30 Oct. 2019

El balotaje más competitivo desde 1999

Oscar A. Bottinelli - Diálogo con Berch Rupenian

Concierto Urbana FM – Después de Hora

Las reuniones de Luis Lacalle Pou con los líderes opositores para lograr la Coalición para el Cambio, y el viraje de estrategia del Frente Amplio, con el salto a escena de dirigentes de primera línea a incidir en la campaña, y lo que puede dejar el próximo debate entre los candidatos presidenciales.

B.R.: Con tiempo para tu análisis, ahora con cartas vistas y con los dos contendientes rumbo al balotaje.

O.B.: Lamentablemente, y hablando analíticamente, tenemos un balotaje que es el más incierto, competitivo, desde 1999. Es el primero, después de los últimos dos, en que no hay mayoría parlamentaria natural de un solo partido. No dio tiempo para hacer demasiado análisis de todo lo que dejó el proceso electoral, que habrá que hacer más adelante, porque cada partido, de los nueve, o diez, incluyendo al Partido Digital, que votó muy bien para ser un partido muy pequeño, da para análisis muy profundos.

Ahora la atención está muy centrada en el balotaje. Hicimos algunos análisis de números, en los que la oposición, con su Coalición por el Cambio, tiene que armarse, que articularse, pero tiene debilidades. Una de ellas es que hay un área de votantes colorados y de Cabildo Abierto que tiene un rechazo a votar a Lacalle Pou. También en el Partido Independiente y en el Partido de la Gente. Esto llevaría, en números redondos, a que, de ese 54% de esa oposición sumada, algo más de 6% es la gente de esos partidos que entrarían en esa coalición, que rechazan a Lacalle Pou y preferirían votar a Martínez. Eso caería al 47,5%. Esa es una primera alarma, porque, a su vez, el Frente Amplio, más o menos, estaría llegando a cerca del 46%, si esto se diera. Habría dos puntos, dos puntos y medio de diferencia. Y el FA tiene una reserva fácil de un punto y medio, entre casi todos los votantes de Unidad Popular y que los votantes ecologistas se vuelcan dos de cada tres al FA y uno a la oposición.

B.R.: Estaríamos en 47% contra 47,5% de la oposición.

O.B.: Sí. Más o menos. Quizás un poco más, un punto de diferencia clara a favor de Lacalle. Los cálculos matemáticos, aritméticos, si se dieran, dejan a Lacalle Pou arriba. Ahora, estamos hablando de muy poca cosa, 30.000, 35.000 votos. Acá empieza el tema. ¿Qué tiene que hacer la oposición? Solidificar lo que tiene y evitar que los que rechazan a Lacalle Pou “se traguen el sapo” y voten igual, si sus líderes están representados en el Gobierno. Por eso es fundamental ver en qué terminan estas conversaciones, que se están haciendo a un ritmo bastante bueno, pero que tienen que tener concreciones esta semana. Si hay que firmar documentos, lunes, martes, pero que las señales ya no sean que están conversando, que se están acercando, sino que acuerden y definan. No sé cómo queda el tema de los ministros. Hay un temor, una reticencia, a hablar de gabinete, por ese temor que tiene la gente a los repartos de cargos. Pero, en realidad, para un votante colorado, o un votante de CA, no es lo mismo decir que Talvi o alguien señalado por Sanguinetti, o a Manini en el Consejo de Ministros, en una cartera relevante, incidiendo en el Gobierno, que le digan que se verá. Para el votante colorado o cabildante que tiene dudas no es lo mismo la forma de afirmación. Ahí está, me parece, el riesgo, las debilidades de lo que, a priori, aparece como más cómodo, que es Lacalle Pou y la oposición. No gana haciendo la plancha. Cuidado con el exitismo que han exhibido muchos dirigentes blancos, o algún colega que dijo “cero posibilidad para el FA”. Esa es la peor afirmación en favor de Lacalle Pou. Veo que el que tiene más frialdad de todo el PN, a nivel de cúpula, es Luis Lacalle Pou. Es el que está demostrando firmeza y sin exitismo, dando los pasos correctos. Esa es una muy buena señal para un desafío que es más difícil de lo que mucha gente del lado opositor cree.

Del otro lado no solo hay un problema. Es un caso bastante sorprendente que se da exactamente el resultado previsto en la foto final de las encuestas, e incluso en la de Factum, donde veíamos que desde julio a octubre daba que esto terminaba así y, cuando se da el resultado, aparece como una sorpresa. El FA logró algo que, ayer, fue un giro total. Notoriamente hubo un desplazamiento de comando, de elencos. Es un elenco del FA, no desde el punto de vista formal, de autoridades, sino de los que tienen el peso de conducción con la gente atrás. José Mujica en primer lugar, aparece Andrade, Bergara, fue consultada Cosse, Astori, Enrique Rubio; la cúpula de líderes del FA. Se sabe que hay conversaciones con el presidente de la República también. Todos se pusieron las pilas, y ponen a una figura, que es un caudillo en su departamento, el segundo más importante del país, como es Yamandú Orsi, que es un político exitoso, una figura de recambio, que tiene mucho olfato político y mucho sentido de campaña y organización, a comandar esta campaña y a ser el vocero de la candidatura y del FA. El FA hizo ayer los cambios que el lunes y buena parte del martes no se veían. Notoriamente salieron a pelear con mucha fuerza, y una cosa que dijo Orsi es muy interesante, usó un término que es más argentino que uruguayo, “hablar con los punteros” de los partidos, con los caudillitos de las distintas localidades. Ahí le va mucho, porque tiene que tratar de rastrillar, también hay caudillitos blancos desconformes.

