El Observador
Por primera vez resulta procesado alguien que hubo ejercido la Presidencia de la República (constitucional ). Y por peculado […] Pero sobre todo golpea al Frente Amplio. Zarandeado desde la primavera de 2015 hasta la primavera de 2017, y vuelto a zarandear ahora […] La diferencia esta vez es que viene al rescate una de las tres máximas figuras del Frente Amplio actuantes, Danilo Astori, la única que proviene del frenteamplismo originario. Es la impronta que legó Líber Seregni
Enjuiciamiento de Sendic afecta imagen del Uruguay, la política y el FA
Por primera vez en la historia de la República resulta procesado alguien que hubo ejercido la Presidencia de la República de manera integramente constitucional Y procesado no por delitos que tuviesen alguna inspiración política o ideológica, por graves que fueren, sino por delitos contra la administración pública; lo más importante y fuera de cuestionamiento en cuanto a su congruencia jurídica, por peculado. Es verdad que un procesamiento no es prueba de culpabilidad, pero sí la presunción de culpabilidad, la existencia de semiplena prueba de la actitud delictiva. Lo jurídico es esperar a la sentencia definitiva. Otra cosa es lo ético y más aún lo ético político. Lo que no cabe duda es que no hay partido político en el Uruguay que considere que el peculado y los delitos contra la administración pública entran dentro de la conducta política aceptable. Alguien podrá hacerse el distraído y mirar para el costado, pero nadie considera que cometer peculado o delitos contra la administración pública entra dentro de las normas éticas aceptables para cualquiera de los partidos políticos uruguayos.
Pero el enjuiciamiento de Sendic supone un triple golpe, ya que afecta la imagen del Uruguay, refuerza la mala imagen que la ciudadanía tiene de la política y de los políticos, e impacta una vez más sobre el Frente Amplio.
Al país lo impacta porque lo que se informa en el mundo es la fenomenal corrupción en Brasil que golpea a diestra y siniestra, la de Argentina, las renuncias del presidente de Perú, del vicepresidente de Ecuador y … ¡del vicepresidente de Uruguay, ahora procesado!. Si bien es cierto que una golondrina no hace verano, si desde lejos se ve un pequeño espacio con una sola golondrina, pero rodeado de bandadas y bandadas de golondrinas, no se ve la diferencia y se cree que todo es verano. Lo que se ve es una región carcomida por la corrupción, y con la noticia e este procesamiento hay que hacer un gran esfuerzo para poder decir “no nos confundan”.
Golpea a la política y a los políticos, porque además se han denunciado episodios que la gente ve mal de otros jerarcas de otro u otros partido(s). Y además la gente mezcla lo que son delitos con lo que son despilfarros, con lo que es clientelismo, nepotismo, amiguismo y con lo que son el juego a codazos por los cargos públicos. Todo va en la misma bolsa y golpea, como golpeó la imagen de los políticos en los años sesenta. Pero además la gente observa la dureza con que se señala con el dedo al de otro partido, o al de otro sector, y con la indulgencia que se juzga al del mismo partido, y ni hablar al del mismo sector.Pero sobre todo golpea al Frente Amplio. Zarandeado desde la primavera de 2015 hasta la primavera de 2017, y vuelto a zarandear ahora. Cabe recordar que hasta el dictamen fulminante del Tribunal de Conducta Política, la dirigencia del Frente Amplio -toda, todas y todos, y sin excepción- cerraron filas en la defensa del entonces vicepresidente de la República; hubo tímidas discrepancias. O tímidas por su sonoridad o tímidas por la fuerza de los que desafinaron en el coro. En ese entonces la dirigencia frenteamplista creyó librar una batalla contra blancos y colorados. No entendió que su problema no era con los ajenos, sino con los propios, con los frenteamplistas enojados, desilusionados o descreídos. Con el centenar de personalidades de izquierda que reclamaron poner punto final al secretismo impuesto al dictamen del Tribunal de Conducta Política, guardado en caja fuerte bajo sobre cerrado y lacrado. En la primavera pasada ese Tribunal salvó al Frente Amplio; la gente, los frenteamplistas, vieron allí que el Frente Amplio sancionó a Sendic y lo empujo a la renuncia. Lo salvó la fenomenal ola de indignación desatada desde sus bases, desde los comités de base y desde las diferentes redes sociales. Esa oleada midió la pérdida de sintonía que exhibió la dirigencia con su propia gente, con sus votantes y militantes.
Ahora las primeras reacciones siguieron en la misma sintonía. Dichos de que hay 100 problemas más importantes de qué ocuparse; que el tema de las candidaturas es para más adelante (en este caso más exactamente el tema no es definir candidaturas sino decidir inhibición de candidaturas); que se ha sido candidato con varios procesamientos encima (referido no a procesamientos sino a condenas, que fueron cumplidas y el capítulo está cerrado, y además que fueron por delitos con inspiración política, en el contexto de otra época, y no procesamientos por peculado).
Lo que en realidad más ha habido son candidaturas con procesos abiertos por el controversial delito de abuso innominado de funciones; procesamiento que además a poco de andar fue anulado de un plumazo en las instancias judiciales superiores ¿Piensan que el Frente Amplio puede ir sin costo alguno a las elecciones, con pintadas, carteles anuncios que digan “Frente Amplio – Sendic al Senado”? Obviamente que puede, en un país libre toda fuerza política, toda dirigencia -y sobran ejemplos- tiene derecho a jugar en favor del contrario y hacer goles en su propio arco. Pero después, a quejarse al cuartito: la culpa del resultado no es del árbitro.
La diferencia esta vez es que viene al rescate una de las tres máximas figuras del Frente Amplio actuantes, Danilo Astori, la única que proviene del frenteamplismo originario, quien reclamó la actuación del Tribunal de Conducta Política. Es la impronta que legó Líber Seregni, pero también los otros padres fundadores de la fuerza política, como Rodney Arismendi, Luis Pedro Bonavita, José Pedro Cardoso, Julio Castro, Zelmar Michelini, Héctor Rodríguez, Juan Pablo Terra. También esta vez el presidente del Frente Amplio alzó la voz. Pero lo de Sendic no es lo único que golpea al Frente Amplio, porque algún que otro caso se ha barrido bajo la alfombra, cuando se considera que basta con que no haya acción penal para que no haya afectación ética, al menos con la ética que tiene o que tuvo el partido político.