El Observador
A nivel de elecciones presidenciales es el que contiene mayores incertidumbres probablemente desde 1994 […] En cuanto a grandes números y cálculo probabilístico, hay parejas probabilidades para que triunfe el Frente Amplio o triunfe un partido tradicional; y de darse esta última hipótesis, hay al menos 4 probabilidades sobe 5 de que triunfe el Partido Nacional […] (lo que) implica dos cambios radicales en relación a seis o nueve meses atrás
A 10/11 meses de las elecciones, el panorama es de baja previsibilidad
El cierre del año anterior al ciclo electoral 2019-2020 marca un panorama sumamente complejo y de baja previsibilidad. Puede decirse que a nivel de elecciones presidenciales es la que contiene mayores incertidumbres probablemente desde 1994, que desembocó en el triple empate de los tres partidos principales, con 1,1% de diferencia entre el primero y el segundo y 1,7% entre el primer y el tercero (sobre el total de votantes). La de 1999, al cierre del año anterior, con la inauguración del nuevo sistema de balotaje, planteaba también una duda: cuál partido tradicional se alzaría con la primera magistratura, pero no había duda de la ausencia de probabilidades para el Frente Amplio. En los tres comicios siguiente (2004, 2009 y 2014) no había duda alguna sobre las muy grandes probabilidades de obtención de la Presidencia por el Frente Amplio. En 2014 no hubo duda alguna para este analista así como para el Instituto Factum en cuanto a la Presidencia, a diferencia de los colegas más relevantes que o dudaron fuertemente o tuvieron la convicción de que se producía una vuelta de tortilla. Hubo sí para este analista una gran incertidumbre sobre el mantenimiento de la mayoría parlamentaria, que en definitiva se decidió por la esmirriada diferencia del 0,2% del total de votantes, nada.
Ahora, a esta altura, a diez meses de las elecciones nacionales y once meses de la segunda elección, hay una incertidumbre plena sobre la definición de la primera magistratura. En cuanto a grandes números y cálculo probabilístico, hay parejas probabilidades para que triunfe el Frente Amplio o triunfe un partido tradicional; y de darse esta última hipótesis, hay al menos 4 probabilidades sobe 5 de que triunfe el Partido Nacional.
Esto último implica dos cambios radicales en relación a seis o nueve meses atrás. El primer cambio radical es que en ese entonces el Frente Amplio contaba con las más amplias probabilidades de retener la Presidencia de la República; en términos probabilísticos, 2 en 3 o inclusive 3 en 4. El segundo cambio es que en la hipótesis entonces de menor probabilidad de triunfo de un partido tradicional, la casi totalidad de las probabilidades correspondían en favor del Partido Nacional.
¿Cuáles fueron los contenidos de los cambios? ¿Cuándo ocurrieron? ¿Qué permanencias hubo? Esencialmente las permanencias están dadas por la estabilidad del Partido Nacional, del Partido de la Gente, del Partido Independiente y de Unidad Popular.
Los cambios en relación al Frente Amplio se observan a partir de la finalización de la Semana de Turismo: hay un antes y un después. Cuando se le resuelve el tema Sendic (la etapa del affaire Sendic), con la renuncia del mismo a la calidad de vicepresidente de la República, tras un fallo contundente del Tribunal de Conducta Política del partido oficialista, allí comienza un rápido proceso de recuperación, de recaptación de una parte de los desilusionados, enojados o descreídos. Pero tras Semana de Turismo el proceso de recuperación se frena y se produce un leve pérdida de esa recaptación. Para decirlo pronto y bien, el Frente Amplio como fuerza política, como mayoría parlamentaria, como gobierno, como oficialismo en su conjunto, entró en una trágica comedia de enredos y exhibió a la gente, a su propia gente, señales de falta de conducción (del gobierno, del partido, del oficialismo parlamentario), contradicciones, dificultades para operar esa mayoría parlamentaria, cortocircuitos entre el gobierno y el oficialismo parlamentario, hasta llegar a esa tragedia-comedia de la última sesión parlamentaria del año, en que el corolario de la sanción a un diputado conllevó a no contar efectivamente con su propia mayoría parlamentaria. Cabe agregar a todo ello la danza de nombres y de desgastes de nombres realizados por el líder de la principal fracción frenteamplista y el hecho bastante sorprendente de que esa fracción mayoritaria no cumpliese la función lideral que le corresponde, no impulsase por sí un aspirante presidencial y adhiriese a otro ya en carrera. Y como último agregado aparece el telón final del affaire Sendic con una sanción incluida en un paquete de casi una veintena de sanciones, donde se mezcla lo ético, lo ideológico y lo disciplinario. Cuánto le servirá y cuánto no al Frente Amplio, las patas de esa sota se verán en lo primeros meses de este año; especialmente cuanto conforma y cuánto no conforma a esos desilusionados.
Pero sí aparece algo relevante para el Frente Amplio. No es tanto su caída actual lo significativo, sino que a lo largo de 2018 se fue perforando cada vez más, en cantidad y calidad, ese muro invisible que lo separaba de los partidos tradicionales y lo protegía de la ida de los propios. El muro no cayó de un día para otro, sino que se fue erosionando, perforando, desde dentro.
El segundo cambio relevante de escenario se da a partir de mayo y ocurre en y con el Partido Colorado. Estaba situado a niveles casi de extinción, con serias dificultades de superar el 7% del electorado (o como mucho, con casi imposibilidad de salir de un guarismo), sin lograr procesar recambios que convocasen a esa diáspora de los últimos tiempos, esos que en un momento fueron el 17% y ya en nueva caída, el 13%. Y ocurre una de las mayores paradojas de la política uruguaya. Sucede cuando de lo que se habla es de renovación y en términos de renovación generacional. Es la aparición de una figura que fue dos veces presidente de la República (uno de los tres que fue ello en la historia moderna del país, contando al actual titular del cargo), el único ex bi presidente vivo, en su novena década de vida. Aparición que conmueve el mapa, hace despegar al Partido Colorado casi al nivel que tuvo nueve años atrás, pero además lo despierta y genera un formidable entusiasmo. Pero altamente significativo es que se transforma, además, no solo en una revitalización de la oposición tradicional, sino también en un flanco inesperado para el Frente Amplio.