B.R.: Porque en el interior el FA no votó tan bien como esperaban ellos.

O.B.: Votó como se esperaba que votara, no de acuerdo a la expectativa mágica de los que creían que podían ocurrir esos hechos mágicos. No tuvo la fuerza que se suponía que tenía. Pero hay redes que están tendiendo; quiere decir que el FA está peleando bien, de atrás. Dando una pelea que permite decir que el partido no está decidido, pero tampoco de igual a igual. Hay una cierta ventaja para Lacalle Pou, que no puede dejar de hacer las cosas bien si quiere ganar. Ese es el tema.

B.R.: ¿En cuánto pueden incidir los proyectos de Gobierno que presenten cada uno de los candidatos y el segundo debate que se viene en pocas semanas?

O.B.: Sobre el primer tema, diría que, más que los proyectos de Gobierno, las grandes líneas del Gobierno. El FA va ir, seguramente, yendo a una confrontación ideológica o de modelos, donde el tema de la agenda de derechos, el aborto, los aumentos de salarios y jubilaciones, el control estatal de las empresas públicas, la energía, las comunicaciones, van a ser temas centrales, contra proyectos como ir hacia la importación de combustibles y la desmonopolización de Ancap, dudas sobre la agenda de derechos que plantean algunos de los posibles integrantes de la coalición. Del otro lado van a marcar lo que consideran fracasos del FA, la desocupación, gente en la calle, inseguridad, no es que, en el mismo tema, los dos puedan confrontar con la misma fuerza, sino que cada uno va a presentar una fotografía distinta del país, y la gente va a mirar las dos, para decidir cuál es el país verdadero, cuál es el que le gusta.

Sobre lo segundo, creo que, a diferencia del anterior, que nos pareció que movió muy poco la aguja, este debate tiene una característica distinta. El otro era en medio de una competencia de 11 partidos, más casi un centenar de listas a la Cámara de Senadores, más algunos departamentos con un centenar de candidaturas a la Cámara de Diputados. Es muy múltiple la elección de octubre por el peso parlamentario, y además, con un abanico presidencial. Aquí son dos fórmulas presidenciales, dos candidatos a presidente, uno contra otro. Este debate será visto por muchos como la final del Campeonato del Mundo.

B.R.: ¿Este sí puede mover la aguja?

O.B.: A priori podría llegar a mover la aguja. Hay que ver cómo termina siendo el formato del debate, es un tema no menor, y cómo se desempeña cada uno de los dos. Desde el punto de vista conceptual y desde el punto de vista escénico, las dos cosas. Estamos hablando de televisión, importa mucho el lenguaje corporal, estético. Después del debate, aparece reforzado, incluso en spots publicitarios, del lado de Martínez, que es un ingeniero, un hombre de hechos, no de palabras. Tiene que tener muy bien pensada una estrategia para ese debate, que demuestre, desde el comienzo, que lo suyo es un ingeniero, con capacidad de ejecución, de realización, de planificación, y que su profesión no es el juego de las palabras. Partiendo de la base que, el juego de las palabras, es un juego que maneja bien Luis Lacalle Pou. Es un parlamentario que está terminando su cuarta Legislatura. 20 años contra una de Daniel Martínez, es una diferencia muy fuerte. Ahí hay que ver cómo se prepara cada uno para ese debate. Yo, que soy un poco escéptico de que un hecho defina una elección, esta vez digo que eso va a impactar. No es algo que vaya a ser neutro a los efectos de la definición final de voto.

B.R.: Además, la diferencia que estás planteando es tan exigua que un pequeño cambio puede definir la cosa.

O.B.: Es exigua, pero para que sea exigua, Lacalle Pou tiene que perder todo el sector colorado y cabildante y del PI y del Partido de la Gente, que no gusta de su figura. Lo tiene que perder, no es automático. Y lo tiene que captar el FA, para que esa diferencia sea exigua.

B.R.: En ese escenario de uno o dos puntos de diferencia, el debate podría inclinar la elección.

O.B.: Podría inclinar también para que esos seis puntos que estaría perdiendo, se convenzan y sigan con Lacalle Pou. No olvidemos que la suma del FA y el PN da dos tercios del país. Si eso no se mueve es todo un tercio del país el que, más allá de acuerdos y lo que sea, no está reflejado directamente, el 27 de octubre no votó a ninguno de los dos. A esa gente es a la que va el mensaje del debate. Ese tercio es muy importante, el mensaje conceptual, el mensaje estético, y el mensaje global, hasta de confianza, que se le dé. Es un tema de solidez, de demostrar quién tiene más estampa de presidente.