Semanario Crónicas
El politólogo y director de Factum analizó el escenario político de cara a las elecciones internas, donde la oposición está mucho más fuerte que el Frente Amplio. A su vez, opinó que el partido de gobierno carece de una conducción estratégica, sumado a que sus precandidatos no defienden la identidad frenteamplista. Por otra parte, del lado de los partidos opositores el analista percibe algunas debilidades en el discurso, sobre todo, desde el Partido Nacional, donde ahora Lacalle Pou aparece con la idea de hacer un shock de austeridad.
-¿Cómo analiza el panorama electoral de cara a las internas?
-Con la reforma de 1996 se creó una incongruencia y es que la interna es de concurrencia voluntaria, y las siguientes, de voto obligatorio. No es coherente que la elección base de la cual van a salir las candidaturas más importantes para octubre y para mayo del año siguiente, sea de voto voluntario. Además se demostró que la concurrencia ha ido disminuyendo con cada elección, y esta vez probablemente sea todavía menor.
-¿Ahí entran en juego las estructuras de cada sector?
-Claro. Además se conjuga una serie de factores. Primero, el último domingo de junio es en pleno invierno; la posibilidad de frío, lluvia y humedad, puede retener gente en la casa. En segundo lugar se juega la Copa América, y por último, dos días antes empiezan las vacaciones de julio. Esto lleva a que probablemente la votación esté por debajo del 30%. Hay candidatos que quizás tengan un resultado inferior a lo que les dan las encuestas, y otros uno mejor porque tienen buenas estructuras.
-¿Qué implica en esta elección interna la renovación que hizo el FA? Al respecto, Bonomi dijo a CRÓNICAS que no ve proyectos de país en los candidatos del partido de gobierno, a diferencia de lo que ofrecían Vázquez, Mujica y Astori.
-Primero, muchas veces se confunden los proyectos de país con un plan de medidas de gobierno. Un proyecto de país es una visión muy global de la sociedad, del mundo, de valores. Otra cosa son los programas. Yo veo una contradicción en el FA, que aprobó un programa, pero por otro lado sus candidatos están haciendo anuncios de lo que ellos harían.
-¿Y estos anuncios no se condicen con el programa?
-Siempre hay forma de decir que sí, pero no dan la idea de que se está haciendo algo unificado. ¿El FA tiene un programa común, único, gane quien gane, o no? Esa es la duda que surge. Entonces, si el programa es único, lo que los candidatos deben demostrar es quién tiene más capacidad para llevarlo adelante, y eso no requiere que haya anuncios diferentes. Si hay distintas propuestas quiere decir que el programa no es tan central, porque el presidente le va a poner sal y pimienta.
-Sin embargo se han dado señales de unidad o de que lo importante es la continuidad del FA en el gobierno. Por ejemplo, la semana pasada, Lucía Topolansky dijo a CRÓNICAS que se van a “encolumnar detrás de cualquiera de los que gane porque la cuestión es retener el gobierno a morir”.
-En cierta dirigencia del FA se expresa la idea de que lo importante es que el FA continúe en el gobierno, porque si no, habrá un retroceso en el país. En realidad hay dos razones. Una es que consideran que sus ideas son las que hacen avanzar al país. La otra es que tienen muchos cargos a defender y si pierden el gobierno se producirá una desocupación masiva. Del lado de la oposición también: una es que hay que sacar al FA porque esto no puede seguir así, y la otra, que todos estos [cargos] que van a ser desocupados los van a ocupar ellos.
-¿Cree probable que se efectivice ese retroceso del que advierte el FA?
-Yo no soy economista, no sé cuánta capacidad tiene Uruguay de mantener las políticas que está llevando adelante, especialmente las de protección social, de salarios, de pasividades. Yo he visto en la oposición cierta oscilación entre que hay que hacer ajustes pero no se puede perjudicar a la gente, y que hay que hacer un shock de austeridad. Me llama la atención, sobre todo del sector de Lacalle Pou, que en diciembre emitió un documento muy bien elaborado donde plantea cómo evolucionar a partir de lo que hay, y ahora aparece con que hay que hacer un shock. Ahí la oposición tiene una debilidad y le permite al FA salir otra vez con el “cuidado con la motosierra”.
Además, hoy hay muchos sectores empresariales como Un Solo Uruguay, cuyo discurso puede perjudicar a los candidatos opositores por el nivel de radicalismo, porque ahí sí se visualiza que se requiere una motosierra. A su vez, los sindicatos están realizando acciones que claramente perjudican al oficialismo. Si el país se queda sin combustible –como ocurrió los días pasados-, si la ciudad está sucia, y lo que se dice es que eso sucede porque son condescendientes con los sindicatos, eso puede ser un factor de debilidad.
-¿Cómo es el escenario de intención de voto para el FA hoy?
-Claramente el FA tiene el peor escenario desde que llegó al gobierno, eso está fuera de toda duda. El FA viene de tres elecciones con un piso del 48%, por lo tanto, la elección se va a decidir entre lo que el FA está captando ahora y lo que tenía. Es decir, son todos frenteamplistas disconformes los que van a definir la elección. Todas las últimas encuestas dan que la oposición está mucho más fuerte que el FA.
-¿Cómo interpreta ese dato?
- Hay que esperar. En el 2014 las encuestadoras teníamos dos opiniones distintas: mientras algunos colegas sugerían que era inevitable la derrota presidencial del FA, en nuestro caso nunca pusimos en duda que iba a retener la Presidencia. Hoy, por primera vez, hay duda de que la retenga. No quiere decir que haya certeza de que la pierda, las probabilidades son parejas. A nivel parlamentario casi todas las probabilidades razonables son que el FA no va a tener mayoría y que incluso puede quedar distante de ella.
