El Observador
Quizás el resultado combinado de las elección parlamentaria y del balotaje producen a la vez un sólido respaldo parlamentario y un llamado de atención, que el presidente electo a lo largo de los meses cuidó, pero afrontaba el riesgo del triunfalismo […] El nuevo gobierno afronta un conjunto de riesgos y desafíos en dos grandes direcciones: respecto a la sociedad … y a los agentes económicos, sociales y políticos, nacionales, extranjeros e internacionales
Un nuevo gobierno al que pronto exigirán cuentas la gente y los agentes
Es ambivalente el cómo evaluar el apoyo ciudadano al nuevo gobierno, al nuevo presidente y su coalición multicolor. Si se toma en cuenta el apoyo obtenido por los cinco partidos componentes de la coalición en ocasión de la elección parlamentaria, cuentan con el 54,05% contra el 41,32% de los partidos que pasan a revistar en la oposición; sin embargo, si se toma en cuenta el balotaje, la fórmula respaldada por la coalición obtuvo el 48,87% contra el 47,40% de la fórmula oficialista. Esto determina que el respaldo ciudadano neto a la coalición como proyecto (expresado en el apoyo a la fórmula presidencial) es menor que el respaldo parlamentario, de 17 senadores y 56 diputados. Es un punto muy importante a atender, y del que tomó clara nota el presidente electo. Tiene las espaldas cubiertas pero debe actuar con cuidado. Sin duda los gobiernos frenteamplistas, especialmente el último, fueron grandes maestros de cómo no atender los desafectos ciudadanos y se pretendió gobernar a golpe de mayoría, aunque ello supusiese salir a la caza del voto 50 en la cámara baja cada vez que fuere menester.
Quizás el resultado combinado de las elección parlamentaria y del balotaje producen a la vez un sólido respaldo parlamentario y un llamado de atención, que el presidente electo a lo largo de los meses cuidó, pero afrontaba el riesgo del triunfalismo y el revanchismo. Todavía persiste como riesgo, pero muy amortiguado.
El nuevo gobierno en general y el nuevo presidente en particular afrontan un conjunto de riesgos y desafíos en dos grandes direcciones: respecto a la sociedad, a la opinión pública, y en relación a los agentes económicos, sociales y políticos, nacionales, extranjeros e internacionales.
En relación a la gente, lo que importa no es exactamente qué se dijo sino qué es lo que quedó en la cabeza de la gente, porque es a partir de allí que se van a emitir las valoraciones. Los principales desafíos parecen ser:
Uno. La seguridad. A lo largo de la campaña política de varios años, este tema fue puesto por la oposición a la cabeza de los problemas y además se identificó que su no resolución era por incapacidad y falta de sentido de autoridad del Frente Amplio y en particular de Bonomi. De donde, con un nuevo gobierno, sentido de autoridad y decisión, la solución del problema está al alcance de la mano. El nuevo gobierno tiene muy pocos meses para exhibir algunos resultados fuertes, y luego una línea de constante decrecimiento del delito. En esto le va una parte sustancial de su credibilidad.
Dos. Salario real. En la última década los uruguayos que trabajan en relación de dependencia, así como los jubilados y pensionistas asumieron como una ley de la naturaleza, más allá de la voluntad de los humanos, que los ingresos de los hogares deben subir en forma periódica como mínimo alineados con el costo de vida, y más bien por encima. El mantenimiento del salario real, prometido además por el presidente electo, es otro punto sensible en la evaluación.
Tres. La baja de las tarifas de los servicios públicos. Más allá de los chisporroteos de días pasados, la gente espera una baja de tarifas en lo que más le concierne: luz, agua, nafta, gasoil, teléfono.
Cuatro. Nivel de empleo. Se espera una baja de la desocupación abierta, así como del sub empleo, y una recuperación de puestos de trabajo.
Cinco. Existe el riesgo de que una modificación del tipo de cambio real, es decir, una devaluación por encima del costo de vida, produzca un debilitamiento de lo que los economistas llaman “efecto riqueza”, es decir, la facilidad que se produce -en situaciones cambiarias como la presente- para adquirir bienes y servicios que a la gente la hacen sentir que han ascendido socialmente: viajes, autos, celulares.
Seis. Genéricamente, el mantenimiento de la paz social.
Por otro lado surgen los desafíos que no son genéricamente valorado por la opinión pública, pero sí por los agentes políticos, sociales y económicos, nacionales, internacionales y extranjeros. Y allí aparecen como principales:
Uno. La conservación del “investment grade”
Dos. La reducción del déficit fiscal
Tres. El no aumento de los impuestos en general, ni la creación de nuevos ni el incremento de los ya existentes.
Cuatro. La baja del “costo país”, que se traduce fundamentalmente en la baja del costo de la energía (la electricidad y los combustibles)
A ello hay que sumar logros de tipo de estratégico, muchos de los cuales son difíciles de ver en el corto tiempo de un periodo de gobierno. Por allí aparece el tema del mejoramiento de la calidad educativa y el desarrollo de planes habitaciones significativos (vivienda y su entorno).
En lo político, afronta dos grandes desafíos. Un desafío propio es culminar el armado de una verdadera coalición de gobierno. Supone primero el complejo armado de las estructuras de gobierno, administración y gestión, en los diversos niveles, en lo centralizado, descentralizado, autónomo y paraestatal. Pero supone la creación de reglas que permita un funcionamiento fluido de la coalición, con nichos claros donde se van a procesar las decisiones, y esquemas nítidos de procedimientos. El otro gran desafío político es el externo, es decir, el manejo de una relación fluida con la oposición política y con los movimientos sociales. A priori parece contar con una actitud muy favorable del Frente Amplio cuya conducción política ha sido asumida en plenitud por los principales líderes de las cuatro o cinco grandes corrientes partidarias. Y a estar fundamentalmente por las reiteradas declaraciones del presidente del PIT-CNT, hay una actitud favorable de entendimiento de parte del principal movimiento social. Por supuesto que en los desafíos externos está lo que pueda hacer el gobierno que se instala, y lo que hagan también la oposición que se instala y los movimientos sociales que enfrentan un escenario diferente al de los tres últimos lustros.