Radio Uruguay - Puntos de Vista
El Frente Amplio debe darse cuenta que el problema que tiene es con sus propios votantes que hoy no lo eligen como opción. La oposición debe definir cuál es el diagnóstico más acertado de cara al octubre de 2019, si el Frente Amplio es seguro que pierde y se desarrollará una competencia pareja entre el Frente Amplio y el Partido Nacional, o si por el contrario la pérdida del gobierno por parte del Frente Amplio no es segura y se requiere de una mayor articulación en la oposición para generar la ilusión entre sus votantes y asegurar la gobernabilidad.
LC: ¿Comenzamos con el Frente Amplio? ¿Qué podemos apuntes respecto a los problemas que tiene el Frente Amplio?
EB: Bien, cuales son las posibilidades que tiene hoy electoralmente hablando en base a las últimas encuestas.
El primero, que ha sido reiterado varias veces y en el que hay un gran consenso, es que es muy difícil que pueda retener la mayoría parlamentara, como la obtuvo plenamente en 2004 y 2009, y como la obtuvo parcialmente en 2014, recordemos además que en 2014 fue por muy escaso margen que la obtuvo (menos de 5000 votos). Lo segundo, sobre lo que hay visiones distintas es respecto a las probabilidades de retener o no la Presidencia de la República.
Para analizar estos puntos es bueno detenerse en algunos datos centrales. A la misma distancia de las siguientes elecciones nacionales, el Frente Amplio está 8 puntos por debajo de su registro de 2013 y 9 puntos por debajo del registro de 2008. A día de hoy, comparando encuesta contra encuesta a la misma distancia de las elecciones, tiene una pérdida del 8-9% del total del electorado, que equivale a una pérdida de entre 200 y 220 mil votos. Esa cantidad es la que el Frente Amplio registra en menos.
Entonces, cuando uno ve que las dirigencias frenteamplistas aparecen preocupadas por la oposición, y se analizan los números que estamos registrando en las encuestas hoy, y a eso se suma la comparación con lo que sucedió hace 5 y 10 años, entonces lo que cabe es cuestionar ese diagnóstico.
Antes que ocuparse de la oposición, el Frente Amplio tiene que preocuparse más temprano que tarde de entender a quienes ya lo votaron y hoy no expresan su intención de voto al Frente Amplio, buscar la forma de re-enamorar a esos votantes que hoy no eligen al Frente Amplio. Para que el Frente Amplio se preocupe cómo está plantada la oposición, cuánto mejor o cuánto peor está en relación a sí mismo, tendría que resolver muchas cosas antes. Y lo que primero tiene que resolver es su distanciamiento, su divorcio, la falta de sintonía que tiene con más de la cuarta parte de sus votantes, o de quienes podrían volver a serlo pero hoy todavía no lo son, o al menos no lo son del todo.
LC: ¿Cuál es la razón por la que esos votantes hoy no están eligiendo al FA?
EB: El primer punto que complica al Frente Amplio en este diagnóstico es que no hay un único tema que sea detonante, tampoco hay un único grupo homogéneo que está desencantado con el Frente Amplio.
Para enumerar algunos temas, podemos mencionar:
1) críticas a la aplicación de algunas de las políticas sociales (cosa que no sucedió en el primer gobierno del FA) especialmente en lo vinculado a lo que podríamos llamar el ataque estructural de la pobreza (personas en situación de calle, asentamientos).
2) Seguridad pública. Tema más importante para los uruguayos.
3) Contraposición ideológica. Por un lado que debería ser más de izquierda, por otro que ha golpeado demasiado a las clases medias profesionales y pequeños empresarios.
4) Desde el punto de vista político. La ética (dilapidar dineros públicos y modos de proceder no aceptables genéricamente). En este caso cae lo de ANCAP y Sendic, donde el FA estuvo 2 años con el tema sin resolverlo, y luego otro dictamen del Tribunal de Conducta Política sobre De León y ALUR, y el Frente Amplio sigue enredado en el tema sin resolver para algún lado las cosas.
5) También desde el punto de vista política, lo que se llama las formas de hacer política. Desde parte de los votantes frenteamplistas se considera que el Frente Amplio adoptó las mismas prácticas políticas que los partidos tradicionales. Ambición personal por encima de proyectos colectivos y de las ideas. Que se practica el clientelismo, el amiguismo y el nepotismo, en mayor o en menor grado.
Entonces, cuando vemos la situación del Frente Amplio, compleja situación actualmente, vemos que son varias líneas, algunas del ejercicio de gobierno y otras de manejo político. Pero en todo caso, parece claro que lo primero que tiene que hacer el Frente Amplio es preocuparse por lo que ha perdido más que por lo que haga la oposición.
LC: Y hablando de la oposición ¿Cuáles son los movimientos, diagnósticos o problemas que se están viendo?
EB: En la oposición hoy conviven dos grandes diagnósticos que suponen estrategias diferentes.
