepancias son las que se expresan en un fuerte cambio de orientación impositiva, que supone imponer a las grandes ganancias y los grandes patrimonios, y avanzar hacia la disminución o cuasi eliminación de las exoneraciones fiscales.
Hay un elemento que determina que la discusión de esta Rendición de Cuentas, pese a la carencia de mayoría parlamentaria del oficialismo en la rama baja, transcurra con mayor fluidez que en otras oportunidades y es el fuerte papel articulador, hacia dentro e incluso en la búsqueda del voto 50, que ha desplegado el nuevo presidente del Frente Amplio Javier Miranda, donde su rol aparece como articulador fuerza política-presidente; al interior de la fuerza política en su estructura partidaria y con sus bancadas parlamentarias. Pero lo que equilibra fuerzas en el Frente Amplio, es que la inicial debilidad del Equipo Económico aparece compensada por dos hechos sustantivos: Uno, lo que surge de las definiciones presidenciales como líneas económicas, donde no caben dos lecturas: el presidente acorde a su sensibilidad podrá atemperar las aristas más duras de esa política, pero parece difícil que no le de su aval pleno; se ha comprometido muy fuerte en el mensaje emitido el 1° de marzo. Lo otro, que el mujiquismo aparece en una postura pactista con el Equipo Económico -como ocurriera en el presupuesto propiamente dicho- y no se ha afiliado a las posiciones más duras.
Lo más difícil para el Frente Amplio es lograr consensos, cuando ya se pasó la cima de la colina y se avistan las próximas elecciones, cuando no hay viento a favor y llegó la hora de las restricciones, cuando crece hacia sí el descreimiento y el descontento. En estas circunstancias es cuando es más difícil apelar a la unidad y a apoyo ciego al gobierno.