El Observador
La Oposición se presenta en principio con cinco grandes propuestas partidarias. Si esas cinco propuestas quedan presentadas en un abanico, pueden generar la riqueza de cubrir las adhesiones particulares en cada uno de los grandes ejes ideológicos […] el abanico real plantea que el juego de la competencia interior puede colidir con el abanico teórico. […] la competencia al interior de La Oposición sabotea una estrategia de amplio barrido.
La fragmentación en cinco partidos puede ser una virtud o un riesgo
La Oposición se presenta a las elecciones nacionales con la virtud y el defecto de una elevada fragmentación. La Oposición -así, con mayúscula- significa el espacio en el que se ubican todos los partidos que en principio pudieren aspirar a bancas parlamentarias desde el centro ideológico hacia la derecha, que comprende a los partidos Nacional, Colorado, Independiente, de la Gente y Cabildo Abierto. Cabe recordar que las elecciones nacionales se juegan en la cancha (en la mitad de la cancha) del Frente Amplio, que es donde se sitúa el segmento de electorado (entre 7 y 11 puntos del total) que define los resultados ya sea mediante la revalidación de su voto al actual oficialismo o mediante el trasvase del voto hacia la actual oposición.
De aquí al 30 de junio La Oposición tiene un problema adicional que lo es la competencia interna entre los precandidatos presidenciales de los tres principales partidos, lo que conforma al menos once segmentos, más los tres que constituyen los partidos de La Oposición con candidatura ya definida. Este mes largo que resta puede potenciar tanto las virtudes como los defectos de la fragmentación. Pero lo verdaderamente relevante es lo que ocurra a partir del 1° de julio. Sin olvidar que las señales que se dejen en este mes largo son indelebles, no se borran, y quedan para impactos residuales en las etapas siguientes, para bien o para mal. Estas señales pueden provenir de la propia campaña electoral o, muy especialmente, de la noche de la elección: de cómo asuman la victoria los ganadores y cómo asuman la derrota los perdedores.
Con estos legados, la verdadera competencia ocurrirá entre el 1° de julio y el mismo 27 de octubre, en que quedará definida la composición de ambas ramas del Parlamento y también definidos los dos partidos/candidaturas que definirán la Presidencia de la República, para lo cual se abre una segunda etapa de competencia que va del 28 de octubre al mismo 24 de noviembre. Para la primera de esas etapas, La Oposición se presenta en principio con cinco grandes propuestas partidarias. Si esas cinco propuestas quedan presentadas en un abanico, pueden generar la riqueza de cubrir las adhesiones particulares en cada uno de los grandes ejes ideológicos: el conservador-liberal desde el punto de vista cultural, el derecha-izquierda desde el punto de vista del Estado y la autoridad pública, el liberalista-dirigista desde el punto de vista económico.
Al respecto caben dos afirmaciones. Es falso que los ejes ideológicos hayan desaparecido. Esa es una convicción no demostrable y que solo es posible en una sociedad de pensamiento único, sin diversidad, lo que ni siquiera se ha dado en las sociedades propiamente totalitarias. Los ejes ideológicos existen, son varios y no necesariamente se correlacionan. No necesariamente estar en contra del aborto implica ser partidario del liberalismo económico ni de una autoridad fuerte en términos político-institucionales, ni el ser contrario a la penalización del aborto automaticamente alinea a nadie con el dirigismo económico o lo libertario. NI siquiera liberalismo cultural, liberalismo económico y liberalismo político van de la mano. En este juego de ejes (y se pueden incorporar muchos más, como por ejemplo el posible clivaje metrópolis-interior) ,la pluralidad de actores políticos mejora la posibilidad de captación a los efectos parlamentarios (y abre más incógnitas a los efectos de la elección presidencial definitoria, o balotaje).
Pero así como la fragmentación supone abanico y el abanico significa la posibilidad de captar para un mismo gran espacio cosas entre sí incompatibles, la fragmentación también implica competencia. Una competencia interior en el mismo espacio. Porque el abanico perfecto es aquel en que no hay competencia entre los componentes del abanico, cada cual ocupa su espacio -no importa si grande o chico- y cada cual va camino a un resultado pre determinado por el lugar en el juego. Ese “cada quien atienda su juego” tiene el inconveniente que a quien le toca jugar en un segmento pequeño, va a querer ampliarlo, y al ampliarlo se va a superponer con quienes juegan en los segmentos vecinos, a diestra y a siniestra. Entonces, el abanico real plantea que el juego de la competencia interior puede colidir con el abanico teórico. Un juego que en la teoría debería distribuir las posiciones de La Oposición en un degradé determinado, puede no resultar aplicable porque no es conveniente en la competencia interior. Dicho de manera simple: la competencia al interior de La Oposición sabotea una estrategia de amplio barrido.
Un ejemplo lo dio el rechazo unánime de La Oposición en el Senado a la destitución de los generales (más estrictamente, a su pase a retiro obligatorio). A La Oposición le hubiese convenido que alguno en ese Senado hubiese disentido. Al no haber ocurrido así, el Frente Amplio resultó beneficiado por ese monolitismo opositor (ese monolitismo en la realidad no fue tal dado que el Partido de la Gente expresó una postura diferente, pero al carecer de representación senatorial, la ciudadanía lo que vio fue que La Oposición estuvo compacta).
Más allá que muchas decisiones son ideológicas y programáticas, y en tanto tales se adoptan con independencia de conveniencias, también existe la posibilidad de un juego en que el que vocea la consigna más dura, promueve lo más politicamente correcto para esa área; quien hace eso, arrastra a los demás al juego. En el tema de la remoción de los generales, el nacimiento del Partido Cabildo Abierto dejó con poco margen a una buena parte del Partido Nacional y del Partido Colorado. En cierto modo, los arrastró.
Entonces, así como la fragmentación permite construir un abanico de amplio barrido, esa misma fragmentación en tanto competencia interior conlleva el riesgo de eliminar el abanico y en endurecer posiciones, con un ahondamiento de la distancia con el electorado frenteamplista disconforme, que es el que decide.