-¿Cómo ve al FA preparado para esta campaña?
-El FA está haciendo una apuesta que a mí me resulta ininteligible. La visión de un partido político se expresa en una simbología: el nombre, los colores, la bandera, el himno. Yo no me imagino al PN diciendo “qué antigua que es la marcha Tres Árboles”, o “agreguémosle amarillo y violeta al celeste y blanco”. Es inimaginable, pero el FA está yendo por ese camino, arrumbando el rojo, azul y blanco, basado en la teoría de que es una marca desprestigiada. Les podrá ir muy bien en materia de marketing, pero les están diciendo a los frenteamplistas desencantados que ya casi no les quedan ataduras salvo la pertenencia al FA, les están diciendo: “ustedes pertenecían al FA, ya lo tiramos a la basura, así que se pueden ir cuando quieran”. Es suicida este camino que han elegido, no logro entenderlo.
Eso se pudo ver en el acto del aniversario del FA, donde había rojo, azul, amarillo, blanco; había una dilución de la identidad frenteamplista. También se puede ver en la cartelería que hay en Montevideo, porque hay que tener muy buena vista para identificar en esos grandes carteles que abajo a la derecha, en tamaño chiquito, está la bandera del FA. Esto no es meramente un tema de publicidad, sino que cuando se agrede la simbología de un partido, se dan señales de que no se quiere preservar la pertenencia. En los candidatos no se ve una real identificación con el FA, y eso puede generarle rechazo al electorado. Además hay una falta de conducción estratégica, y eso es peligroso en la campaña porque genera incertidumbre en cuanto a qué va a pasar con el gobierno, mucho más cuando a esta tercera gestión no se la vio tan estable.
-¿Qué temas mueven la aguja hoy para los votantes?
-Las frustraciones económicas, el desempleo. Para la clase media –no la profesional sino la de emprendimientos, la del comercio- hoy el riesgo es mucho mayor en cualquier actividad independiente. Ese sector percibe que el gobierno ha funcionado con cierto éxito para un esquema de gente asalariada, pero no para quienes actúan por sí mismos, que prestan servicios, que ponen un comercio, que quieren fabricar algo.
Lo que pasa en la oposición
-¿Qué análisis hace de la novedad que presentó la última encuesta de Factum con respecto a Sartori, que alcanzó el 13% de intención de voto en la interna blanca?
-Todavía me cuesta analizarlo porque es un fenómeno extraordinariamente reciente. Es una figura muy exitosa en lo económico-financiero, de alto nivel, lo cual en Argentina es un perfil ideal, pero en Uruguay no sé cuánto provoca de “cholulez” y cuánto de esa cosa uruguaya de “este tiene demasiado”. Eso genera mucha incertidumbre.
-¿Le sorprendió ese 13%?
-Siempre un resultado de algo nuevo sorprende, porque uno no sabe qué esperar. Es un 4% de todo el electorado, no es ni mucho ni poco; puso un pie en la pista para disputar la carrera y ahora hay que ver cómo corre.
-¿Qué piensa de las molestias que genera en el propio PN?
-Eso sí me ha sorprendido porque está revelando un problema. Yo no me imaginaría esa molestia ni en el Partido Colorado (PC) ni en el FA, pero en el PN es persistente la dificultad de amortiguar la competencia interna y manejarla dentro de determinados parámetros. Se ha generado una molestia casi generalizada, por lo menos entre los candidatos que no están liderando la interna, lo cual marca un problema para el partido, porque si se va a ver agitado cada vez que los números no conformen a alguien, no es una buena señal para el país.
Por ejemplo, esto de Lucía Topolansky, “lo que importa es que gane el FA”, es una señal. Pero lo que trasmite el PN, “lo que queremos es que gane el partido con mi candidatura y si no, que sea otro partido”, no da una certeza. Si cada vez que molestan las encuestas se van a ver estas reacciones, el PN da señales poco calmas a la ciudadanía de lo que puede esperar del partido.
-Por otro lado, la novedad en el PC fue la vuelta al ruedo de Sanguinetti, cuando hace un año decía que no sería precandidato. ¿Qué evaluación hace al respecto?
-Hay algo bastante claro. En base a la Encuesta Nacional Factum, antes de que apareciera Sanguinetti el PC estaba en el 7%, y cerró el año con el 16%. Eso dice mucho. Era un PC que estaba al borde de la extinción, pero es uno de los tres partidos principales otra vez. Resulta que en un momento de incertidumbres electorales, uno que da certeza es alguien que fue un líder político durante mucho tiempo y dos veces presidente de la República. En el PC no hay interna en el sentido de que no hay incertidumbre sobre el resultado.
-En este escenario, ¿qué pasa con Novick?
-No sé. Estamos esperando terminar la encuesta para ver qué pasa con los apoyos que tiene. Hay algo que ya es un capítulo cerrado, que es que no se produjo ese shock sobre el sistema político que aparecía dos o tres años atrás.
-¿Qué peso podrá tener la coalición que formó Mieres con Valenti, Amado y Franzini Batlle?
-Por lo pronto, hoy la fuerza como tal es la que pone el PI. Lo demás hay que ver qué nivel de atracción logra. No se ve que Amado capte mucho del PC, su imagen ya era de poca simpatía antes de irse; yo lo veo más como una figura que captará [votos] hacia la izquierda. Y Navegantes, el grupo que conducen Esteban Valenti y Selva Andreoli, es algo recién construido y estos procesos no se dan en días.