Un primer diagnóstico sugiere que la derrota del Frente Amplio es inevitable y que además es una competencia cabeza a cabeza entre el Frente Amplio y el Partido Nacional. Este diagnóstico surge más fuertemente desde el sector que rodea a Lacalle Pou y parte de la lectura de algunas encuestas. Digamos que es un primer diagnóstico triunfalista y optimista que llevaría al Partido Nacional a la presidencia de la República y concretamente llevaría a Luis Lacalle Pou como presidente.
El segundo diagnóstico parte de la visión de la idea de que el Frente Amplio tiene una fortaleza en su unidad para mantener la Presidencia (no la mayoría parlamentaria). En este diagnóstico el no es claro que el Frente Amplio vaya camino a perder la Presidencia sino que es dudoso. Este diagnóstico parece ser compartido por Larrañaga cuando mencionó que “la oposición no está preparada para gobernar” y presentó su idea del armado de un arco opositor al proyecto del Frente Amplio. En el mismo sentido apareció en forma más o menos reciente Sanguinetti cuando se reunió con Lacalle Pou y Larrañaga diciendo que la oposición debe tener una base común para desafiar el Frente Amplio, pero con un proyecto previo. El diagnóstico entonces en este caso es que la oposición debe unirse para disputar la Presidencia al Frente Amplio, partiendo de igual a igual o aún con ventaja.
LC: ¿Y cuáles son las estrategias para cada diagnóstico entonces?
EB: En el caso del primer diagnóstico, más optimista desde la oposición y que supone el triunfo del Partido Nacional sin necesidad de acuerdos ni alianzas previas, entonces la estrategia se presenta en forma binaria entre los dos partidos. Entre el candidato del Frente Amplio (a día de hoy parece ser Daniel Martínez) y Lacalle Pou. La estrategia supone entonces mostrar un triunfalismo y el encumbramiento de Lacalle Pou a la presidencia. Exhibir diferencias entre ambos bloques y mantener un buen diálogo con el resto de la oposición, la que no tiene otro camino que acompañar al triunfador.
En el segundo diagnóstico, donde se ponderan de manera distintas las posibilidades del Frente Amplio, la estrategia que surge tiene fuertes variaciones. En primer lugar si arranca el camino con toda la oposición de igual a igual o en el peor de los casos en desventaja, y se considera que lo que nivela es el acuerdo de la oposición es un programa, hay que dar señales que en la diversidad de la oposición hay algo en común. No es lo mismo el Partido Nacional que el Partido Colorado. Aún dentro de los Partidos no es lo mismo Lacalle Pou que Larrañaga o el grupo de los Intendentes, y no es lo mismo los Batllistas que Ciudadanos en el Partido Colorado. Esas diversidades se mantienen en un proyecto común. Una vez consolidado el proyecto, el apoyo al candidato opositor en el balotaje ya no es solamente que lo voten como oposición al Frente, sino que es “nuestro” candidato. Como lo fue en el caso de Jorge Batlle en que llega a esa definición con acuerdo explícito y firmado con medidas de gobierno y por lo tanto Batlle fue el candidato común de los dos partidos tradicionales. La idea sería que ese acuerdo se firmara antes de las elecciones nacionales y no en octubre antes del balotaje.
Entonces, lo que vemos en el caso de la oposición es que subsisten dos diagnósticos, y al haber dos diagnósticos hay al menos dos estrategias. El tema entonces para la oposición sería ponerse de acuerdo en cuál es el diagnóstico más realista a día de hoy, o el más probable que suceda en octubre del año próximo, y a partid de ahí trazar una estrategia.
LC: Entonces ¿qué podemos decir para cerrar en el día de hoy?
EB: Desde el punto de vista de Frente Amplio, parece razonable pensar en ese grupo importante de personas, que van del 8% al 13% que ya votaron al FA en 2014, estamos hablando de entre 200 mil y 300 mil, un número lo suficientemente grande como para poner en riesgo no solo la mayoría parlamentaria, sino la propia tenencia de la Presidencia de la República. Entonces el verdadero desafío del Frente Amplio es con los frenteamplistas, con quienes ya lo votaron en las elecciones anteriores y hoy no lo están eligiendo.
Desde el punto de vista de la oposición, lo primero que surge con claridad es que debería llegarse a un diagnóstico que permitiera desarrollar una estrategia coordinada, si es que se comparte la necesidad de la existencia de otros partidos en competencia real. No es lo mismo considerar que el Frente ya perdió que considerar que tiene fortalezas para mantener el gobierno. Esto ya es una gran diferencia para establecer la estrategia. O el Partido Nacional compite mano a mano con el Frente, o la oposición en conjunto compite con el Frente. En este último caso es necesario convencer con un proyecto ya acordado, ilusionando a los votantes y que la gente no vote el mal menor. Obviamente cuando se habla de oposición se excluye a la Unión Popular, e incluso al Partido Independiente y se habla de quienes están más cerca ideológicamente. La duda es si la estrategia será que el Partido Nacional será el rival o lo será la oposición unida la encargada de disputar la Presidencia al Frente Amplio.